Es probable que quien padece hipertensión no lo sepa, aún cuando su presión arterial alcance valores peligrosamente altos. No por nada es considerada una asesina silenciosa: apenas el 42% de quienes viven con esta enfermedad en el mundo han recibido un diagnóstico y tratamiento.
Dado su impacto, desde el año 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció el 17 de mayo como el Día Mundial de la Hipertensión para promover su prevención, diagnóstico y control.
Ante su potencial riesgo, resulta vital que las personas en edad adulta acudan a revisiones periódicas y conozcan medidas eficaces para reducir la presión alta.

Parado, sentado o de pie, ¿hay alguna diferencia?
Cuando el corazón se ve obligado a hacer mayor esfuerzo debido a la gran fuerza que ejerce la sangre en las paredes de las arterias, la presión se eleva. Para medir dicha presión existen aparatos especiales que leen dos valores importante:
- Sistólica: Es el primer valor que se observa en las mediciones e indica la presión que se ejerce sobre las arterias cuando el corazón late
- Diastólica: Mide algo parecido, sólo que en esta ocasión, es la presión que se registra entre latido y latido.
Si la presión sistólica está entre 120 y 129 mm Hg y la presión diastólica es menor de 80 mm Hg, se considera presión arterial elevada. De acuerdo con Mayo Clinic, para saber si alguien tiene la presión arterial elevada, se deben tomar al menos dos mediciones en distintos momentos y hacer un promedio.
Los especialistas destacan la importancia de que las lecturas se hagan siempre de la misma manera para obtener resultados precisos. La primera vez que se mida la presión, se debe hacer en ambos brazos para verificar si hay alguna diferencia. Si una de las mediciones es más alta, entonces ese brazo será el que se use para las futuras mediciones.

Tomando en cuenta esto, hoy en día se ha confirmado que la posición en la que se encuentra una persona a la hora de medir su presión puede influir en la lectura. Sin embargo, aún no está claro su papel. Por ejemplo, diversos estudios han abierto el debate de si las lecturas son más altas o más bajas cuando se está acostado.
Anteriormente, algunos estudios indicaban que la presión arterial tendía a ser más elevada en pacientes que estaban acostados durante la medición, en comparación con aquellos que permanecían sentados.
Sin embargo, en 2018 un artículo concluyó que, cuando la medición se realiza con el paciente acostado boca arriba (decúbito supino), los valores tienden a ser más bajos en comparación con la medición en posición sentada.
Anteriormente, dos estudios concluyeron algo parecido. El primero analizó a 967 hombres y 812 mujeres. Descubrieron que las lecturas eran más altas en ambos sexos cuando estaban sentados, pero solo en la primera medición: en las posteriores no hubo gran diferencia.
La otra investigación consideró las mediciones de 280 personas con hipertensión arterial, a quienes se les tomó la presión después de haber descansado 10 minutos. Los médicos encontraron que los números eran más bajos cuando las personas se encontraban tumbadas.
Esto tiene una explicación física: la presión arterial tiende a ser más baja cuando alguien está acostado debido a que la gravedad no ejerce tanta presión sobre el corazón y los vasos sanguíneos como cuando se está de pie o sentado.

Al estar de pie, el corazón debe esforzarse más para bombear la sangre contra la gravedad y llegar a la parte superior del cuerpo y al cerebro. Estar acostado reduce esta fuerza gravitacional, facilitando la circulación sanguínea del corazón y, por lo tanto, disminuyendo la presión arterial.
Sin embargo, las variaciones entre los estudios dan cuenta de que hay otros factores involucrados como la edad, el índice de masa corporal (IMC) y enfermedades como la diabetes. Además, el efecto sólo se mantiene de forma momentánea.
Más allá de ser una opción a largo plazo, la posición de una persona a la hora de medir su presión podría brindar una lectura más precisa, según los hallazgos de un estudio presentado en las Sesiones Científicas sobre Hipertensión 2023 de la Asociación Estadounidense del Corazón (AHA).
¿Qué es lo que realmente ayuda a bajar la presión?

Más allá de los medicamentos, existen diversas opciones para controlar la presión arterial, como explica Mayo Clinic. Entre ellas destaca el mantener una dieta saludable, la reducción del consumo de sodio, el dejar de fumar o el limitar el consumo de alcohol.
Además de reducir el estrés y dormir bien, un gran aliado para reducir los riesgos de enfermedades cardiovasculares, incluyendo la hipertensión, es el ejercicio, en específico, el de tipo isométrico.
Un estudio publicado el año pasado en British Journal of Sports Medicine (BJSM) encontró que, si bien los aeróbicos, las pesas y los entrenamientos de alta intensidad son útiles para controlar la presión alta, los ejercicios isométricos brindan mejores resultados.
Estos se hacen en una posición estática, y se caracterizan por contraer un músculo o grupo de músculos, como por ejemplo, la elevación de piernas o la plancha. Además de contribuir a la salud del corazón, también ayudan a mejorar la estabilidad o recuperar fuerza en un área que sufrió una lesión.
Finalmente, los especialistas recomiendan que, en caso de padecer algún problema cardíaco, la recomendación siempre será acudir con un especialista para que proporcione un tratamiento personalizado.
LHM