Ubicada casi en el corazón de Monterrey, de la colonia Independencia bien dice la letra de la canción de Los Líderes, de la que también hizo una versión La Tropa Colombiana: “Desde el río hasta la loma las casitas se amontonan,/ como espuma en mi cerveza./ Mi colonia Independencia/ nunca te voy a olvidar/ medio mundo he recorrido pero no he podido hallar otra colonia como ésta”.
Y es que solo esta colonia, del suroriente regio, podría tener una canción vuelta himno y también un libro: “La colonia Independencia, barrio donde nací. Historia, contextos y resistencia popular”, editado por la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) y coordinado por Lylia Palacios Hernández, en el que se incluyen investigaciones que dan cuenta de los registros y alcances que ha tenido esta colonia desde sus orígenes hasta la actualidad.
Porque como dice otra canción: “Tengo orgullo de ser del norte, del mero San Luisito…”, ahí ya se menciona de dónde viene esa masificación del llamado antes Barrio San Luisito, aunque hay más sobre esta narrativa histórica. Porque la Indepe es un término que abarca más colonias como Tanques de Guadalupe, América 2, San Pío X o Nuevas Colonias.
Y en esta obra hay de todo, desde los temas urbanos, políticos, sociales, culturales y un fenómeno muy marcado de gentrificación.
De verdades y estigmas
En los planos de la urbe, la Indepe se localiza al sur del municipio de Monterrey, con límites al norte con el río Santa Catarina, y al sur con el cerro de la Loma Larga, borde natural que separa a Monterrey con San Pedro.
La Indepe, menciona Elided Hernández Acosta en la publicación, ocupa un lugar privilegiado, al estar cerca del centro de la ciudad, conexión que para sus vecinos se puede dar con el Puente del Papa, otro símbolo urbano de Monterrey, así como lo es el Santuario, al que cada año acuden en masa los fieles el 11 de diciembre a cantarle “Las mañanitas” a la Virgen de Guadalupe.

Esta colonia además de asumir procesos sociales y territoriales, se enfrenta a la estigmatización que se ha hecho de sus habitantes, al ser señalada de manera frecuente como “barrio bravo”, a veces sin tomar en cuenta que hay juntas de vecinos y la misma comunidad de la Indepe que buscan el bien para sus habitantes, como se indica en este libro.
Desde luego que también cuenta con su flora, como el tasajillo (un arbusto alto de flores amarillas), la flor de jacaranda y la flor de tronadora, y fauna, como el loro tamaulipeco, el murciélago trompudo (en peligro de extinción), la libélula de alforjas rojas o la guacharaca norteña que parece una pequeña gallina, entre muchas.
Gentrificación y música colombiana
En la cuestión política se han destacado en los últimos años los proyectos de la Interconexión Vial Monterrey-San Pedro y la cruz monumental Memorial de la Misericordia, para lo que han organizado la Junta de Vecinos en Resistencia, tema que en el libro desarrolla José Esteban Pérez Torres, además de la gentrificación como parte de la transformación de clases no hegemónicas en esta colonia.
Desde luego el valor cultural y social que representa esta colonia y que es abordado por Rodolfo A. García Martínez está muy bien dicho: “El barrio me respalda”, con referencias al activismo, la transformación social y cultural.
En este capítulo menciona la divulgación de la música colombiana y quienes la exaltaron en el arte, como el acordeonista y cantante Celso Piña, quien creció por esos rumbos, y que los inmortalizó incluso en sus videos.
Su talento dejó un gran legado musical y que tiene su fuente en los sonideros, oficio que han cultivado los hermanos Dueñas, el Mambo, Jorge Rada, Mario Durán, Los Murillo, Gabino Hernández, Jorge Solís, Pedro Valdez, Mario Alfaro, Gonzalo Méndez, que muestran la riqueza cultural de la también llamada “Indepe Colombia”:
“Este barrio se ha identificado tanto con su música, que no nos sorprende un video o películas, donde se junten imágenes del puente, el río, las casas y la gente con música vallenata o cumbias. Alrededor de los sonideros rondan memoria y prácticas culturales y educativas, todo tipo de anécdotas y un gran sentido de comunidad. En torno a este oficio tan característico, y de los bailes, se han construido ‘lazos afectivos materiales e inmateriales de nuestra geografía pero también de la psicogeografía’ de esta comunidad. Se sigue cultivando el oficio de sonidero, ‘un oficio que se aprende por amor’ y no desde el aula sino ‘desde los entornos y contextos en donde se democratizan los saberes, desde lo material e inmaterial’ esto es, desde la familia, la calle, el barrio”, menciona García Martínez.
El cine también ha captado el movimiento de la música colombiana y un ejemplo es “Ya no estoy aquí”, de director Fernando Frías, quien aborda la dureza del barrio y la cultura que la envuelve.
Porque si la Indepe es la cuna de la música colombiana, también lo es de sus movimientos, y uno de ellos es el de los 'cholombianos'.

