Si un verbo puede definir qué ha hecho Pacho Flores en los últimos años es “volver”. El trompetista y compositor volvió en diciembre a su país tras una larga ausencia a atestiguar el éxito que sigue gozando el Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela fundado en 1975 por José Antonio Abreu, donde él se formó, y que tiene inscritos a alrededor de un millón 400 mil jóvenes.
“En estos tiempos difíciles de nuestros países, la música da a los jóvenes una gran esperanza; y si ellos no van a terminar siendo músicos, lo que sí van a terminar es siendo hombres y mujeres de bien”, dice.
Volvió en septiembre pasado a México para grabar en los Estudios Churubusco su más reciente álbum Estirpe con el Deutsche Grammophon, sólo que ahora con una agrupación musical mexicana, la primera del país que lo hace con ese legendario sello discográfico, la Orquesta Sinfónica de Minería (OSM), bajo la batuta de Carlos Miguel Prieto; y vuelve a finales de agosto a México a tocar con ella en la sala Nezahualcóyotl y a presentar ahí ese su trabajo más entrañable, que reúne obras compuestas por el mexicano Arturo Márquez, el cubano Paquito D’Rivera, el argentino Daniel Freiberg, el venezolano-Uruguayo Efraín Oscher y como otra sorpresa: una obra compuesta por el mismo Flores.
“Gustavo Dudamel y la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar ya han grabado con Deutsche Grammophon dentro de un contexto que ha sido la recuperación de obras latinoamericanas. Pero, para mí, ha sido muy importante Estirpe porque teníamos años la Sinfónica de Minería y yo uno detrás del otro, la OSM detrás de mí y yo detrás de la orquesta. A mí me parece que es una buena señal cómo Deutsche Grammophon hace justicia a la calidad de esta orquesta y de las obras y de los compositores.
“Por todos lados es una celebración justa al nivel que tiene la Orquesta Sinfónica de Minería de poder presentarse ante el mundo con algo que bordan muy bien, porque estos ritmos son bastante complejos, incluso para los latinoamericanos, no son fáciles, no se trata de que ‘ay, soy latino y ya tengo el ritmo’. No, no, no. Hay que entenderlos e interpretarlos bien, porque es una música muy compleja, nada fácil, y aunque siendo latino podría entenderla más fácil, igual hay que trabajarla muy fuertemente para que tenga un gran éxito y que se pueda ser bastante efectivo con las obras”, explica el músico venezolano.
Pacho Flores (1981) también vuelve a conversar con este reportero como cuando se presentó en el Palacio de Bellas Artes a finales de 2019 para dar la primicia del disco Estirpe, que meses después la pandemia le hizo retrasar su liberación y revalorar también sus planes a corto, mediano y largo plazo.
“Al principio fue difícil tomar la decisión de no sacar Estirpe en 2020 debido a la pandemia, pero fue lo mejor que pudimos haber hecho, porque para mí un disco de estas características es hasta el momento la grabación más trascendental que he tenido dentro de mi discografía. Todos los discos son importantes, pero este tiene algo especial que es que todos los conciertos que están grabados aquí son dedicados a mí; incluso, hay una composición mía también puesta en este disco.
“No sólo estamos elevando un instrumento como la trompeta a través de la música latina, también estamos elevando nuestra música haciendo justicia a estos grandes compositores que aportaron todo para poder escribir estas obras maestras y elevando a la OSM, que es una orquesta de primer orden”.
Faceta como compositor
Feliz, no obstante, con la grabación, Pacho Flores se declara fanático número uno del compositor mexicano Arturo Márquez con cuyo Concierto de Otoño, que estrenó con la Orquesta Sinfónica Nacional y Prieto en 2018, abre el álbum que reúne obras para trompeta dedicadas a su genialidad.
