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  • "El día más triste de mi vida"; 4 toneladas de pólvora se llevaron 72 vidas hace 26 años por explosión en Celaya

Algunos cuerpos de personas que acudieron al mercado nunca fueron encontrados. | Foto: Especial

Pedro Ávila, un joven policía, murió mientras rescataba víctimas de la explosión registrada en Guanajuato. Hoy los sobrevivientes piden la construcción de un memorial.

A sus 70 años, Juana García recuerda el 26 de septiembre de 1999 como “el día más triste de su vida”. Su hijo Pedro Ávila García, de tan solo 21 años, era policía y falleció a causa de lesiones por una explosión de cuatro toneladas de pólvora. En sus brazos llevaba a un niño que intentó salvar.

Hoy su madre, junto a otros sobrevivientes, pide la construcción de un memorial en honor a las víctimas del “Domingo Negro de Celaya”, en la esquina de Antonio Plaza y Felipe Ángeles, muy cerca de la central de autobuses. Un lugar al cual puedan ir a llorar o rezar.


Pedro fue una de las 72 víctimas mortales y 350 lesionados que dejó la explosión de cuatro toneladas de pólvora almacenadas de manera irregular en un local del mercado de Abastos de Celaya. Es considerada la tragedia más grande de la que se tiene registro en Guanajuato y de la cual, 26 años después, nunca se dio una reparación del daño.

Entre lágrimas y como si fuera ayer, la señora Juana recordó que, días después de la muerte de su hijo, un bombero le platicó cómo encontró su cuerpo:

“Un día, yo llevaba una bolsa de pan para dar en su rosario (hace 26 años), un bombero me paró y me dijo: —¿A dónde va? — Le dije: 'llevo pan para el velorio de mi hijo'. —¿Quién era su hijo? — 'Un oficial de policía de 21 años', le dije quién era, y él me dijo:Señora, que le quede de consuelo que yo lo levanté, él llevaba a un niño en sus brazos, estaba salvando a un niño cuando cayó—”.
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Pedro Ávila murió mientras intentaba rescatar a un niño. | Foto: Especial

Pasaban las 10:00 horas del domingo 26 de septiembre de 1999 cuando una llamada alertó al entonces Cuerpo de Bomberos: era un incendio en un negocio cercano a la esquina de las calles Antonio Plaza y Felipe Ángeles. Esto provocó una primera explosión por el material pirotécnico que se almacenaba en la Abarrotera Celaya.

En el lugar ya había gente ayudando a varios heridos cuando vino una segunda explosión que provocó más daños, más heridos y más muertes.

Pedro Ávila fue alcanzado por la onda expansiva cuando rescataba víctimas. Tras las heridas que sufrió, pasó varios días en coma. Se le trasladó de Celaya a un hospital de León, donde perdió la vida.

Su padre, quien cuatro meses atrás había migrado a Estados Unidos para trabajar, no pudo regresar a tiempo para despedirse de él. Jamás volvió a ver a su hijo, que murió como un héroe.

“A él le llegó la noticia de que Celaya había desaparecido, le entró desesperación y se comunicó aquí y le dijeron que ya estaba grave mi hijo, en coma. 

“Me mandaron a León con él, pero solo llegó a morir. Cuando me trajeron de regreso a Celaya, mi esposo ya encontró muerto a mi hijo”, recordó entre lágrimas Juana García.

Familiares aseguran que, en realidad, los muertos rebasaron los 100 y no los 72 que se dio como cifra oficial. Esto lo sustentan en que varios sobrevivientes perdieron la vida posteriormente en hospitales debido a las lesiones. Además, ciudadanos que ese día acudieron al mercado nunca regresaron a casa y se reportaron como desaparecidos.

Las imágenes desgarradoras, a las que MILENIO tuvo acceso gracias a periodistas locales que hace 26 años dieron cobertura, muestran locales e inmuebles totalmente destruidos, cuerpos desmembrados y personas debajo de escombros.

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Familias aseguran que los muertos rebasaron las cifras oficiales. | Foto: Especial

“Haber sido trasladado con bomberos heridos me salvó la vida”

Entre los sobrevivientes, que hoy luchan con enfermedades y secuelas de salud, se encuentran dos bomberos que pasaron de ser “héroes” a enfrentar en el olvido institucional una discapacidad permanente. Ambos perdieron parte de una pierna cuando cumplían su labor.

Leonardo Miguel Pérez, de 56 años, lleva meses en espera de que se le realice una cirugía en la rodilla derecha. La tragedia le llegó en plena juventud, cuando ya era padre de familia y trabajaba en una bodega. La explosión casi le desprende la extremidad.

