Aunque Phil Collins, la leyenda del rock de 69 años, sea un músico tan exitoso, su vida personal no le permite sentarse a disfrutar tranquilo de los lujos que le dejó su carrera, y es que ahora se encuentra inmerso en una batalla legal contra su tercera esposa, Orianne Cevey, de quien se separó en 2006 para luego reconciliarse y volverse a separar recientemente.
Durante esta batalla, en la que se disputan la mansión en la que vive ahora ella con su nuevo marido, Cevey se ha empecinado en dañar la imagen del músico sacando a relucir algunas intimidades de ambos, en las que lo acusa de abandonar algunos hábitos de higiene, y afirmó que se había vuelto un ermitaño y había dejado de lavarse los dientes y bañarse durante un año.
"El hedor de Phil se volvió tan penetrante que se convirtió en un ermitaño, negándose a interactuar personalmente con cualquier persona" explicó Orianne en declaraciones recogidas por el medio especializado TMZ, en las que también dijo que estos malos hábitos habían surgido durante 2019.
Phil y Orianne se conocieron cuando ella tenía 20 y él 42, mientras seguía casado con su segunda esposa, Jill Tavelman, madre de Lily Collins. El músico dejó a su exesposa y se fue a vivir con Orianne a Lousana, con la que se casó en 1999. Ambos tienen dos hijos juntos, sin embargo, sus diferencias, en su mayoría causadas por la edad, salieron a relucir pronto.
Finalmente se separaron en 2006 y él pagó 27 millones por el divorcio. Orianne se casó en las vegas con el constructor Charles Mejjati, sin embargo, 10 años después ella regresó con el músico, aunque muchos medios afirmaban que lo había hecho por su bienestar económico.
Ambos vivieron juntos en una mansión en Miami ubicada frente al mar, que está valuada en 33 millones de dólares, sin embargo, hace unas semanas se supo que ambos habían vuelto a separarse, pues Collins se enteró de que ella se había vuelto a casar en las vegas, esta vez con un músico de 30 años llamado Thomas Bates mientras Collins se encontraba en Europa.
La pareja se instaló en la lujosa casa de Miami, alegando que en 2006 Collins le había prometido a Orianne la mitad de la mansión y, según ella, el músico le había prometido el 50 por ciento de la casa en Florida si se separaba de su segundo esposo, el constructor.
Orianne asegura ahora que Collins está tratando de romper aquel acuerdo, luego de que el músico la denunció para que abandone la mansión. Ella sigue ahí instalada con su nuevo esposo y rodeada de guardaespaldas, mientras aprovecha para "sacar algunos trapitos al sol".
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