En enero de 2017, Gabriela Riveros se encontró con una noticia que ocupó los titulares. Se informaba que, luego de ser robadas del Archivo General de la Nación, habían aparecido las memorias de Luis de Carvajal, “El Mozo”, en una casa de subastas de Nueva York.
Tres manuscritos miniatura donde El Mozo narró los avatares que junto a su familia vivió al migrar a la Nueva España para impulsar el proyecto del Nuevo Reino de León, que abarcó desde lo que es hoy Veracruz y Tampico, y hasta el sur de los Estados Unidos.

En entrevista para MILENIO, Riveros habló sobre las motivaciones para escribir “Olvidarás el fuego”, novela histórica que ha cobrado gran reconocimiento y que se presentará el miércoles 9 de abril en el Archivo Municipal de Torreón.
“Digamos que en la noticia se fincó mi motivación porque ya conocía la historia de los Carvajal. Muchos años atrás, siendo estudiante, la descubrí mientras escribía un cuento que está en el libro Ciudad mía, cuento que se titula Ciudad de nadie, en donde el que narra es el territorio donde ahora está la zona de Monterrey. Tuve que buscar historias poco conocidas para la región, y me sorprendió descubrir por qué nadie nos habló de que antes de que se fundara la ciudad de manera definitiva, hubo otras fundaciones y que una de ellas había sido de la familia Carvajal”.
La novela, editada en su primera edición en el año 2022 por Lumen, tiene un cariz de extraordinaria vigencia pues abarca fenómenos como la migración, la tortura, la desaparición forzada de las personas y finalmente el intento de anular la identidad ante el exterminio de la cultura y tradiciones de las familias que tuvieron poder o fortuna, y que en su fomento, siendo judías, fueron forzadas a abrazar el cristianismo, pero subrepticiamente practicaban su fe.
Gabriela Riveros comentó que por eso hizo una aclaración, pues aunque existen paralelismos sobre la intolerancia y el interés económico, no fue lo mismo la Santa Inquisición que la Alemania Nazi que abanderó una causa racista, es decir, si se era judío no importaba la práctica religiosa. Con o sin ella serías perseguido, confinado y ejecutado en un campo de concentración.
“Los nazis tenían un tema racista, si eras judío, no importaba si lo practicabas, te iban a matar, en cambio de la inquisición no era su lógica, ellos iban a exterminar la herejía, no les interesaba el color de tu piel, si habías sido judío, si te habías convertido de corazón no morías, sí es diferente, no es un tema racial, aclaré eso en la novela”.
Ya hay una película sobre Luis de Carvajal
Tras leer la noticia sobre el hallazgo de los documentos, ella pensó en hacer la primera novela de Luis de Carvajal, pues aunque sabía que existe una película con este personaje realizada en los años setenta por Arturo Ripstein, una pequeña obra de teatro escrita por Sabina Berman y la ópera Carvajal.
“Tenía la idea de hacer algo seccionado, sin embargo la novela fue creciendo mucho sobre la marcha porque no me imaginé el peso que iba a tomar el tío”.
“¿Por qué la gente migró hasta 1580 si los expulsaron de España en 1492? ¿Por qué si hay tantos descendientes de los judeoconversos, por qué de ellos, de los Carvajal, ya en el norte no están? Investigando la historia del tío me di cuenta que se había contado con mucho sesgo, con desdén, y que los historiadores tomaron como verdad lo que dijeron sus enemigos pero en el siglo XXI se empezó a desmentir eso porque apareció la evidencia de que sí había hecho lo que escribió en su autodefensa en la cárcel y la novela comenzó a crecer”.
Un libro de historia con muchas voces
Riveros tuvo que echar mano de muchas voces narrativas para que no fuera un libro de historia con el mismo narrador. Explicó que hay partes que son con un narrador omnisciente, que empiezan con tiempo y espacio, luego otras que son el hermano que sobrevive y logra huir a España y narra desde allá, quien es Baltazar aunque luego se cambia el nombre. Pero hay otros personajes que se ganaron su atención durante el proceso de construcción de la novela.
“Tuve acceso a los documentos y pude incorporar las voces de los personajes que hablan en el siglo XVI y traerlos al siglo XXI, por eso la novela tiene once tipografías. Creo que las obras artísticas deben ser abiertas a la interpretación, a que nos hagamos más preguntas y por eso comparto una mesa de trabajo, mapas, pongo árboles, fotografías, incluso hay pasajes en cursivas que son los chismes del pueblo. Utilizo muchos recursos literarios para contar una historia”, dijo.
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