Especiales

Claves para emprender con éxito: la visión de Ana Victoria García

Especiales

Ana Victoria García, fundadora de Victoria 147, demuestra que el impacto social también puede y debe ser rentable.

Ana Victoria García, fundadora de Victoria 147, comenzó su camino con una idea clara: transformar la forma en que las mujeres emprenden. Lo que inició como una fundación impulsada por propósito, evolucionó hacia una empresa social que hoy ha impactado a más de 33 mil emprendedoras en México y América Latina. Su historia es un testimonio de cómo el impacto social y la rentabilidad pueden —y deben— convivir en un mismo modelo de negocio.

“Comencé Victoria 147 como una fundación, pero pronto entendí que el impacto social también debe ser sostenible. Por eso migramos hacia un modelo de empresa social”, explica García Álvarez, en entrevista para Notivox Emprende.

El cambio de modelo no fue sencillo. García se enfrentó a uno de los prejuicios más arraigados: si ayudas, ¿por qué cobras? Pero, para ella, construir un proyecto que transforma vidas requiere ser económicamente viable.

“Una de las decisiones más difíciles y valientes que uno debe tomar cuando diseña un modelo con propósito es: ¿cómo generar impacto en un ámbito que muchos esperan que sea gratuito?”.

Esa transformación permitió a Victoria 147 expandir su alcance y profesionalizar sus programas. Hoy cuentan con una oferta escalonada que acompaña a las emprendedoras desde la idea hasta la consolidación empresarial, con programas como Desde Cero, Validación, Despegue y Consolidación, dirigidos a negocios que facturan desde cero hasta más de 10 millones de pesos (mdp) anuales.

¿Cómo ha evolucionado la misión de Victoria 147?

Al inicio, creo que fue una combinación de factores: vi la oportunidad, identifiqué una necesidad y sentí las ganas de hacer algo al respecto. Sin embargo, nunca imaginé todo lo que se iba a desarrollar con el tiempo. Ha sido un proceso de evolución constante.

Uno de los momentos más significativos es cuando una emprendedora se me acerca y me dice: "Hay un antes y un después de Victoria 147 en mi camino. Ya no voy sola, ahora voy en comunidad. Quiero emprender de forma diferente, más consciente."

Ana Victoria García, Fundadora y CEO de Victoria 147.
Ana Victoria García, Fundadora y CEO de Victoria 147.

Ese tipo de testimonios son, sin duda, el mayor legado que nos importa en Victoria 147. Más allá del negocio, se trata de transformar la manera en que las mujeres emprenden, acompañarlas en su crecimiento y construir juntas un ecosistema más humano, colaborativo y consciente.

¿A cuántas emprendedoras han impactado y cuántos programas ofrecen?

Hemos impactado a más de 33 mil mujeres emprendedoras que han formado parte de Victoria 147. Contamos con distintos programas enfocados en las diferentes etapas del emprendimiento.

Nuestro programa inicial se llama Desde Cero, dirigido a mujeres que están empezando y aún no han comenzado a facturar. Después sigue el programa de Validación, donde las emprendedoras ya generan ingresos, con una facturación aproximada de uno a tres millones de pesos anuales.

Posteriormente viene el programa Despegue, enfocado en negocios que ya están creciendo y facturan entre 3 y 7 mdp anuales. Finalmente, está el programa de Consolidación, dirigido a empresas que superan los 10 mdp anuales en ingresos.

En promedio, nuestras emprendedoras facturan entre 6 y 7 mdp al año y generan entre 15 y 20 empleos cada una. Y si bien es cierto que solo un porcentaje ínfimo de las empresas —menos de 0.01 por ciento— tienen el potencial de convertirse en unicornios, nuestro enfoque está en otro lado. Más allá de perseguir valoraciones millonarias, nos importa construir negocios sostenibles con un alto impacto social, cultural y comunitario. Para nosotras, el verdadero éxito es cuánto transformar tu entorno, cuánto derramas y cuánto construyes junto a otras.

¿Cómo lograste construir un modelo de negocio que fuera rentable sin perder de vista el impacto social?

Yo comencé Victoria 147 como una fundación, y con el tiempo entendí que había cometido un error desde el inicio. Me di cuenta de que lo que realmente necesitábamos ser era una empresa social. Por eso migramos hacia ese modelo, con la convicción de que el impacto social también debe ser sostenible.

