Cultura

Cristina Mittermeier, la bióloga marina y fotógrafa mexicana que busca conservar los mares

En el Día de la Tierra, la mexicana habla sobre la urgencia de proteger el océano, la creación de Dos Mares y el poder de una imagen para despertar conciencia ambiental.

Fotógrafa, bióloga marina y una de las voces más influyentes en la conservación de los océanos, Cristina Mittermeier ha recorrido el planeta capturando la belleza —y la fragilidad— del mundo natural. Hoy, al frente de iniciativas como la reserva Dos Mares, su mirada está puesta en el Golfo de California, uno de los ecosistemas marinos más importantes del mundo.

Esta conversación no es sobre catástrofes. Es sobre límites. Sobre ese punto en que la belleza se convierte en advertencia. Mittermeier no se detiene a lamentarse. Aquí, una entrevista exclusiva para M Revista de Milenio sobre Dos Mares, sobre la ciencia que sostiene la esperanza y sobre el coraje de no rendirse cuando aún queda algo por salvar.

¿En qué momento sentiste que era necesario crear Dos Mares y cómo se gestó este proyecto?

La industria pesquera ha sobreexplotado los océanos de México y del mundo. Eso me impulsó a dedicar mi vida a la conservación. Después de viajar a más de 130 países, regresar al Golfo de California —el “acuario del mundo”— me recordó lo especial que es este lugar, con la mayor diversidad de cetáceos del planeta. México tiene un tesoro natural, pero lo hemos maltratado. Al involucrarme con FOMARES, vi que lideraban esfuerzos para proteger al Golfo, no solo de la pesca industrial, sino también del turismo irresponsable. Así nació la idea de crear la reserva Dos Mares, una propuesta urgente y visionaria. México se comprometió a proteger el 30% de su territorio terrestre y marino para 2030, pero vamos muy atrasados, y nuestras reservas actuales no tienen suficiente respaldo.

¿Estamos realmente en un punto de no retorno?

Tristemente estamos cerca, pero todavía hay tiempo. Si protegemos ecosistemas estratégicos con áreas bien resguardadas, donde se prohíban actividades destructivas, podemos darles resiliencia mientras enfrentamos otros problemas. La batalla aún no está perdida.
Fotografía: Cristina Mittermeier
Fotografía: Cristina Mittermeier

Si el aumento de la temperatura global supera el límite de 1.5 ºC establecido en el Acuerdo de París, ¿cuáles serán las consecuencias más inmediatas y visibles?

Se pensaba que llegaríamos a esa temperatura en 100 años. Pero en 2024, alcanzamos ese límite. Las consecuencias ya están aquí: incendios cada vez más frecuentes, lluvias erráticas, sequías prolongadas y huracanes más feroces. El agua caliente se expande y alimenta estas tormentas. Además, perdemos barreras naturales como manglares y arrecifes de coral. En lugares como la Antártida, el derretimiento del hielo ya es irreversible, lo que podría elevar el nivel del mar hasta 10 metros. Eso afectará directamente a las generaciones futuras.

Tus imágenes muestran tanto la majestuosidad como la fragilidad del océano. ¿Puede una foto generar un cambio real?

Absolutamente. Los grandes movimientos sociales comienzan con una visión. Martin Luther King Jr. dijo “Tengo un sueño”. Quiero que mi fotografía represente ese sueño de un futuro posible. No busco infundir miedo, sino esperanza. No señalo culpables, simplemente muestro lo que está ocurriendo y extiendo una invitación: “Mira esto. Vale la pena protegerlo”.

¿Por qué crees que, a pesar de la evidencia científica y las consecuencias visibles, algunos gobiernos siguen posponiendo acciones urgentes contra el cambio climático?

Porque hay mucho dinero detrás de industrias como las de hidrocarburos y minería. Son empresas poderosas con estrategias de comunicación bien financiadas. Mientras algunos se enriquecen, seguimos explotando recursos a un ritmo insostenible. Muchos gobiernos trabajan desde distintos ángulos, pero el océano sigue siendo subestimado. Es clave para regular el clima y equilibrar la química del planeta. Produce el 50% del oxígeno que respiramos gracias al fitoplancton, que, aunque invisible, es fundamental. También ayuda a capturar el exceso de dióxido de carbono, uno de los mayores responsables del calentamiento global.

Como mujer mexicana dedicada a la conservación marina, ¿cómo ha sido tu experiencia enfrentando los riesgos —personales y estructurales— que conlleva el activismo ambiental?

Siento que he vivido cien vidas. La mitad de ellas buceando y compartiendo espacio con criaturas increíbles, difícil de expresar con palabras. He visto el mundo submarino desde otra perspectiva. Parados en la tierra, no dimensionamos lo que hay allí abajo. Ojalá que todo este esfuerzo valga la pena. Efectivamente, es una labor difícil y muchas veces peligrosa. Pero para mí, no hacer nada no es opción. ¿Qué les voy a decir a mis hijos si un día me dicen: “Mamá, tú estuviste ahí… y no hiciste nada”? Es verdaderamente complejo lograr acuerdos y tratados legales en pro de el planeta. En particular los océanos, parecería que están olvidados.

¿Qué consejo le darías a las nuevas generaciones que sienten el llamado de cuidar el planeta, pero no saben cómo traducir esa inquietud en acción concreta?

Que no esperen una invitación. Todos sentimos angustia, pero hay que actuar. Empiecen desde casa: reciclen, participen en voluntariados, hagan pequeñas acciones. Todo suma. Lo importante es empezar. Educarse en el tema es fundamental, informar a nuestros niños. Esto es algo en lo que todos podemos tomar acción.


hc

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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