Familiares de personas desaparecidas y habitantes de San Miguel Ajusco, denunciaron que desde hace años, el Parque Nacional Cumbres del Ajusco, ha pasado de ser una reserva natural a depósito clandestino de cadáveres.
“Vienen aquí a robar al pueblo o vienen a tirar a los muertos. Y luego dicen que: 'los del Ajusco somos rateros, secuestradores y ahora ya nos acusan que nos robamos a la chamaca (refiriéndose a Amelí, joven desaparecida en julio pasado en el Ajusco)"
Denuncia uno de los habitantes del pueblo San Miguel Ajusco, quien considera que quienes acuden a la zona a realizar actos delictivos, no pertenecen a los pueblos originarios ubicados en la zona, sino que acuden de otros puntos de la capital del país, e incluso de otros estados.
Señala que aunque el hallazgo de cadáveres y restos humanos, es común, prefieren no denunciar por temor a ser "chivos expiatorios", de un crimen que no cometieron, al dar aviso a las autoridades.
La desaparición de Amelí García, estudiante de la UNAM, en julio pasado, en la zona conocida como 'El Pico del Águila' en el Ajusco, generó la mayor movilización de búsqueda de personas por parte de las autoridades en esta zona, pues implicó la participación de la Comisión de Búsqueda, Fiscalía de Justicia Capitalina, e incluso de la Secretaría de Defensa Nacional, quienes con drones, binomios caninos y hasta helicóptero, se movilizaron para buscar a la joven.
Incluso, los habitantes de los pueblos originarios aledaños, denunciaron que sus casas fueron cateadas por la Policía de Investigación, sin orden judicial.
Madres buscadoras de personas desaparecidas en la misma zona, recuerdan que las búsquedas de personas iniciadas por ellas, comenzaron hace varios años, tras recibir mensajes anónimos de que posiblemente, podrían tener hallazgos en la zona, pero inicialmente, ellas, no recibieron respaldo por parte de las autoridades.
En 2017, desapareció Pamela Gallardo, también en el Ajusco, tras acudir a un festival musical.
"A 8 años que vamos a cumplir de Pame, sí llevamos entre 300 y 400 búsquedas, tristemente, se han sumado otras compañeras madres buscadoras porque sus hijos son desaparecidos en el Ajusco o tienen indagatoria porque ahí los desecharon", dice María del Carmen Volante, madre de Pamela, quien denuncia que la desaparición de su hija fue a manos del crimen organizado.
Señala que en el Ajusco hay más de cinco organizaciones delictivas y que debido al trabajo como buscadora que realiza, teme sufrir algún atentado, ya sea por parte de algún grupo delictivo o por el mismo Estado, al que ha denunciado por múltiples fallas y omisiones en su caso, pero esto no la detiene para seguir buscando a su hija.
Jael Monserrat, desapareció en 2020 tras acudir a una entrevista de trabajo. Su madre: Jaqueline Palmeros encabezó brigadas de búsqueda en el Ajusco para localizar a su hija, pues recibió mensajes anónimos en los que le informaban que ahí encontraría su cuerpo.
En noviembre del 2024, localizó los restos óseos de Jael, en el kilómetro 32+500 de la carretera Picacho-Ajusco.
“Los colectivos abrimos la caja de pandora que tan oculta estaba, la zona sur, el Ajusco. En total son 110, las carpetas que están ligadas o que tienen investigación porque por ubicaciones, da que puedan haber sido llevadas a este lugar o desaparecidas dentro de este lugar.”
Según las familias buscadoras y la Asociación Civil 'Brigada de Rescate del Socorro Alpino de México', existen algunos puntos en el Ajusco que resultan más peligrosos.
“Las veredas donde hay claros, donde hay parajes solitarios, son lugares de constante depósito. Las orillas, el lugar denominado como: El mirador o Llano de Vidrio. Obviamente sabemos que en la parte del Ajusco hay casas de seguridad y todo lo que rodea el Pico del Águila que es la cima más alta, es un lugar constante de hallazgos. Hemos encontrado cuerpos frescos de taxistas de plataforma, hemos encontrado restos óseos y también de 3 a 4 meses en estado de descomposición”, recuerda Jaqueline Palmeros.
María Teresa Ortega, presidenta de 'Brigada de Rescate del Socorro Alpino de México', quienes han participado en búsquedas de personas desaparecidas como Amelí o Paolo, en el Ajusco, y señala que:
“En ciertas partes hay laderas muy empinadas por las cuáles podrían resbalar, caerse. Hay algunas pendientes muy importantes. Suele suceder que algún pequeño incidente, un resbalón o que por algo se salen de la ruta y puede causarles algún problema importante”.
Isauro Espinobarros, secretario nacional de la misma asociación, recuerda que han solicitado el apoyo de la brigada para ayudar a búsqueda de personas, principalmente en zonas agrestes, lejos de las zonas urbanas y con su equipo y experiencia, siempre están dispuestos a apoyar.
A pesar del hallazgo de cuerpos y restos humanos en la zona, denunciados por la sociedad civil, las 920 hectáreas de bosque en el Ajusco, persisten como un foco rojo en la ciudad, en donde la falta de iluminación y señal telefónica, favorece la actividad delincuencial.
Al respecto, la Alcaldía Tlalpan, informó:
“No es reciente que el Ajusco se haya convertido en una zona de búsqueda, sino que históricamente, ha sido una región utilizada con ese fin, debido a su extensión territorial, ubicación boscosa y colindancia con el estado de Morelos”. “Su condición geográfica, sumada a su carácter de suelo de conservación, ha sido aprovechada en distintos momentos por grupos delictivos”, señaló la autoridad de Tlalpan, mediante una postura escrita solicitada por MILENIO.
MAYE