Sin una escritura deslumbrante, pues se empeña en sonar prosaica y aun descuidada, y un entramado con las costuras expuestas, Carlos Ferraez consigue una novela de una contagiosa emotividad: Mapas inútiles (Almadía). Así es: hay exploraciones sobre el inconfesable sentimiento de abandono que se emprenden con recursos limitados.
Mapas inútiles ocurre bajo el impulso del viaje en dos sentidos: físico —por carretera, de la Ciudad de México hacia Tampico— y catártico —siguiendo el rastro casi invisible del padre ausente para responder de una vez por todas al vacío existencial de uno de los protagonistas—. Es abundante en peripecias cargadas de malos augurios que terminan siempre disipándose y de actos guiados por un azar chapucero que gasta bromas solo para aligerar la carga de saberse una biografía incompleta.

“Yo era ese güey que había ido en un auto prestado […] a buscar al padre con el que nunca había hablado”, dice José Ángel. No va solo. Itzel, una estudiante de astronomía, casi una desconocida, se une a la pesquisa ignorando que se dirige también a desenterrar su doloroso pasado. No tardarán en reconocerse como dos seres a quienes la familia, esa institución tantas veces fincada sobre el silencio y las medias verdades, les ha negado sus servicios.
Y ahí vamos, a pesar de esa escritura sometida a los balbuceos gramaticales de las redes sociales, ahí vamos a Tampico, donde nada tiene más importancia que el calor y el avistamiento de ovnis. ¿José Ángel encontrará a su padre, del que solo guarda un nombre y una novela de ciencia ficción ya olvidada? La pregunta sobrevuela Mapas inútiles pero pronto descubrimos que el propósito de Carlos Ferraez está en otra parte: no en la resolución sino en los pasos a ciegas, las pistas falsas, los callejones que conducen a otros callejones, la posposición como única respuesta.
Si, entre otras cosas, una obra literaria aspira a la complicidad de los lectores, creo que Mapas inútiles lo ha conseguido. Dije que transmite una contagiosa emotividad, que obtiene al contrastar las señales precisas de la orfandad, que son las de una injusta vulnerabilidad, y el llamado a la aventura. Al final, nos queda la impresión de que no perseguimos otro fantasma que aquel en el que podríamos convertirnos.
Mapas inútiles
Carlos Ferraez | Almadía | México | 2025
AQ