El guionista Édgar San Juan debutó como director con una novela icónica sobre el poder en México, Casi el paraíso (2024), publicada en 1956 por Luis Spota, cuyo centenario de nacimiento fue en enero.
La adaptación con un elenco internacional encabezado por el italiano Andrea Arcangeli como el usurpador Ugo Conti, la talentosa Esmeralda Pimentel como Frida Becker/Concha y Miguel Rodarte en el rol odioso de Alonso Rondia, dio sus frutos por contar con el guion de San Juan e Hipatia Argüero Mendoza al obtener la nominación al Ariel a Mejor guion adaptado, que la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (Amacc) definirá este sábado 20 de septiembre en Puerto Vallarta.
En entrevista con Édgar, el cineasta habló con Notivox sobre su trabajo para la adaptación y la dirección de un clásico de la literatura mexicana, del que hace ocho años se dio a conocer que seria llevado al cine, el primer título de inspirado en la obra del narrador y periodista Luis Spota.
¿Por qué Spota y por qué "Casi el paraíso" dentro de la vasta obra de este autor?
Spota es un autor que he admirado desde mi adolescencia, siento que es el autor que mejor ha retratado el universo de la política y la sociedad en México. Es muy agudo, sus diálogos son perfectos para el audiovisual, escribe en imágenes. Y siempre había tenido una admiración por su obra. Dentro de su obra, Casi el paraíso se me había hecho siempre la joya de la corona. Es una novela muy crítica, que juega con el malinchismo, con la voracidad de nuestra clase política. Y sentía que había creado personajes míticos como Ugo Conti, Alonso Rondia, Frida von Becker o el conde Francesco de Astis.
Siempre había acariciado la posibilidad de adaptar la novela. Y cuando tuve la oportunidad, no la dejé ir. Estoy muy contento con el resultado y me siento muy honrado de hacer esta adaptación con mucho amor, con mucho respeto, pero también trayéndola al siglo XXI, porque también creo que es una manera en la que se revalorice la obra de un autor tan importante en nuestras letras como Spota.

¿Cómo lidió con el paso de guionista a director? ¿Cómo sintió ese tránsito de ver lo que los otros, los directores, hacían con su trabajo como guionista en otras películas, a usted ya dirigir?
Tener la posibilidad de dirigir esta película me dio una visión distinta para interpretar el guion desde otro lugar, como es natural en un proceso de dirección, pero también de luchar por aspectos de la adaptación que para mí eran súper importantes.
Al traer la novela de 1956 a 2024, pudimos dejar atrás el contexto tan machista de la época de los 50. Eso nos permitió que los personajes femeninos desde el guion florecieran. Al dirigir ese aspecto que para mí en guion era clave, logré propiciar que los personajes de Esmeralda y Karol Sevilla (Teresa Rondia) fueran fundamentales y determinantes.
¿También la música fue fundamental entre esos aspectos?
Pude acompañar la película de una música excepcional que concatena muy bien con las secuencias. Empieza con Peso Pluma, que sentía que nos daba muy bien el tipo de música que escucharían Teresa Rondia y sus amigas en un yate, hasta concluir con una canción que para nosotros es un himno que consideramos mexicano, aunque en realidad es una canción italiana que hemos adoptado: “La maldita primavera”. Eso me dio la oportunidad de generar un soundtrack excepcional, sobre todo en una película que sentía que debía avanzar de manera muy precisa en los saltos de tiempo y espacio. Porque, para no confundir al espectador, hay que acompañarlo para que disfrute de la mejor manera la película, y sentía que estos saltos en el tiempo y entre Italia y México eran claves para que tuviera una mejor experiencia. Son algunos aspectos que pude mantener dentro de la puesta en cámara y en la adaptación.
Un tema muy importante en la adaptación y en la realización es la verosimilitud. ¿Cómo trabajó en ello?
Esmeralda Pimentel ha sido una mujer que siempre ha ido a contracorriente. Sentía que ofrecerle este papel a alguien que ha ido a contracorriente, que también es activista ambiental y de los derechos de las mujeres, me parecía muy lógico. Y disfrutaba que ella pudiera ser un personaje antisistema desde su posición. No sé si ubicas la película Sospechosos comunes. ¿Te acuerdas de Keyser Söze? Pues quería que ella se convirtiera en la mente maestra detrás del plan de la narrativa que buscamos en la obra. Y eso lo vuelve, por un lado, crítico, pero a la vez también, divertido. Y me gusta pensar que estos personajes sí tienen ese lado de verdad y esa veta que les corresponde un poquito a sus personajes.
Esmeralda tiene esta postura antisistema; Karol es una maestra de las redes sociales, por eso no está tan alejada en ese sentido de Teresa Rondia. Miguel Rodarte tiene esta dualidad con la que puede jugar dentro de su caracterización como político lleno de claroscuros. Y Andrea Arcangeli es alguien que lo mismo puede estar lavando excusados en un prostíbulo en Roma, en su papel, que siendo un aristócrata encantador en México. Siento que la verasimilitud se considera en función de qué tan buenos personajes y qué tan buenos actores logramos juntar para la puesta en cámara de esta película
¿Buscó caricaturizar a estos personajes en el paso de la novela a la película en el ánimo de la sátira? Porque Ugo Conti termina siendo una víctima casi de un complot metafísico.
