El oleaje golpea los cimientos de las últimas casas que se fue tragando el mar. En menos de 10 años, el cambio climático aceleró la erosión costera y el aumento del nivel del mar dejó sin hogar a 60 familias de El Bosque, una comunidad de pescadores que, tras exigir justicia climática logró ser reubicada, pero lejos de su mar, en la periferia de una ciudad donde no encuentran trabajo y la vida se hace más difícil en un entorno que no les permite continuar sus costumbres.
“Nos reubicaron, pero no pensaron en nuestro trabajo; somos una comunidad de pescadores, a eso nos dedicamos. Nuestra comunidad se siente herida, quedó golpeada, como si una ola nos hubiera derribado, pero también hoy, estamos más unidos que nunca”, dijo Guadalupe Cobos habitante de El Bosque, la primera comunidad reconocida como desplazada climática en México.
“Si vienes a caminar por la orilla del mar tú sabes que vas a regresar a casa tranquilo y seguro, y en la ciudad no es así, en la ciudad tienes que vivir con cuidado. Acá sí tengo hambre tiro mis redes y agarro pescado, iba al muelle a pescar jaiba que es a lo que me dedicaba, era mi fuente de trabajo, al mudarme me quedé sin trabajo, por eso regreso y vuelvo a regresar”, dijo nostálgica, en entrevista con MILENIO.
En noviembre de 2024, 51 familias de 60 que fueron censadas en El Bosque, fueron reubicadas por la Secretaría de Desarrollo Urbano y Ordenamiento Territorial (Sedatu) a 12 kilómetros de la costa, al lado de un panteón, en la periferia de Frontera, la cabecera municipal de Centla. El camino jurídico fue largo, les tomó tres años con el acompañamiento de organizaciones como Greenpeace, Nuestro Futuro y Conexiones Climáticas.
Las familias de El Bosque no solo perdieron su casa, perdieron identidad. En su nueva colonia cuentan con los servicios básicos, pero los niños añoran ir a bañarse al río, “aquí nomás hay regadera y allá me podía sumergir”, dice Antony de 6 años, fastidiado por el calor, que apenas logra atenuar bebiendo un vaso de pozol frío, bajo la sombra de un árbol de mango.

“En México ha habido varias reubicaciones, pero nunca por causas de cambio climático y entonces a lo que nos enfrentamos, junto con la comunidad fue a una ausencia prácticamente absoluta de marcos normativos que permitieran poder dar respuesta a la necesidad de la comunidad”, dijo Pablo Ramírez, coordinador de la campaña Clima y Energía de Greenpeace México.
El reconocimiento por parte de las autoridades como la primera comunidad desplazada por causas del cambio climático en México marcó un hito, pero la lucha no ha terminado. No solo faltan 10 familias de El Bosque por reubicar, estimaciones del Banco Mundial indican que, de continuar la tendencia actual, en 25 años habrá 3 millones de desplazados climáticos en nuestro país.
Así que desde su experiencia, las personas desplazadas junto con las ong’s involucradas en la búsqueda de justicia climática lanzaron este martes una propuesta de la Política Nacional de Desplazamiento Climático y de Adaptación en México, que buscan sea integrada en las actualizaciones de la Ley General de Cambio Climático, y de las Contribuciones Nacionalmente Determinadas, que encarnan los esfuerzos de cada país para reducir las emisiones nacionales y adaptarse a los efectos del cambio climático, que se deberán presentar en noviembre de cara a la COP en Brasil.
“Hay muchas comunidades en condiciones de desplazamiento climático por erosión costera, y muchas otras por otras condiciones: de sequía, inundaciones, huracanes. Se calcula que podría haber para el 2050 en México aproximadamente 3 millones de personas en desplazamiento climático, afectados de manera directa”, dijo Nora Cabrera, directora de Nuestro Futuro.
Pablo Ramírez detalló que las organizaciones proponen una política pública que pueda abordarse desde la multidimensionalidad del cambio climático, que busque proteger la salud física y emocional de las personas, y dar seguimiento porque el desplazamiento climático no acaba cuando se mueven del lugar.
“Hay todo un proceso de adaptación a los nuevos territorios que debe de ser considerados y que justo una herramienta muy importante que tenemos ahora es esta opinión consultiva de la Corte Interamericana donde reconoce la importancia de poder prevenirlo, los estados tienen responsabilidades para frenar la emergencia climática. El desplazamiento se tiene que abordar desde una perspectiva de responsabilidad y garantizar los derechos humanos de la comunidad en todo momento no solamente en el desplazamiento mismo, sino también en todas las medidas de prevención”.
El mar avanzó un kilómetro tierra adentro sobre la comunidad de El Bosque, y ellos tuvieron que marcharse, pero siguen anclados a su territorio. Aunque ahora duermen en la ciudad, la mayoría de los pescadores tienen que volver al mar para subsistir, aunque eso implique que la pesca del día apenas alcance a pagar los taxis para trasladarse, algunas mujeres también regresan a capturar algunas especies, como doña Guadalupe Cobos.
— ¿Qué extraña de aquí?
“Indudablemente este mar, yo aquí me sentía segura porque vivir en la ciudad es muy diferente, no me imaginaba lo diferente que es. Del mar extraño, para empezar el trabajo, el mar nos da de comer”, dice mientras camina frente a las ruinas de la colonia, ya carcomida por la sal.

El Bosque se fundó hace 40 años, en 2007 comenzaron los primeros signos de erosión costera, y para 2019 las primeras casas fueron cayendo ante los ojos de sus habitantes, que todavía desconocían lo que era el cambio climático.
“Sí lo sufrimos, iba lentamente, veíamos que aumentaba la marea y volvía a bajar, pero seguíamos trabajando, no fue de jalonazo que nos llegó, fue poco a poco, ya cuando nos acabó las casas fue más triste”, dijo Alberto Isidoro, un pescador que cada tercer día vuelve a El Bosque para llevar el sustento a su casa.
Pablo Ramírez de Greenpeace consideró que “es fundamental tener actualizadas las herramientas de análisis de riesgo como los atlas de riesgo, nacional, estatales y municipales que son instrumentos que alimentan y dan pie a las políticas de adaptación tanto a nivel federal como a nivel local”.
Por su parte, la abogada Nora Cabrera de Nuestro Futuro destacó que El Bosque es un ejemplo de una problemática más grande que existe en México, ya que sus costas son altamente vulnerables al cambio climático, por lo que su propuesta plantea la búsqueda de reubicaciones justas para las comunidades, para disminuir las desigualdades que podrías vivir los desplazados, garantizado sus derechos humanos.
“El desplazamiento son condiciones muy dolorosas, a esta comunidad no hay forma de regresar, se pierde la geografía, el derecho mínimo de tener una geografía donde habitar se pierde definitivamente. En desplazamiento por violencia, si se termina la violencia hay condiciones de volver a tu casa, en este lugar esa condición se inhabilita, ese derecho desaparece”.
LG