Uno de los grandes retos ha sido enfrentar esa percepción de que, “como ayudas a mujeres, ¿por qué cobras?”. Pero la realidad es que hay un valor de regreso. Este trabajo transforma vidas, y para que pueda sostenerse en el tiempo, necesita ser económicamente viable. Esa es una de las decisiones más difíciles y valientes que uno debe tomar cuando está diseñando un modelo de negocio con propósito: ¿cómo generar impacto en un ámbito que muchos esperan que sea gratuito o filantrópico?

Otro reto importante fue dejar de gritar la misión sola. Entendimos que necesitábamos sumar a otros actores al ecosistema. Así fue como empezamos a vincular a empresas, gobiernos, medios de comunicación… a todos aquellos que compartieran esta visión o que quisieran acercarse al mercado de mujeres con una mirada más consciente.

Poco a poco, el modelo fue evolucionando. Hoy no solo impulsamos a emprendedoras, sino que generamos puentes entre distintos sectores para transformar, desde la raíz, la forma en que se hace negocio.

¿Cuál fue el momento clave que te hizo replantear el modelo de negocio tradicional y apostar por una estructura más eficiente y flexible?

Creo que, desde la inocencia, yo pensaba que emprender tenía un “día de graduación”. Me decía a mí misma: el día que venda tanto, el día que tenga tantos empleados, el día que... Y luego llegaban esos momentos y me daba cuenta de algo clave: los problemas no se acaban, simplemente se transforman.

ELLA DICE

“No estás hecha,

Estás en permanente construcción”.

Con el tiempo entendí que así como crecen tus habilidades y capacidades, también crecen tus retos. El verdadero cambio está en que tus problemas sean de mejor calidad. Ese, para mí, es uno de los signos más claros de evolución.

Algo que ha sido fundamental es haber cambiado la forma en que observo las situaciones. Al principio, cualquier contratiempo me tiraba al suelo emocionalmente: el estrés, la ansiedad, la sensación de que todo se acababa. Emprender es una montaña rusa, es aprender a surfear la ola. Hoy, en cambio, puedo tomar distancia. Me permito respirar antes de reaccionar.

También he soltado el temor paralizante a equivocarme o a fracasar. Antes lo vivía con muchísima ansiedad. Ahora entiendo que equivocarse es parte del proceso. No hay magia en los resultados, pero sí lógica y decisiones conscientes. Comparando trimestre con trimestre, hoy hemos triplicado las ventas con esta nueva estructura, y con la mitad de los gastos que teníamos antes. Eso es producto de apostar distinto, de buscar eficiencia, de entender cómo hacer que trabajar con freelancers, por ejemplo, juegue a tu favor.

Aprendí a no comprarme los modelos antiguos. Antes pensaba que tener 100 empleados era sinónimo de éxito: ¡wow, ya crecí! Pero luego viene el peso de esa estructura, y te preguntas: ¿realmente esto es lo que quiero?

Hoy mi enfoque es distinto: ¿cómo lo hago disfrutable?, ¿cómo lo hago rentable sin sacrificar bienestar? Porque sí se puede construir algo que funcione y que, al mismo tiempo, se sienta bien.

¿Qué papel juega la intuición y la experiencia práctica frente al conocimiento técnico en el camino de un emprendedor?

Creo que, al inicio, la inocencia fue una gran aliada. Es ese impulso que te ciega un poco ante lo que podrías enfrentarte, pero que también te da el valor para aventarte a hacerlo.

Tuve dos grandes escuelas. La primera fue mi casa. No sé si conscientemente o no, pero mi mamá, con su ejemplo, me inyectó el ser emprendedora. Nunca se lo he preguntado directamente, pero estoy segura de que algo me transmitió. Desde chiquita, yo traía eso dentro. Recuerdo que, cuando me bañaba y el espejo se empañaba, en lugar de cantar, hacía cuentas. Todo lo pensaba en números. Soñaba con cosas y automáticamente buscaba cómo traducirlas en cifras, como si así pudieran materializarse. Esa era mi mecánica: soñar, pero con lógica, con estructura.

Mi segunda gran escuela fue Endeavor, mi primer trabajo. Ahí vi a una bola de locos que, por más que les decían que no, por más puertas que les cerraban o se caían, se seguían levantando. Ver eso fue transformador.