Es muy buen punto. Es algo que se vuelve: ¿la ficción se alimenta de la verdad o la verdad se alimenta de la ficción? Porque, tal como lo dices, al hablar de una caricaturización de personajes, antes hay que preguntarnos si la política mexicana no es en sí una caricatura. Cuando veo las mañaneras y de repente ponen ahí a Denisse de Kalafe a cantar ahí la canción típica del 10 de mayo o a Don Gato y su pandilla, no hay prueba más sólida de que la política mexicana es en sí una caricatura.
Muchas veces no hace falta caricaturizar a los personajes para volverlos reales, porque en el entorno político mexicano sólo basta señalarlo, sólo basta sólo verlos para darnos cuenta que son una caricatura. Aquí es donde la ficción se alimenta de una manera muy clara de la realidad. Y vamos a ver en esta puesta en escena de personajes públicos, como políticos o influencers, que son reales pero que en sí mismos son caricatura. En esta arena se vuelve un entorno surrealista, tú hablabas como de metafísica, lo cual se me hace muy lógico, pero también lo traería a un nivel más bajo en el sentido de la posverdad: redes sociales, políticos caricaturescos, ¿en qué mundo estamos viviendo? ¿Influencers? Son tiempos oscuros.

Con “casi, casi metafísico” me refiero a que Conti, que parece ser un villano, fue una víctima.
Veo esta película también, la interpreto, como una lucha de clases. Este hombre que viene del entorno social más desfavorecido de Italia, qué debe hacer para procurarse un bienestar y qué debe hacer para salir de la cloaca. Sí me gusta ver esta película bajo una lectura más sofisticada, entrando a este terreno metafísico que propones, como un personaje que lucha por salir y representa ese conflicto social, si lo quieres ver marxista, de cómo vamos a hacer lo necesario para llegar hasta allá y desplazar a esa élite porque quiere ocupar su lugar. Se vuelve, de alguna manera, amoral este personaje, porque va a hacer lo necesario. Es lo que haría cualquier persona en su lugar, para llegar a ese punto y alcanzar, en este caso, una jaula de oro, porque va a terminar este hombre en un entorno favorecido, pero siempre bajo el yugo de los que lo rodean. El final tiene que ver más con la mentira perpetua, que muchas veces la clase política intenta, en la que la clase política le conviene mantenernos.
¿Diría que es una película política como lo ha sido La ley de Herodes?
Qué bueno que mencionas La ley de Herodes porque el trabajo que hace Luis Estrada en La ley de Herodes lo considero magistral, increíble. Y sí, considero Casi el paraíso una película política, pero, sobre todo, entretenida y pop, pero con distintas capas. Hay una capa política, hay una capa de mentiras, hay una capa de chisme, el chisme del aristócrata que viene aquí a seducir a la banda y que todos caemos en su trampa; hay una capa de la crítica a las redes sociales, que quizás también es la mentira perpetua de la que hablamos. Y esa es también otra parte de la metafísica que mencionas: las redes sociales y cómo nos crean una realidad alterna, inexistente. Además de La ley de Herodes, hay otras dos películas básicas, como Mecánica Nacional, de Luis Alcoriza, una obra maestra. Casi el paraíso es política también en esa lectura, es muy social, pero a la vez muy política. También me gusta usar como referencia Dos Crímenes, de Roberto Sneider, basada en la obra de Jorge Ibargüengoitia. Y podría referenciarla con la coreana Parásitos, que utiliza todas las redes sociales para crear una realidad alterna. Siento que esos son los linderos donde nos movemos. Sí, es una película política.
Alain Delon hizo la primera versión en cine de un personaje muy parecido a Ugo Conti, el usurpador, que también arranca sus operaciones en Roma e Italia; es el Tom Ripley basado en el personaje de Patricia Highsmith, en la película de René Clément A pleno sol. ¿Cómo sitúa su adaptación con la referencia de estos personajes de usurpadores en el cine y la literatura?
Hasta se me enchinó la piel, porque eres la primera persona que menciona para mí las referencias fundamentales de Casi el paraíso, que son El talentoso señor Ripley y A pleno sol. Ambas películas, basadas en la misma novela de Highsmith, con dos adaptaciones magistrales, fueron fundamentales en la obra también porque tienen estos dos universos. Anthony Minghella filma en Proccira y en Nueva York, cómo ese universo confluye, y luego en Nápoles y Roma. Y para A pleno sol, René Clément lleva al hombre más hermoso ---bueno quizás junto con Marcello Mastroianni--, que ha existido en cine para hacer esta interpretación gozosa de Ripley en un peliculón. Ambos filmes para mí fueron referenciales y siento que a veces hay guiños a ellas, como cuando hicimos la versión de “Te las das de americano”, que aparece en la pedida de boda en Casi el Paraíso, para mí es un homenaje pequeñito, a la mexicana, de “Tu papá el americano”, la escena que canta Jude Law con Ripley en El talentoso señor Ripley.
OAGP