Con tristeza recuerda que haber sido trasladado con un grupo de bomberos heridos fue lo que le salvó la vida:

“Yo me salí arrastrando hasta que alguien me ayudó a subir a una camioneta de policía. Antes las camionetas eran tipo pickup y yo ahí me fui con dos bomberos. 
“Nos llevaron al centro médico quirúrgico, pero fue una mala experiencia, porque cuando nos vieron llegar en ese estado nos cerraron las puertas.

“Los bomberos quisieron tirar la puerta para la atención de sus compañeros y a mí me benefició haberme ido con dos bomberos, porque inclusive sacaron sus hachas y les dijeron a los de vigilancia: ‘Si no nos abres vamos a tirar la puerta’”, relató.


Cuando pudieron recibir atención médica, el número de heridos era tan grande que, aun con la pierna a punto de desprendérsele, le indicaron que había otros pacientes prioritarios.

“Recuerdo que a mí me dijo el jefe de cirugía: ‘A ti te vamos a dejar hasta el último, porque hay gente que se nos está muriendo, hay gente que tiene lesiones en el cráneo y que se nos está muriendo en los pasillos. A ti lo peor que te puede pasar es que te mochemos el pie, pero tú vas a vivir’. 
“Eso en su momento me pareció cruel, pero yo dije 'va', yo estaba entre la gente que se estaba muriendo”, detalló Leonardo Miguel, mientras su mirada se pierde, como si estuviera viendo ese momento que le cambió la vida.

MILENIO documentó al menos 10 casos de sobrevivientes que a la fecha requieren atención médica por secuelas de la explosión. Si bien actualmente reciben un apoyo de subsidio al pago de predial, desde que arrancó la administración han buscado reunirse con el alcalde Juan Miguel Ramírez para pedir apoyo para su atención médica.

Actualmente, el gobierno de Celaya ha puesto a consulta la posibilidad de permitir el uso de pirotecnia. Las víctimas directas y familiares de quienes fallecieron se oponen férreamente, pues “El Domingo Negro” es el claro ejemplo del poder destructivo que esta tiene.

La administración municipal del alcalde por Morena, Juan Miguel Ramírez Sánchez, ya ha accedido a reunirse con las víctimas para analizar apoyos para sus prótesis.

Ernesto Zedillo prometió sancionar a los responsables; eso nunca ocurrió

Luego de esta tragedia que cimbró Celaya y a todo el estado de Guanajuato, el entonces presidente de México, Ernesto Zedillo, solicitó dar atención inmediata a las víctimas y anunció que el gobierno llevaría a cabo una investigación para sancionar a los responsables. A 26 años, no hubo reparación del daño ni existe un memorial para las víctimas.

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A 26 años, no ha habido reparación del daño. | Foto: Especial


El proceso de litigio ha sido largo, doloroso y desgastante para las familias. En su momento, Angélica 'N', dueña de “Abarrotera Celaya”, donde se almacenaban las cuatro toneladas de pólvora para pirotecnia, fue sentenciada a 10 años de prisión.

Abogados de las víctimas que aún sobreviven aseguran que la mujer habría puesto a nombre de terceros sus propiedades para evitar pagar la reparación a las más de 400 víctimas.

Además, los damnificados también señalan que hubo corrupción y omisión por parte del gobierno municipal de Celaya en 1999, ya que presuntamente días antes de la explosión su personal acudió a revisar la abarrotera, pero dejaron ahí las cuatro toneladas de pólvora.

“En mis manos cayó un papel donde de Presidencia habían mandado a revisar la pólvora, pero yo creo que no lo hicieron”, contó una de las víctimas plenamente identificada por MILENIO.
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La población exige un memorial que recuerde la omisión y negligencia. | Foto: Especial

A más de dos décadas luchando con la ausencia de sus seres amados, amputaciones y complicaciones de salud, las víctimas exigen que se lleve a cabo, ante la Comisión Estatal de Atención a Víctimas, un proceso retroactivo para que exista una reparación integral del daño.

Al igual que en otras tragedias registradas en Guanajuato, solicitan una placa o memorial en el lugar de la explosión, que sirva como recordatorio de las vidas que se perdieron por la omisión y la negligencia, así como del peligro que representa la pirotecnia.

Si bien, tras la tragedia en Celaya quedó prohibida la venta, distribución y uso de pirotecnia, la actual administración ha lanzado una consulta a los ciudadanos con la cual pretenden permitir nuevamente su uso en festividades.

Las víctimas directas y familiares de quienes fallecieron se oponen férreamente, pues “El Domingo Negro” es el claro ejemplo del poder destructivo que ésta tiene.

ksh

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Wendoline Adame
  • Wendoline Adame
  • Licenciada en Ciencia Política y maestra en Dirección de la Comunicación. Escribo sobre Política, Gobierno y Sociedad.
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