Bien ambientado este filme, con todo y los escenarios propios donde transitan quienes viven esta cultura, desde su vestimenta, actitud y los ritmos que los hicieron cantar y bailar.
Ulises, interpretado por Juan Daniel García Treviño, quien además de disfrutar la música, debe enfrentar el estigma social y uno de los capítulos más crudos de la violencia, lo cual provoca que este personaje emigre a Nueva York, en donde sobrevive a otros estigmas.
Pero en el regreso a Monterrey, su barrio sí lo respalda, pero ya en otras circunstancias. Destacan varias escenas filmadas en calles de la colonia Independencia y en La Risca, y sobre todo una que destaca la vista al Puente del Papa, escenario de esta y un sinfín de historias.
El arte de habitar el barrio
Otros autores que intervienen en este texto son Arnoldo David Díaz Tamez y Leïly Hassaine Bau. La edición cuenta con fotografías, planos y cuadros sinópticos que contextualizan muy bien el lugar que ocupa en la historia esta colonia.
En el capítulo final, “El arte de habitar en la Loma Larga”, Lylia Palacios reúne visiones de la gente de a pie, las que hacen el recorrido a diario, las que le relatan al mundo sus vivencias, su testimonio, como el de Yolanda Ramos Arias:
“Para mí la colonia Independencia es muy importante, porque no se ve en ningún otro lado: aquí parece un pueblito que todo mundo camina, todo mundo se conoce, se saluda y… hay sus dificultades, sus limitaciones, sí, sí. Pero es una colonia que no la ves en ningún lado. Y estamos cerca del Centro, que eso permite mucho caminar. Si se fijan en el puente, cada rato se ve gente, pasan por allí, van y vienen. Es una colonia que realmente parece un pueblito dentro de una ciudad” (pág. 264).
Símbolo de Monterrey
La colonia Independencia no es solo un trazo urbano en el mapa de la capital regia; es un corazón que late con música, memoria y resistencia.
Cada calle, cada puente y cada casa llevan consigo una historia de lucha contra el olvido y la estigmatización, pero también un canto de orgullo que se aferra al acordeón y a la cumbia como si fueran banderas.

La Indepe ha sabido transformar sus cicatrices en identidad, y en sus muros y sonidos se escribe la crónica de un barrio que aprendió a sobrevivir siendo comunidad.
Porque aquí no hay fronteras entre lo sagrado y lo popular: lo mismo se enciende una veladora en el Santuario que una tornamesa en un baile sonidero.
Y es ese mestizaje el que convierte a la Indepe en un territorio irrepetible, donde la fe convive con el tambor, donde la memoria se transmite de abuelos a nietos en cada esquina, donde lo que otros llaman 'barrio bravo' sus habitantes lo traducen en orgullo.
La gentrificación intenta borrar esas huellas, pero la música y la palabra siguen siendo trincheras de resistencia.
En cada canción que la nombra, en cada película que la retrata, en cada voz que la defiende, la colonia Independencia demuestra que su historia no cabe en un solo libro ni en un solo himno.
Es un barrio que se narra solo, desde el río hasta la loma, con el eco de Celso Piña y el respaldo de su gente.
“Mi colonia Independencia nunca te voy a olvidar…”, cantan sus hijos, y no es promesa vacía: es la certeza de que mientras haya acordeones y memoria, este barrio seguirá siendo alma y espejo de Monterrey.