En Durango, donde los paisajes secos esconden secretos de vida, germinó un colectivo que decidió hacer de la libertad su bandera: Los Yuma Project. Son músicos, pero también exploradores de lo invisible. Improvisan, componen y conversan con plantas y hongos.
Lo hacen a través de un dispositivo llamado Plant Way, que mediante electrodos captura vibraciones y las convierte en sonidos.

Más allá de la música
La naturaleza deja de ser solo un escenario y se convierte en un instrumento vivo, otro integrante de la pieza.
El colectivo está conformado por Jair Mijares, Isaías Sierra, Abraham Gallardo, Gerardo Salazar, Israel Pesci, Ángel Sauceda, Sebastián Medina y Daniel TC. Ocho nombres que resuenan como una orquesta de búsquedas distintas, pero con un mismo fin: experimentar.
Ahora, junto a la vocalista Lorena Bellavia, graban un disco que promete llevar estas exploraciones sonoras a un territorio más amplio.

Los hongos también cantan
La historia de Los Yuma Project tiene un punto de quiebre. Fue durante su segunda temporada, cuando recibieron la invitación a participar en la Feria del Hongo.
Ahí surgió la idea de trabajar directamente con estos organismos. Jair Mijares lanzó la propuesta y el resultado fue un hallazgo que transformó su manera de entender la música.
“El momento de acercar la mano a los insumos vegetales y sentir cómo reaccionaban al contacto humano fue crucial. De pronto había ritmos, respuestas eléctricas que se convertían en música”.
Mijares lo explica con la pasión de quien escucha lo inaudible: “La manera en la que tú detectas las vibraciones en las plantas y hongos es a base de los patrones rítmicos y la intensidad del mismo sonido. Cuando tocas al hongo, sube la intensidad del sonido y la rítmica comienza a variar un poquito más. Pero, a fin de cuentas, es algo estable: cuando tú conectas esos electrodos te van a emitir un patrón estable”.
“El reto, y lo que a mí me hizo darme cuenta de lo que implicaba tener este dispositivo y si quería llevarlo a algo más, es que necesitas monitorear una planta todo el día, todos los días, para ver en qué momento está más activa, en qué momento está en su proceso de fotosíntesis, si está recibiendo la luz del sol, si tiene agua o si no la tiene. Hay muchos estímulos a los que responde. Para conocer a la planta necesitas aprender a escucharla”.

Todo es un asunto de energía
Las manos cambian la energía. Los campos electromagnéticos vibran distinto. La tonalidad se desplaza como si la música respirara.
Mijares lo resume: “Al momento de tocarla, inmediatamente había un cambio en el patrón musical. Hay un cambio en la bioelectricidad de la planta. Nuestra piel es más conductora que la planta, y cuando la tocas, todo cambia, se ‘tripea y órale’, y empezamos a recibir más información y hasta menos, de repente”.
Israel Pesci, otro de los integrantes, aporta la visión técnica que sostiene la magia: el dispositivo Plant Way traduce la energía que libera la planta, la procesa digitalmente y la transforma en notas musicales.
“La planta se vuelve un integrante más, y así como uno siente más emociones, más intenso, la planta funciona igual”.
Gerardo Salazar lo dice de forma sencilla, casi como una conclusión que lo abarca todo: Los Yuma Project es un espacio colectivo para expandir horizontes.
No solo son músicos: son artistas diversos de Durango que encontraron en este experimento una puerta para cruzar hacia lo desconocido.
RM