La pantalla, la imagen, se han impuesto como elementos mediadores de sociabilidad y eso da un papel cada vez más preponderante a la imagen en nuestros días: hoy día, la imagen ya no se contenta con ser una mera escritura, ya no sólo es una manera de describir la información, “sino que se convierte en un lenguaje universal, que manejamos de una manera espontánea”, a decir del crítico y promotor de arte español Joan Fontcuberta.
“Hoy usamos las fotos que tomamos con los celulares para comunicar determinados mensajes con nuestros amigos, con nuestras relaciones, con nuestros familiares, y eso trastoca la funcionalidad de la imagen, pero al mismo tiempo la incrusta en nuestros hábitos personales, de sociabilidad o de comunicación. Por tanto, entiendo que por la pandemia la imagen se ha consolidado como un elemento sustancial de lo que es nuestra naturaleza social y humana”.
El fotógrafo y ensayista, uno de los protagonistas del programa de la Feria Nacional del Libro (Fenal) de León, tan sólo acaba de inaugurar en Barcelona, España, un mural fotográfico integrado por más de 50 mil imágenes, bajo el título “Miradas desde el confinamiento”, en donde se plasman muchos de los intereses que definen su manera de entender a la fotografía, en especial en tiempos de pandemia.
“A mi juicio, la imagen ha ganado un papel preponderante. Hemos suplido nuestra presencia en el espacio público, en el ágora social, por las pantallas: en las ciudades la gente se aprestaba a los balcones o las ventanas, pero para tener una comunicación con los demás recurríamos a la pantalla de nuestra computadora y a través de las videoconferencias seguíamos trabajando y platicando, manteniendo unas relaciones sociales”.
Interesado en la relación entre la imagen y la palabra, el fotógrafo de vocación lleva la imagen a una narrativa en la que vincula la palabra al texto, a la comunicación verbal. Ahí no encuentra un conflicto, sino la posibilidad de colaboración que enriquece nuestros hábitos de expresión: “es cierto que hay imágenes que valen mil palabras, pero también hay palabras que valen mil imágenes”.
“Nos hemos encontrado con tecnología digital que trastoca esa noción de huella inherente en la fotografía, tal como la conocimos en el siglo XIX y en el siglo XX. Hay una serie de cambios en lo político y en lo comunicativo, que propician un tipo de imagen con otros valores: así como antes, la verdad era una obsesión. Hoy día, la verdad es una opción”, a decir del también autor de libros como Estética fotográfica, El beso de Judas. Fotografía y verdad o La cámara de Pandora.
La obra de Fontcuberta es albergada por recintos como el MoMA de Nueva York, el Metropolitan Museum of Art de Nueva York, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid o el Centro Pompidou de París.
Posverdad y fake news
Algunas de las premisas a las que ha apuntado Joan Fontcuberta es que toda fotografía es una interpretación, no necesariamente un reflejo, lo que ha quedado refrendado por la propia evolución de los hechos:
“Hoy estamos en una sociedad que se ve aquejada de posverdad, de fake news, de hechos alternativos, lo que ha hecho que comparta mi atención hacia otros problemas de lo fotográfico, como la materialidad de la imagen y la memoria: la amnesia de la fotografía, sobre todo cuando alcanza ciertos estadios degenerativos.
“Lo que me interesaba era analizar de manera profunda la naturaleza de la imagen fotográfica y, para eso, debíamos recurrir a su momento de arranque histórico, en el siglo XIX, con la revolución industrial, con la cultura tecno-científica, con la sensibilidad empírica de ese momento, esa voluntad de archivo, de memoria: la fotografía ha sido el depositario de una serie de valores, cuyo embrión encontramos precisamente en un determinado anclaje histórico”.
La verdad es uno de los elementos a los que ha dedicado más atención Fontcuberta en su faceta como investigador, siempre vinculado con la imagen, bajo la certeza de que la cámara es un mecanismo para negociar nuestro modelo de realidad, una manera de pensar el mundo y, por lo tanto, de forjar una cierta opinión, un cierto patrón de lo que es verdadero.
“La historia ha ido avanzando y nos hemos encontrado con doctrinas posmodernistas que hablan de la ambigüedad y del simulacro: entiendo la verdad no como la consecución de un dogma, sino como una búsqueda y la verdad entendida como una actitud, un recorrido que debe vencer obstáculos, prejuicios, autoritarismo o ideas fijas”.
Ese proceso no sólo lo desarrolla en forma teórica, sino incluso mediante su trabajo fotográfico, buena parte del cual se mueve alrededor de “la verosimilitud de la imagen y su capacidad para representar y suplantar el mundo real”.
“La imagen adquiere una función de palabra, de interacción social y de comunicación. A veces tiene una interacción lúdica: la fotografía está ocupando unos espacios nuevos y los comparte con los valores históricos, como son verdad y memoria”, destacó el artista.
PCL