Científicos marinos han hecho un hallazgo sorprendente: un ecosistema completamente desconocido en las profundidades del océano, en las fosas que se extienden entre Rusia y Alaska, a más de 9 mil metros bajo la superficie.
En esta zona hadal, donde la luz del sol nunca llega, la vida ha desarrollado formas increíbles de sobrevivir, aprovechando gases que emergen de fisuras en el fondo marino.

Vida extrema en completa oscuridad
La geocientífica Mengran Du, coautora del estudio publicado en Nature, estaba explorando uno de los tramos más profundos a bordo de su sumergible cuando se topó con criaturas nunca antes documentadas a estas profundidades. “Empecé a ver almejas y gusanos tubulares asombrosos, especies que nunca se habían registrado tan lejos de la superficie”, relató Du.
Según el equipo, este ecosistema podría abarcar hasta 2 mil 500 kilómetros, convirtiéndose en uno de los entornos más profundos y desconocidos del planeta.
Metano: el motor de la vida en el abismo
La supervivencia en estas condiciones extremas se debe a la quimiosíntesis. Bacterias que viven dentro de almejas y gusanos tubulares convierten el metano y el sulfuro de hidrógeno en energía y alimento, permitiendo que estos organismos prosperen sin depender de luz solar ni de materia orgánica que caiga desde la superficie.
Tras analizar muestras de sedimento, los investigadores detectaron concentraciones de metano mucho más altas de lo esperado. Los microbios transforman la materia orgánica del sedimento en dióxido de carbono y luego en metano, que es aprovechado por los animales del ecosistema.
Un papel clave en el ciclo del carbono
Este hallazgo no solo cambia nuestra comprensión de la vida marina extrema, sino que también muestra que las fosas hadales son vitales para el ciclo del carbono. Funcionan como enormes reservorios y centros de reciclaje de metano, un gas que influye directamente en el cambio climático. Según los científicos, estas profundidades podrían almacenar hasta 70 veces más carbono orgánico que el fondo oceánico circundante.
Lo que aún queda por descubrir
El descubrimiento plantea nuevas preguntas: ¿qué otros ecosistemas desconocidos existen en el océano profundo? ¿Hasta qué profundidad puede desarrollarse la vida? Du afirma que apenas estamos empezando a comprender la complejidad de estos mundos ocultos bajo miles de metros de agua.
Este hallazgo demuestra que incluso en los lugares más inhóspitos, la naturaleza encuentra formas extraordinarias de adaptarse y prosperar, y abre la puerta a futuras investigaciones sobre la vida marina extrema y su impacto en nuestro planeta.
JCM