Olvido y no quiero que se me olvide nada. Por eso escribo. No con afanes literarios. Escribo porque creo que la palabra y la voz de los otros son muy importantes. Pero los demás no son distintos a mí: olvidan y pueden combatir ese olvido con la escritura, sin importar la formación y el oficio o carrera que tengan, asegura Laura Athie fundadora y directora del Centro de Producción de Lecturas, Escrituras y Memorias (LEM).
Autora de los libros: "Robótica. Los jóvenes que la saben hacer en México", donde retrata a 19 muchachos que se dedican a esa ciencia; de "Cómo cocinaban las abuelas" ya en su segunda edición, en el cual relata la vida de 29 abuelos y abuelas, y sus recetas de cocina, contados por sus nietos. Y también de "Calva y brillante como la luna", crónicas de sus viajes y de su vida "cruzada por la enfermedad, el lupus, pero también donde habló de amor, de trabajo y de cómo mi abuelo llegó de Líbano a Veracruz".
Así, plenamente convencida de que la escritura sin afanes de búsqueda de premios literarios o de tirajes de miles de ejemplares en grandes editoriales, invita a todo el público, desde adolescentes hasta ancianos, a escribir su historia a través del diplomado "Terapias narrativas y construccionismo social" que diversos maestros impartirán a partir del próximo año en la Avenida 2 Poniente número 518, interior 8, en el Centro Histórico de la ciudad de Puebla.
Previo a las clases, Athie dará una plática informativa y practica sobre esta terapia, originada en Australia, el sábado 8 de diciembre a las 12 horas, en la sede de LEM para mostrar cómo se pueden contar la historia propia y la de otros "para recordar de dónde venimos, y saber hacia dónde vamos. Y hay que decirlo, también, es una forma de sanación".