También aprendí que, por más teoría que traigas, hay cosas que solo se entienden embarrándote, haciéndolo tú misma. Para mí, la experiencia representa 80 por ciento del camino emprendedor. Claro que necesitas lógica de negocio, herramientas, preparación. Pero hay una parte práctica, intuitiva, de prueba y error, que es fundamental. Esa ha sido mi forma de hacer negocios: con números, sí, pero también con piel, con alma, con mucha práctica.

¿Cómo impulsan la sororidad entre los emprendedores para construir comunidad?

Creo que no se trata necesariamente de hablar solo de sororidad desde una perspectiva de género. Hay muchos atributos que socialmente se nos atribuyen a las mujeres, pero prefiero verlo desde una perspectiva más amplia: todos —hombres y mujeres— tenemos dentro de nosotros tanto energía femenina como masculina, y ambas son necesarias, especialmente al emprender.

eLLA DICE

“No se trata de filantropía. Se trata de construir relaciones de beneficio mutuo,

De decir: ‘yo te ayudo porque quiero verte triunfar’, y porque ese éxito también suma al mío”.

Por ejemplo, cuando emprendes, necesitas una energía masculina muy presente: la que te impulsa a ponerte metas claras, tener ambición, trazar objetivos y decir “hacia allá voy”. Es una energía enfocada, dirigida, que te permite avanzar con firmeza.

Pero también necesitas la energía femenina, que tiene que ver con el cómo haces las cosas: con empatía, colaboración, sensibilidad y apertura. Y no lo digo desde un enfoque místico, sino desde los atributos humanos que todos tenemos y que podemos cultivar sin importar el género.

En cuanto a la comunidad, creo que es fundamental entender que no se trata de filantropía. No es solo “te ayudo porque pobrecita tú”, sino de crear puntos genuinos de encuentro y colaboración. Se trata de construir relaciones de beneficio mutuo, de decir: “yo te ayudo porque naturalmente quiero verte triunfar”, y porque ese éxito también suma al mío. Esa es la fuerza real de una comunidad bien entendida.

¿Qué ingredientes son indispensables para crear las empresas del futuro?

Creo que, en primer lugar, lo que necesitamos es una mejor articulación entre esfuerzos. Hoy existen muchas iniciativas valiosas, pero están dispersas. Si lográramos unirnos, podríamos trazar un camino mucho más claro, más sólido y más accesible para quienes vienen detrás.

En segundo lugar, es fundamental reconocer la importancia de tener una visión consciente al hacer negocios. Las empresas del futuro deben integrar, sí o sí, tres ingredientes esenciales en su ADN: innovación tecnológica, adaptabilidad y una visión consciente del impacto que generan.

No todo se trata de sobreproductividad o de crecer por crecer. Hay valores esenciales —como el tiempo, el bienestar, el planeta— que estamos dejando de lado, y si no les damos su justo valor ahora, eventualmente se nos van a acabar. Construir con conciencia ya no es opcional, es una necesidad.

¿Qué les recomiendas a los emprendedores que inician un negocio?

Creo que hemos separado demasiado lo que somos como emprendedores de lo que somos como personas. Pero la realidad es que no hay una línea divisoria: somos personas emprendiendo, y todo lo que somos se refleja en lo que construimos.

Con el tiempo, me he dado cuenta de que crear una empresa es, en muchos sentidos, como vivir. La vida es cambio, es impermanente, es adaptación constante… y lo mismo aplica para los negocios. Sin embargo, muchas veces nos enfocamos demasiado en el “fin”, en ese punto final al que supuestamente queremos llegar. Pero la verdad es que nada está escrito. Incluso si un día llegas a ese lugar ideal que imaginaste —estar entre las top 5 empresas, por ejemplo— no puedes quedarte ahí, estacionado.

Todo es un proceso en evolución. No se trata de llegar, sino de construir y reconstruir constantemente. Eso es lo que más me gusta poner sobre la mesa: no estás hecho, estás en permanente construcción.

OMM


Google news logo
Síguenos en
Regina Reyes-Heroles C.
  • Regina Reyes-Heroles C.
  • [email protected]
  • Periodista. Autora del libro Vivir como reina y gastar como plebeya. Conductora de Notivox Negocios, programa semanal de entrevistas con directivos y personajes clave en el mundo económico. Publica su columna sobre finanzas personales todos los jueves. Mamá de dos.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.