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"Me amaba y yo le importaba”: Mari busca a su pareja desaparecida entre las llamas de una explosión en Guadalajara

Hace casi dos meses se reportó el hallazgo de algunos objetos y restos, lo que reavivó la esperanza de que se pudiera identificarlo, pero no ha habido respuesta

El despertador suena antes de que salga el sol. Mari abre los ojos y, por unos segundos, olvida que la cama a su lado está vacía. Desde hace casi cuatro meses, el espacio que antes ocupaba Jorge Octavio permanece intacto. 

Un silencio incómodo se ha instalado en la casa que ambos compartían y se interrumpe de vez en cuando sólo por las voces de los cuatro hijos de Mari que se alistan para seguir con su rutina.

El 30 de abril de 2025, en la colonia Álamo Industrial, en Guadalajara, una explosión devastadora sacudió una fábrica de aerosoles, dejando a su paso muertos, heridos y familias rotas marcadas para siempre por la ausencia.

María Guadalupe Ibarra Ramírez es una de esas personas. Su vida cambió para siempre aquella tarde. Su pareja, Jorge Octavio Rivera, trabajador de la fábrica, desapareció entre las llamas, y hasta hoy no se sabe con certeza qué ocurrió con él, ni dónde están sus restos.

Desde ese día, Mari, como le dicen, ha tenido que asumir el papel que él desempeñaba en la familia: el sostén económico, la cabeza del hogar y la encargada de luchar para mantener la esperanza viva, pese a la incertidumbre y el dolor.

Ésta es la historia de Mari, una mujer que, sin previo aviso, tuvo que convertirse en jefa de familia para seguir adelante.

Más allá de los estados

La historia de Mari y Jorge comienza años atrás, cuando él llegó a Jalisco desde Sinaloa en busca de oportunidades.

“Lo conocí trabajando en una empresa de una recicladora. Ahí es donde lo conozco a él. Él siempre ha sido montacarguista y ahí en esta empresa también era montacarguista. Él viene de Sinaloa para buscar una mejor oportunidad”, recuerda Mari.

En aquella recicladora fue donde ambos se conocieron, empezaron a compartir tiempo y después se hicieron pareja. “Tengo entre siete y ocho años más o menos de conocerlo, de vivir juntos como cinco años o casi los seis años de estar viviendo ya juntos”, comparte.

Él era amable y responsable. “Si podía ayudarte, te ayudaba, te echaba la mano. Era responsable. Siempre me hizo saber que me amaba, que me quería con detalles. Sí me traía flores seguido o hacía comida como los aguachiles. Alegre, era serio, muy serio y un poco celoso”, ríe mientras recuerda a su gran amor.
Mari extraña esa presencia firme y el cariño constante que le demostraba: “Yo quiero compartir mi vida con esta persona, porque me demostraba que me quería, que me amaba y le importaba lo que yo necesitaba, si yo estaba enferma, me ayudaba, me llevaba al médico”.

Con el tiempo, ambos decidieron cambiar de empresa. Jorge Octavio entró a la fábrica de aerosoles por recomendación de un amigo, y ahí trabajó durante cinco años… hasta desaparecer.

Jorge Octavio Rivera
Jorge Octavio Rivera trabajaba en la fábrica de aerosoles en Guadalajara (Cortesía)

A él no solamente lo espera su pareja, sino también su madre y sus cuatro hermanos, que siguen atentos a cualquier noticia. “Yo les digo lo que sé, de cómo ha ido la investigación, cómo se estaba llevando todo esto”.

El día que todo cambió

Aquella tarde del 30 de abril, Jorge Octavio no llegó a casa ni contestó el teléfono. La incertidumbre se apoderó de las horas siguientes.

“Por lo regular, siempre nos hablábamos o él me hablaba antes de salir. Ese día no me había hablado. Yo le marqué desde las cuatro y media, me mandaba a buzón y así en repetidas ocasiones le marqué, pero no me contestó. Me mandaba a buzón”.

Casi a las seis de la tarde un compañero de Jorge le llamó y le dijo que había ocurrido una explosión en la empresa y que no vieron salir a Jorge. “Le digo que voy para allá y pues me voy, me voy para allá”.

Desde Tlajomulco, donde vivían, Mari y uno de sus cuatro hijos se trasladaron a la zona de la explosión con la esperanza de encontrarlo.

“Mi hijo me lleva y tienen que moverse y nos vamos para allá, tratando de saber algo sobre Jorge, si se había salido, si estaba herido o algo. Pero nadie me daba razón de eso”.

La desesperación la llevó a preguntar en todas partes, y se topaba con la misma respuesta: no podían darle información y la zona seguía siendo peligrosa por posibles explosiones secundarias.

“Estuve preguntando con los de Protección Civil, que eran los que resguardaban ahí para que no hubiera paso, o policías que andaban ahí resguardando para que la gente no se acercara a la empresa, porque había peligro todavía de que se escuchaba que había pequeñas explosiones o no sé qué era lo que todavía se escuchaba”. Pero la respuesta nunca llegó.

