Los parques y camellones de la Comarca Lagunera son más que simples espacios de esparcimiento: son verdaderos pulmones en medio del semidesierto. El Parque Victoria en Lerdo, el Bosque Venustiano Carranza en Torreón y el bulevar Rebollo Acosta en Gómez Palacio dependen de una labor silenciosa pero vital: la de los jardineros, guardianes anónimos que, sin reflectores, mantienen con vida estos oasis urbanos.
Parque Victoria: el legado de un oficio
Desde hace 16 años, Jaime Espino cuida el Parque Victoria, uno de los principales espacios verdes de Lerdo, también conocida como la “Ciudad Jardín”. Aprendió el oficio de su hermano y, con los años, se convirtió en el coordinador de una cuadrilla de diez trabajadores encargados de mantener el parque en óptimas condiciones.

“Desde las 7 de la mañana empezamos: palmear, barrer, podar, sopletear... luego nos vamos con los árboles, quitar ramas secas, maleza, para que todo se vea bonito”, relata don Jaime mientras recorre el lugar.
En el parque abundan los fresnos, lilas, truenos, rosales, naranjos, jacarandas y otros arbustos que dan vida al sobrenombre de Lerdo. Para Jaime, cada árbol es un habitante más, hogar de aves y testigo del paso del tiempo.
"También los árboles se mueren, aunque no queramos quitarlos, a veces hay que hacerlo porque se convierten en un peligro. Con las tolvaneras y las lluvias fuertes, se han caído varios. Una vez, una rama casi le cae a un compañero", cuenta con seriedad.

A pesar de los riesgos, don Jaime no pierde la vocación. “Nos gusta lo que hacemos. Aquí viene la gente a pasear, a hacer ejercicio. Solo les pedimos que también cuiden este espacio que es de todos”.
Bosque Venustiano Carranza: el arte de cuidar mil árboles
Vivian García Martínez también es jardinero, pero su campo de acción está en el Bosque Venustiano Carranza de Torreón, así como en diversos camellones de la ciudad. Desde hace ocho años, su misión ha sido mantener vivos y sanos más de mil árboles.
“Llegamos bien temprano. Hay que revisar las podas, el pasto, la maleza, que los árboles estén en buen estado, que sigan produciendo oxígeno”, detalla Vivian. El bosque se divide en 16 áreas que deben ser monitoreadas constantemente, especialmente tras cada temporada de reforestación.

La más reciente incluyó 80 ejemplares de mezquite, huizache, encino y palo verde. Además, hay mora, mazahua, ficus, bugambilias y otros arbustos. Con práctica y observación, Vivian ha aprendido a identificar cuándo un árbol está enfermo, necesita abono o corre peligro.
“Aunque nuestro trabajo no sea muy visible, nosotros sabemos la importancia de lo que hacemos. Torreón necesita aire limpio y estos espacios ayudan mucho”, afirma con convicción.
Bulevar Rebollo Acosta: florecer en medio del concreto
En Gómez Palacio, el bulevar Rebollo Acosta ha vivido una transformación gracias al trabajo de Jorge Luis Rubio Hernández, jardinero con 15 años de experiencia que ha liderado su reforestación reciente.
“Plantamos 250 bugambilias, 190 árboles, pusimos sistemas de riego y pasto. Todo con aspersores nuevos”, cuenta con orgullo.

Entre los árboles que ahora adornan este corredor verde hay encinos verdes, tabachines y especies de hoja maple. Para conservarlos, se requiere riego doble: temprano por la mañana y por la tarde-noche, con el fin de evitar que el agua se evapore y llegue hasta las raíces.
“No es nada más plantar y dejar que crezcan a lo loco. A los árboles hay que guiarlos para que tengan una buena forma, para que se vean bien y cumplan su función”, explica.
Los resultados ya son visibles: los ciudadanos elogian la nueva imagen del bulevar, que incluso se ha vuelto escenario para sesiones fotográficas. “Y espérense a que prendan y crezcan los 180 árboles que pusimos, se va a ver aún mejor”, adelanta.
Reconocimiento silencioso
Jaime, Vivian y Jorge Luis tienen algo en común: su vocación y amor por la naturaleza en medio de una región que lucha contra el calor, la contaminación y el desinterés de algunos. Son los guardianes invisibles de los pulmones urbanos de La Laguna, y aunque su labor rara vez es reconocida, ellos encuentran recompensa en ver florecer cada árbol.

Coinciden en que el mejor reconocimiento es que la ciudadanía respete y cuide los espacios que tanto esfuerzo requieren. Porque estos parques, bosques y camellones no solo embellecen la ciudad: son herencia ecológica y fuente de vida para las generaciones futuras.
edaa