Conocer herramientas de autogestión emocional que ayuden a los niños y no tan niños a regular sus emociones, permitirá que se conviertan en adultos felices. Es por ello que, Monserrat Treviño Ibarra, médico psicoterapeuta infantil, comparte los cuatro pasos de la tortuga, que si se trabaja con los pequeños les permite reconocer sus sentimientos y expresarlos.
"Si tenemos bien claros los cuatro pasos podemos regular cualquier emoción que sea desafiante o que nos desafíe, como es el enojo, la tristeza, preocupación, ansiedad, situaciones que lleguen a estar intensas y lo cual ayudará a sentirse mejor", mencionó
Treviño Ibarra sostiene que, un pequeño desde los cuatro o cinco años tiene un poco más de conciencia emocional, "los berrinches, los ataques de ira, el enojo es normal cuando son niños entre los 2 y 6 años, y a nosotras como mamás nos corresponde abrazar y ayudar a nuestro hijo a que gestione la emoción".
Refiere que en esta etapa se necesita un acompañamiento, y mamá es quien desde el amor propone seguir los pasos de la tortuga para hacerlo junto con él, "solito puede hacer a partir de los seis o siete años, edad en la que tienen más conciencia emocional y que tienen la parte de guardar la información e integrarla en su mente y su corazón, que es algo que pueden utilizar y les ayudará a calmarse".
¿Cuáles son los pasos?
El primer paso es que el niño identifique lo que siente, para hacerlo previamente se tuvo que haber trabajado para reconocer que las emociones primarias que son desafiantes como el enojo, miedo, tristeza, que las sepa identificar en su cuerpo, cómo las siente, las sensaciones que le emanan y que le ponga nombre.
"Primero me detengo y me pregunto: ¿Cómo me siento? ¿Estoy enojado, triste o frustrado? Reconozco mi emoción sin juzgarme, para luego empezar a trabajar en ellas".
El paso número dos es buscar un lugar tranquilo, recomienda que desde muy chiquitos que no se debe de tomar acción o responder bajo una emoción intensa, "porque luego lo que pasa es que nos arrepentimos de lo que hicimos o dijimos. Necesitamos que nuestra corteza cerebral se active y hacer algo que nos relaje. Me alejo un momento, como hace la tortuguita cuando se esconde en su caparazón. Busco un rinconcito seguro para respirar y pensar".
Afirma que el pequeño debe reconocer cuál es el lugar en el que siente paz en su corazón, que debe de contar con iluminación adecuada, en un entorno que sea lindo para ellos, donde se sienta pleno y en tranquilidad.

El número tres, es hacer la respiración de tortuga, en el caso de los pequeñitos es contraer sus brazos, con sus piernitas, simulando que se meten a un caparazón mientras cuentan hasta siete y aprietan muy fuerte todos sus músculos y así nuevamente lo hacen siete veces.
"Inhalo despacito contando, y exhalo suavemente como si soplara una vela. Repito varias veces hasta sentirme mejor Es una técnica de mindfulness en donde se involucran los músculos para que se puedan relajar".
Y el último paso es: Hacer algo que me haga feliz, en el que se enseña al niño a tener esa responsabilidad emocional de que hay que sentirse bien, hacer algo que le haga sentir mejor, "desde muy chicos se les muestra a que no dejen la responsabilidad a otros de cómo se sienten, sino que asuman que el estado emocional depende de ellos, si lo que quiero es sentirme mejor, debo hacer algo que haga que suceda. Puedo dibujar, abrazar mi peluche, escuchar música, acariciar a mi perrito o simplemente sonreír. Me regalo ternura".
Para concluir, Treviño Ibarra afirma que es muy importante que cuando son muy chiquitos, se empiece por lo que papá y mamá le están proyectando, que ante una situación de mucho enojo, por ejemplo, mamá no se desborda, se autoregula y eso le muestra al niño que enojarse no es malo, está bien y que aparte hay que hacerse responsable de la emoción y gestionarla.
"Hay que acompañar desde el amor a nuestros hijos. Con estos pasos ayudamos a nuestros peques a construir herramientas de paz interior, autocuidado y amor propio", concluyó.