Laura, de 53 años, se despertaba a las tres de la mañana empapada en sudor, con palpitaciones y sin poder volver a dormir. En el trabajo, temía que sus compañeros notaran su ansiedad o su rostro enrojecido. Perdió seguridad, concentración y también el deseo sexual. “Sentía que me estaba apagando por dentro, y lo peor era no saber por qué”.
El diagnóstico fue menopausia. Pero sus síntomas iban más allá de los bochornos: olvidos frecuentes, ansiedad, insomnio y aislamiento. “Tengo las palabras en la boca y no las puedo decir; palabras sencillas como mesa, llaves, cama”.
“Sabemos que la paciente en transición menopáusica puede acelerar procesos degenerativos, incluso demencia senil”, explicó el ginecólogo Jesús Arturo Moyers Arévalo, especializado en climaterio y sexualidad humana, al advertir cómo los cambios hormonales afectan el cerebro.
Esta conexión de menopausia con deterioro cuenta con respaldo científico. Un estudio publicado en PLOS One encontró que las mujeres con más síntomas menopáusicos—como bochornos, insomnio y cambios de ánimo—presentaban mayor deterioro cognitivo, lo que podría ser un precursor de Alzheimer u otras demencias. Otro estudio en JAMA Neurology reveló que una menopausia temprana, junto con un retraso en iniciar la terapia hormonal, estaba vinculada a mayores niveles cerebrales de tau, una proteína asociada con el Alzheimer. Esto refuerza la hipótesis de la “ventana crítica”, según la cual el tratamiento hormonal es más efectivo cuando se empieza cerca de la menopausia, pero puede ser perjudicial si se retrasa.
¿Te costó concentrarte? ¿Olvidaste nombres o citas?
Olvidos cotidianos como no ubicar las llaves o perder el hilo de una conversación son frecuentes entre mujeres de 50 a 55 años: hacen parte de lo que se ha denominado la nebulosa mental de la menopausia. No indica Alzheimer. Es un impacto directo de los cambios hormonales.
“La paciente que empieza a tener olvidos, bochornos intensos, insomnio o cambios de ánimo severos tiene más riesgo a futuro de desarrollar deterioro cognitivo. Es una alerta temprana que debe atenderse”, advirtió Moyers.
Añadió que “hasta un 40 por ciento menos de probabilidad de Alzheimer” se ha visto en mujeres que sí acceden a terapia de reemplazo hormonal, aplicada en tiempo y forma.
“La demencia aparece generalmente después de los 70 años, pero estas primeras señales, cuando se ignoran, pueden abrir camino a daños neuronales irreversibles”, explicó.
Cuando la vagina también olvida
Los bochornos suelen prolongarse entre tres y cuatro años, pero ese no es el único síntoma. Con el tiempo, la falta de estrógenos también da lugar a resequedad vaginal: el epitelio pierde grosor, elasticidad y lubricación.
“Los labios vaginales se atrofian. Muchas mujeres dejan de tener relaciones, no por falta de deseo, sino por dolor físico y emocional”, afirmó Moyers.
Esta resequedad, que puede provocar ardor, infecciones o dispareunia, se trata con terapia hormonal local que regenera tejidos y devuelve funcionalidad. Después, alrededor de los 60 años, aparece la osteoporosis, consecuencia directa de la baja estrogénica. Más adelante, el riesgo se traslada al cerebro: Alzheimer y demencia.
“Todas estas condiciones—vaginales, óseas, neurológicas—están asociadas a la falta prolongada de hormonas y ocurren en distintas fases de la posmenopausia”, enfatizó el experto.
Depresión y menopausia: el otro fantasma
Moyers advirtió que “hay pacientes que pueden llegar a tener ansiedad o incluso psicosis asociada a la menopausia. Son casos graves y se vinculan con el insomnio persistente y los bochornos nocturnos que rompen el equilibrio emocional y cognitivo”.
Para muchas, la pérdida hormonal genera síntomas que se confunden con enfermedad mental. “No están locas. Están en menopausia y merecen tratamiento”, subrayó.

¿Y si te quitan los ovarios?
Las mujeres sometidas a histerectomía con extirpación de ovarios entran en menopausia quirúrgica. “Es la peor de todas”, dijo Moyers. “El cambio es abrupto. De un momento a otro se pierden las hormonas, y los síntomas son más intensos. Si no se administra terapia hormonal, el riesgo de depresión, osteoporosis y deterioro neurológico se dispara”.
Incluso quitar un solo ovario adelanta la menopausia en tres a cuatro años.
Hormonas: aliadas temidas
La Terapia de Reemplazo Hormonal (TRH) aún está rodeada de mitos. Moyers subraya que hoy hay opciones seguras y adaptadas:
- Sistémicas: orales o inyectables
- Transdérmicas: parches, geles, cremas, implantes
- Locales: aplicadas en la vagina
“Las hormonas son el medicamento más satanizado de la historia. No son del diablo ni la fuente de la juventud, pero pueden devolverle la calidad de vida a muchas mujeres. La clave es individualizar cada caso”, explicó.
Situación en México
En México, más de 6 millones de mexicanas atraviesan la menopausia (45–55 años). El Inegi reportó 14.9 millones de mujeres de 50 años o más, muchas en perimenopausia o posmenopausia.
“La menopausia llega en promedio entre los 48 y 50 años, como en toda Latinoamérica. Antes llega la perimenopausia (2–3 años), luego la ‘etapa de oro’: los primeros cinco años tras la menopausia, con síntomas intensos”, señaló Moyers.
Lo cierto es que la menopausia dura el resto de la vida. “Para 2050, el 50 por ciento de las mujeres vivirá la mitad de su vida en menopausia”, advirtió.
Ejercicio intenso: defensa para el cerebro y las hormonas
Las hormonas no son la panacea, pero el ejercicio intenso —como el crossfit o entrenamiento funcional— hace maravillas hormonales, cerebrales y metabólicas.
“Está demostrado en estudios científicos que uno de los mejores tratamientos para todos los síntomas de la menopausia es el ejercicio intenso. Definitivamente, hacer un ejercicio intenso, intenso me refiero que implique un desgaste calórico importante. Por ejemplo, muchas pacientes me dicen: ‘es que sí hago un ejercicio, hago yoga una vez a la semana o salgo a caminar con mi perro’. La realidad es que eso no funciona como este método de control: el ejercicio intenso”.
“Pacientes que se meten al gimnasio, que a veces pueden estar haciendo crossfit, son pacientes que literalmente retrasan el avance del problema. Entonces, al igual que en el resto de la vida, estos hábitos de vida saludables, el buen sueño, la buena alimentación, el ejercicio moderado a intenso, son estructuras y son pilares del tratamiento en la paciente en la posmenopausia”.
El aumento de peso, frecuentemente atribuido a la menopausia, también está rodeado de mitos. “El problema no es hormonal, es que perdemos músculo. Y el músculo regula el metabolismo. Por eso subimos de peso”, destacó Moyers.
IYC