Una bestia herida que se alimenta de sus entrañas pues nada puede saciar su hambre, quizás un jaguar o un perro de ojos amarillentos, vaga por La tierra clama nuestros nombres (Oculus), la primera, y admirable, novela de Javier Armendáriz, quien se interna en la realidad mexicana hasta cubrirla con un aura cenagosa que obliga a instalarnos en una irrealidad demasiado parecida a la rutina espantosa de todos los días —y sus noches, aún más abismales— y a la vez demasiado próxima a las atmósferas sulfurosas de las pesadillas. Armendáriz no documenta, no agita el dedo pontificador, no hace propaganda. Lo suyo es la creación de un mundo a partir de las cenizas del nuestro.
Ese mundo está presidido por una laguna que va perdiendo su esplendor a medida que crecen las ambiciones de un grupo de políticos tan hambrientos de poder y sumisión como la bestia que acecha en las tierras solitarias de Las Coloradas, una pequeña ciudad al norte de México donde parecería que no hay lugar para el resentimiento convertido en rabia colectiva ni para las germinaciones oscuras, pero termina siendo justamente eso. Por La tierra clama nuestros nombres atraviesan grupos delincuenciales, programadores de noticias falsas para desprestigiar al gobernante en turno, equilibristas del poder, periodistas a la caza de la noticia oculta en las sombras… y, sin embargo, ninguno de estos ingredientes logra contener a la imaginación. Están solo para servir de criados diligentes (Javier Armendáriz intercala incluso una fábula interestelar sobre el influjo embrutecedor de la propaganda agazapada en el anonimato en los corazones del pueblo bueno).
El detonante de La tierra clama nuestros nombres es la desaparición —¿y otras abominaciones?— de una niña, que conduce al linchamiento de quien ha sido señalado por el griterío y la pacatería popular. A su ritmo y conveniencia —porque damos saltos en el tiempo y la narración cambia de humores y de voces—, esos hechos, tan de la memoria común, van deshaciéndose lentamente de su sitio en la nota roja y en las malas novelas para transfigurarse en un pájaro de fuego. Javier Armendáriz ha dado respuesta a una de las grandes preguntas de la literatura: ¿cómo destilar la realidad?
La tierra clama nuestros nombres
Javier Armendáriz | Oculus | México, 2024
AQ