“Resulta que la primera vez que escuché su Danzón número 2 era un niño de 12 años, pero la primera vez que toqué el solo yo tenía 15 años, y eso a mí me marcó para toda la vida. Y me dije: ‘¡Qué bonito sería escuchar un concierto de trompeta del maestro!’ ¿Qué pasa? Que muchas veces yo digo: ‘Cuidado con lo que sueñas porque se puede hacer realidad’. Y en este caso pasó algo que yo deseaba que ocurriera, y nos encontramos en un momento de la vida muy bonito el maestro y yo y pudimos trabajar tan a gusto con el Concierto de otoño, y hoy en día es una de las obras que me está acompañando en mi carrera y en todo lo que estoy haciendo y con todos los compromisos que estoy teniendo”.
Su faceta de compositor igual “perdurará” con el vals venezolano Morocota en el disco, que se suma a sus otros cuatro álbumes en Deutsche Grammophon: Cantos y revueltas, Fractales, Entropía y Cantar.
“Me gustaría hacer referencia a que un músico, en mi caso, que siempre ha tratado de innovar, de crear, siempre he tenido facilidad para la improvisación, algo que me encanta. Pero ¿qué pasa? Que improvisar y componer son dos caras de la misma moneda, cuando una persona está improvisando en un concierto, en ese momento específico está componiendo; lo que pasa es que no está escribiendo en papel. Pero cuando una persona está componiendo, está improvisando porque lo que está saliendo es un ejercicio mental de improvisación que ya lo está poniendo en papel.
“Pasa que es algo que me ha llamado mucho la atención desde niño, porque yo he tenido mucho acercamiento al tema de arreglar, a la improvisación. He escrito para metales, para maderas, y ahora estoy un poco ampliando, tengo obras para trompeta, no solo para orquestas grandes sino sinfónicas, que ya he terminado. Y ya para el año que entra estarán terminadas con varias orquestas y varios directores que un poco se han enamorado de mi música y la están programando para no solamente quedarme en la faceta que yo solo compongo para la trompeta, sino que también puedo hacer realmente lo que me gusta, que es el instrumento llamado orquesta sinfónica porque he crecido en él”.
El artista recuerda que para él todos los instrumentos son familiares, desde un violón hasta un contrafagot, y quiere aprovechar eso porque tiene mucho tiempo para reflexionar y desarrollar la parte creativa de la composición, ya que no puede tener la trompeta en su boca ocho horas al día.
No obstante, refiere que lo que más le apasiona es la interpretación de la trompeta. su oficio principal.
Flores y Prieto presentarán Estirpe en el intermedio del primero de los tres conciertos que tendrá la OSM en la sala Nezahualcóyotl de la UNAM el viernes 19, sábado 20 y domingo 21 de agosto, en los que interpretará en la segunda parte Historia de flores y tangos, de Freiberg, y Cantos y revueltas, de su autoría, con Leo Rondón en el cuatro (guitarra venezolana), en un programa que incluye la Fanfarria para la mujer poco común número 1, de Joan Tower, y la Sinfonía 10, de Dmitri Shostakovich.
México hermoso
Pacho vuelve a México donde estrenó el Concierto de Otoño de Márquez y el Concierto Venezolano de Paquito D’Rivera, un país con el que está muy agradecido porque siempre le ha abierto las puertas y sus músicos siempre están buscando sonoridades nuevas y apoyan a colegas de todo el continente.
“Y por eso me gusta un poco retribuir a un país tan hermoso como México, por lo menos con la parte educativa. El 17de agosto tendremos una hermosa masterclass; en la de 2019 tuvimos a 400 estudiantes y ese año, al parecer, después de la pandemia, cuidadito porque se podría duplicar esa cifra”, adelanta.
Otra obra en Estirpe es Mestizo, el concierto con el que Pacho Flores empezó a “gestionar toda mi música nueva con marcado elemento y perfume latinoamericano”. Trabajó mano a mano con Oscher.
“No tiene sentido que un compositor escriba para mí si yo no le explico como solista intérprete y hasta como colega. Para mí es importantísimo, megaimportante, que cada obra que yo encargue tenga la altura y el nivel y la magia necesaria para que esas obras perduren en el tiempo, porque mi intención es que cuando esas obras se estrenen y las toque por lo menos dos o tres temporadas y las grabe para que ya perduren, porque si a mí la obra no me cautiva, yo puedo ser muy honesto, puedo cumplir el compromiso, pero no voy a tocar más esa obra, porque primero me tiene que cautivar a mí.
