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La fascia y la conexión entre cuerpo, alma y espíritu

En caso que alguien dudara de la interconexión e interdependencia de todas las partes del cuerpo, hoy hablaremos del llamado órgano secreto: La fascia o el tejido que envuelve y da soporte a músculos, huesos, nervios y órganos

Resulta que la fascia o las fascias —se conocen alrededor de 100 tipos diferentes— es una red tridimensional de tejido conectivo que une todo el cuerpo de pies a cabeza, de piel a huesos. Hay más tejido conectivo que ninguna otra cosa en el cuerpo; está en todas partes y crea un marco flexible que genera compartimentos y a la vez conecta. Es aquello que da continuidad, coherencia, integridad y protección a toda la estructura corporal. 

De hecho, la ciencia está encontrando evidencia que este tejido, que se puede identificar como láminas tirantes de material delgado y resistente, es inteligente y adaptable. 

Es el tejido conectivo y no los huesos y músculos, el que da la estabilidad arquitectónica al cuerpo; va cambiando y adaptándose al movimiento todo el tiempo y es el que en realidad posiciona articulaciones, huesos y órganos. 

Pero además, las fascias son estructuras de energía o chi que es posible recargar para fortalecerlas y conservarlas húmedas y flexibles. Cuando tienen poca energía, se endurecen y se vuelvan frágiles. Las fascias son como finos conductos de energía que circulan por el cuerpo, por donde pasan los canales y meridianos de energía. 

Como explica la maestra Rose Mary Atri, cuando los movimientos que realizamos causan compresión, fricción y desequilibrio, el tejido conectivo se va deshidratando y esto causa falta de soporte, de respuestas adecuadas y de adaptabilidad. 

“Muchas veces los dolores y las lesiones que tenemos, comprenden una desconexión o desadaptación en el tejido conectivo que va perdiendo su poder si nos movemos inadecuadamente, si forzamos al cuerpo a realizar movimientos bruscos o veloces sin una buena posición o al estar por largos periodos en posturas como las que adoptamos cuando trabajamos en la computadora o en el escritorio. En realidad, en cada movimiento que se realiza, todo el cuerpo se involucra”. 

El tejido conectivo está ligado al Sistema Nervioso Autónomo y junto con él, regula la postura, la posición de las articulaciones y la comunicación mente-cuerpo. Y es justo esta interdependencia entre ambos la responsable de generar la adecuada contracción muscular en cada uno de nuestros movimientos. 

Las fascias sanas son sinónimo de flexibilidad, de unidad estructural, manteniendo al cuerpo sano y vigoroso: “Son uno de los más importantes conductos físicos por donde la energía, el alma y el espíritu se mueven y habitan”. 

Hablando de los beneficios del yoga para este importante y poco conocido sistema, el cuerpo se puede manipular y dirigir a una posición mejorada, ya que el cuerpo es maleable. Incluso los huesos están continuamente regenerándose y cambiando su estructura. 

Muchos problemas de origen psíquico, por no decir todos los problemas emocionales y mentales que a lo largo de la vida sufrimos, derivan en auténticos traumas que afectan nuestras fascias: 

“Nuestras emociones entristecen nuestro cuerpo, alma y espíritu, y como el tejido fascial interconecta estos tres pilares del ser, es de vital importancia el cuidado y relajación de este tejido tan especializado”. 

YOGA PARA LIBERAR LA FASCIA 

De acuerdo a Pedro Rodríguez Especialista en Osteopatía y Kinesiología, el Yoga tiene la capacidad de modificar el alineamiento de nuestro cuerpo a través del reajuste fascia-cerebro. 

Al aplicar presión o tracción durante un tiempo más largo sobre tendones y ligamentos, aportamos “jugosidad” a las articulaciones, pues se regenera la fluidez del líquido sinovial. 

El cuerpo humano contemporáneo se caracteriza por una alta acidificación que afecta al tejido muscular y conectivo, la intoxicación de estar expuestos a pesticidas, químicos y una alta concentración de cortisol en la sangre –la hormona del estrés--, favorece que la fascia pierda hidratación y elasticidad, en ese sentido el Yoga ayuda a la desintoxicación sanguínea y linfática. 

“Según la mecánica de cadenas musculares, la tensión acumulada en el cuerpo se proyecta a nivel visceral. Si se mantiene este modelo de tensión constante, genera hábitos posturales que se exportan a los músculos y a la fascia. Las fascias registran y guardan nuestras impresiones mentales y emocionales como si fuera un archivador, similar al concepto de samskara, término sánscrito que identifica las impresiones almacenadas en nuestra mente y que forma nuestras creencias, actitudes y personalidad”. 

De esta manera, una postura sostenida durante un tiempo determinado (ejercicio isométrico) o en movimiento (isodinámico) modifica parámetros de nuestra biomecánica y posturalidad.

“Así como se moldean los músculos, se moldea la fascia, pero de una manera más contundente, pues va atrapándonos y dejándonos encerrados en patrones rígidos y difíciles de desmantelar”. 


(Con información de adharayoga.com, yogaterapeutico.net y yogamexico.com)


Twitter: @caminoamarillo7


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Marién Estrada
  • Marién Estrada
  • [email protected]
  • Periodista egresada de la Universidad Iberoamericana, especializada en temas de cine y conciencia. Desde 2015 escribe la columna "Mente y Cuerpo Sanos" en Notivox Diario. Es autora de "Yoga en tiempos sociales".
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