Han pasado más de tres meses desde que Federico Valadez Hernández vivió el episodio más doloroso de su vida. La tarde del 7 de mayo, mientras transitaba junto a su esposa por el bulevar San Antonio, en Gómez Palacio, un autobús de pasajeros los sorprendió en pleno cruce, impactando a la señora Socorro del Río Galván, de 68 años, quien falleció horas más tarde en el hospital debido a la gravedad de sus lesiones.
Desde entonces, don Federico no ha encontrado paz. A sus 77 años, se gana la vida vendiendo matamoscas en su triciclo, ofreciendo servicios de jardinería y recolectando materiales reciclables para sobrevivir. En su juventud fue soldado, pero dejó la milicia para dedicarse al comercio y formar una familia con la mujer a la que hoy le llora.
Lamenta que, a pesar del tiempo transcurrido, las autoridades no hayan tomado medidas contundentes contra el chofer de la unidad responsable, quien asegura, continúa en libertad.
Según su testimonio, no ha recibido ninguna compensación ni apoyo por parte de la empresa de transporte, y el proceso legal permanece estancado.
Socorro fue trasladada con vida por paramédicos de la Cruz Roja Mexicana a la clínica 46 del Instituto Mexicano del Seguro Social, donde ingresó con una fractura expuesta en la pierna izquierda y múltiples contusiones, sin embargo, las heridas fueron fatales.
Cansado del silencio institucional, Federico decidió hacer pública su situación y exigir justicia para su esposa. Con la voz entrecortada, asegura que no busca venganza, pero sí una resolución digna para el caso, y que no quede impune la muerte de una mujer que, como él dice, era su compañera de toda la vida.
aarp