“Mestizo es el primer concierto encargado por la Orquesta Sinfónica Juvenil de Venezuela, estaba el maestro José Antonio Abreu en vida, y él fue un poco el pilar que le dio vida a este proceso tan bonito que ahora es por lo menos una docena de obras nuevas que tengo dentro de mi repertorio, todas preciosas y maravillosas. Este disco es de la estirpe de eso, por eso nos salió el nombre, es el comienzo, el nacimiento, la estirpe de este proceso que he caminado con todos estos compositores”.
El trompetista también se volvió a encontrar en los Churubusco con Paquito D’Rivera para grabar su Concierto Venezolano, que había estrenado en el Palacio de Bellas Artes de México, en agosto de 2019.
“(Concierto Venezolano) tiene un contexto tan bonito. Paquito D’Rivera también lo ha vivido intensamente, porque él ha visitado Venezuela más de 30 veces, ha estado en muchas ciudades y ha podido tener un acercamiento con la música y con los músicos, gracias a lo cual se ha impregnado de todos estos géneros de música venezolana. Y desde hace mucho tiempo, dentro de sus discos, hacía pequeñas composiciones para su quinteto de jazz o para un dúo o un trío. Tiene un trío con piano, violoncello y clarinete, Preludio y merengue, el merengue es una danza venezolana. Y poco a poco él ha creado obras, pequeños embriones que le han dado conocimiento preciso de la música venezolana."
“Es por ello que cuando viene Concierto Venezolano, para él ha sido como su gran tesis sobre la música venezolana, aparte de todo el contexto social, político, artístico que él usa, con todos esos elementos de la música venezolana. Es un concierto que no se aleja absolutamente nada de lo que estamos viviendo en este siglo XXI. También hasta fantasías tiene la obra. Y para mí representa los olores de mi casa, los sabores de toda nuestra comida y las imágenes de todos nuestros hermosos paisajes también”.
Sobre cómo encontró la evolución de la música venezolana tras muchos años de ausentarse de su país, Pacho Flores refiere que visitó su país en diciembre y trabajó con las orquestas adscritas al Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela, que cumple casi medio siglo.
“Cuando fui me presentaron no solamente las nuevas agrupaciones que hay dentro de las orquestas, sino también increíbles de música venezolana, orquestas con ochenta artistas, con 200 muchachos que están haciendo música y explotando el género venezolano. La Orquesta Latino Caribeña, todos jóvenes, hizo un disco muy bonito con invitados como Rubén Blades o Willie Colón. Y esto está pasando en Venezuela. Hay más de un millón 400 mil inscritos en el Sistema de Orquestas (todo el país tiene unas 30 millones de personas), jóvenes que están tocando instrumentos, es una cosa que qué bárbara.
“Ahí siguen el amor y las ganas. Y eso es un gran ejemplo, sobre todo en tiempos tan difíciles de nuestros países, la música da a los jóvenes una gran esperanza. Y si ellos no van a terminar siendo músicos, lo que sí van a terminar es siendo hombres y mujeres de bien; por supuesto que van tener otros valores, van a aportar cosas lindas a la sociedad por su disciplina y su compromiso y la calidad y la excelencia”, sostiene Flores, beneficiario del programa y ganador del premio Maurice André.
Sobre qué sigue en su carrera, admite que la pandemia lo ha hecho reflexionar bastante sobre el futuro.
“Pero yo sí veo que mi vida va a estar rodeada de mucha música y quiero llevar la trompeta más allá de lo que ya la tenemos, y no por pretender ser mejor, sino por explorar y llevarla a sitios adonde no se han llevado. Hay grandes intérpretes que han hecho un gran esfuerzo; si no hubiese existido un Louis Armstrong yo no estaría aquí hoy, o un Rafael Méndez, mexicano, uno de mis artistas predilectos, tampoco, porque nosotros nos hemos beneficiado de gran parte de lo que ellos hicieron. Ahora, yo tengo que legarle un poco a las nuevas generaciones esa migas de pan para que puedan seguir esa ruta”.
DAG