La mañana siguiente, Mari consiguió entrar al puesto de socorros y le confirmaron que Jorge era uno de los tres desaparecidos del incendio: 

“Pues que sí está dentro de tres personas desaparecidas de ese día, pero que se habían encontrado dos cuerpos durante la madrugada y pues que tenía que ser un protocolo para hacer ADN y alguna información que yo tendría que dar para que se hiciera el ADN con los dos cuerpos encontrados para saber si era alguno de ellos”.

Este momento marcó el inicio de una espera angustiante: la posibilidad de que Jorge estuviera entre los cuerpos o desaparecido en medio del desastre. 

“Me dolió mi alma. Sí, me dolió mi alma el saber esa parte, pero a lo mejor y se oye mal, pero yo creo que hubiera descansado y no estar con esto de más de tres meses en incertidumbre, en pensar ¿Dónde está, qué pasó? Me dolió mi alma”.

Desde entonces, Mari ha vivido un vaivén de emociones, con momentos de esperanza y retrocesos dolorosos.

Zona del Álamo donde  ocurrió el incendio
Zona del Álamo donde ocurrió el incendio. (Fernando Carranza)

Hace casi dos meses se reportó el hallazgo de algunos objetos y restos, lo que reavivó la esperanza de que se pudiera identificarlo.

“Hace como mes y medio, que fue cuando sacaron que se habían encontrado un diente, un celular, unas botas, una camisa. Fue cuando había escuchado pues que posiblemente se iban a mandar a investigación o al menos el diente se iba a mandar a hacer la confronta con lo del ADN que ellos tenían para saber si pertenecía a él”, narra.

Para Mari, que ha tenido que enfrentar todo sola y muchas veces en silencio, era como un descanso para quien desde hace meses se hace la misma pregunta: ¿Dónde está Jorge? “Era como un descanso de ‘ok, ahí va a estar’ o ahí está aunque sea doloroso”, pero ya no pasó nada más.

La falta de comunicación oficial la mantiene en un perpetuo estado de incertidumbre. Ahora, solo pide a las autoridades que “me den algo de tranquilidad, demostrando dónde está Jorge o qué es lo que pasó con él”. Solo así podrá encontrar la paz y el final de una pesadilla que comenzó ese 30 de abril.

Mari, pareja sentimental de Jorge, cuenta cómo han sido las semanas posteriores a la desaparición de su compañero de vida
A pesar de las labores de búsqueda no hay rastro de Jorge (Foto: Fernando Carranza)

Uno tras otro

En medio de la angustia, Mari ha tenido que convertirse en la cabeza de su hogar, asumiendo responsabilidades económicas y legales.

Antes del accidente, Jorge Octavio era quien sostenía la economía familiar, mientras Mari ayudaba en casa y trabajaba esporádicamente.

“Cuando Jorge estaba trabajando, cuando estaba al frente de la casa, yo nada más me dedicaba a cuestiones del hogar. Últimamente había entrado a trabajar cada tercer día en un local donde se venden productos de limpieza, pero no iba diario”.
Ahora, ella es la jefa de familia y única responsable: “Se me viene todo, los recuerdos, los problemas de deudas, de que ahora tengo que estar yo enfrente, porque de él dependíamos”.

Con la voz entrecortada, confiesa que el pesar va y viene, entre los recuerdos, la esperanza y los problemas que se agolpan uno sobre otro.

“Se me viene todo el hecho de los problemas de deudas, de que ahora tengo que estar yo enfrente, porque pues de él dependía mi familia, de él dependíamos, entonces pues es ponerte al frente y estar fuerte y sobresalir, pues ha sido difícil”.

El contacto con la empresa de aerosoles en la que trabajaba Jorge Octavio ha sido mínimo. El apoyo fue efímero.

Mari, pareja sentimental de Jorge, cuenta cómo han sido las semanas posteriores a la desaparición de su compañero de vida
A escombros se vio reducida la fábrica donde Jorge desapareció (Foto: Fernando Carranza)
“La empresa nomás al principio y después ya no, que era hasta saber si se encontraba el cuerpo de Jorge y ya después de eso iban a dar beneficio de lo que a él le correspondía por derecho”, explica.

Después de la tragedia se le ofreció apoyo en el Sistema Estatal para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) para recibir atención psicológica; también acudió a Atención a Víctimas.

Sin embargo, la carga de atender sola a su familia y trabajar le impidió continuar con esos apoyos.

“Tuve que estar al frente de la situación, de la familia, de gastos, de deudas, de esto y de aquello, tengo que trabajar, entonces ya se me complicó el estarme moviendo y ya no fui a una cita que quedamos y ya no hubo respuesta de seguimiento”, cuenta.

Hoy, Mari sigue a la deriva, en espera de respuestas que le permitan cerrar su historia de amor convertida en tragedia.

OV

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