En el sur de Tamaulipas, el peligro ya no solo se mide en tormentas o crecidas de ríos. También tiene colmillos, escamas y una mirada prehistórica que parece reclamar el territorio perdido. El rostro del riesgo es hoy el de los cocodrilos.
En los días lluviosos con cuerpos de agua desbordados, estas criaturas emparentadas con los dinosaurios emergen del paisaje lacustre para integrarse al urbano de la Zona Metropolitana de Tampico, Madero y Altamira.
Cruzan bulevares como peatones sigilosos; aparecen en las puertas de las casas al amanecer, "dando los buenos días" a quienes se preparan para ir a la escuela o el trabajo; y, en ocasiones, se convierten en una amenaza para los que se atreven a olvidar que las ciudades también son territorio de la naturaleza.
Los cocodrilos son, ahora, un ícono de Tampico. Con el tiempo, desplazaron a las jaibas como símbolo local, y son ya una atracción exótica para los visitantes, que llegan directo al Mirador de Cocodrilos en la laguna del Carpintero, localizada en pleno centro urbano de la ciudad.
Allí, los alimentan como quien lanza pan a las palomas, buscando una selfie, ajenos al instinto feroz que esos ojos inmóviles esconden.

“No nos han invadido, nosotros los invadimos a ellos”, afirma César Cedillo Leal, coordinador nacional de la asociación civil SOS Cocodrilo, que se define a sí misma como "un grupo de expertos manejadores e investigadores de cocodrilos de México que atienden los conflictos hombre-cocodrilo".
Explica que, sobre todo en Ciudad Madero, muchas familias han ocupado los márgenes de lagunas y canales, desplazando a esta especie protegida, que ahora responde con presencia y, a veces, con mordida.
Si bien no existe un registro histórico oficial de ataques a humanos, SOS Cocodrilo ha documentado desde 2008 un total de 53 agresiones en todo Tamaulipas. En estos 17 años, 70% de ellas ocurrió en la zona conurbada que integran Tampico, Madero y Altamira.
Y aunque los biólogos prefieren llamarlas “interacciones”, la semántica no consuela a quienes han perdido una extremidad, o la vida, en una zona donde la población de saurios crece cada día en un espacio urbano que se desarrolló sobre humedales.
“Estos 53 casos incluyen desde personas que han sufrido mordidas de cocodrilos hasta la pérdida de la vida”, detalla Cedillo Leal, quien expone que este animal solo ataca si se siente amenazado.

El reino de los saurios
Ciudad Madero, precisa el experto, es el municipio de todo el país con más cocodrilos fuera de su hábitat natural, seguido de Altamira y, finalmente, Tampico.
“En todo el país, y te podría decir que muy probablemente en todo el continente, Madero es donde hay más cocodrilos fuera de su hábitat. Se habla mucho de Tampico, pero en realidad es el menos afectado”, señala.
Justo ahí, el 20 de mayo, un niño de seis años fue atacado por una cría de cocodrilo mientras jugaba en una calle inundada de la colonia Los Fresnos.
El saurio bebé le quiso clavar los colmillos en la pierna derecha, pero por fortuna el pequeño apenas sufrió una rasgada, gracias a la rápida reacción de sus padres. El animal no logró morder a fondo, por lo que se pudo evitar una tragedia, pero el susto quedó sembrado, como advertencia.
Trasladado al Hospital Civil, el menor sobrevivió para contar su historia, como otros pocos. Porque una mordida de cocodrilo no es un juego: puede ser letal.

Amenaza latente
Las lluvias intensas y las crecidas de ríos y lagunas, como las registradas en los últimos días como consecuencia del paso del fenómeno meteorológico Barry, desatan en la conurbación una alerta automática: los cocodrilos comienzan a salir por todas partes.
Las redes sociales se llenan de memes, pero detrás del humor late una preocupación constante, ya que los saurios han demostrado sus alcances.
El 18 de agosto de 2022, una imagen desgarradora sacudió a la población a nivel nacional. Un cocodrilo de más de tres metros y medio fue demasiado lejos y pudo ser captado mientras arrastraba con el hocico el cuerpo sin vida de un hombre a través de un drenaje pluvial.
Se dijo que la víctima, cuya identidad se desconocía, nadaba en la laguna del Carpintero cuando fue sorprendida por el reptil. El horror se volvió viral.

Esa misma laguna, emblema turístico de Tampico, fue escenario también del ataque mortal a una mujer en situación de calle el 21 de junio de 2021. Mientras ella lavaba ropa en la orilla, el cocodrilo, ágil y silencioso, la arrastró rápidamente y los cuerpos de emergencia nada pudieron hacer para salvarle la vida.
Un año antes, el 17 de octubre de 2020, otro hombre ingresó a nadar desnudo, tras saltar una valla de seguridad. Aún era época de confinamiento domiciliario por la pandemia de covid-19, así que el lugar estaba prácticamente solo, aunque no faltó el testigo que narró lo observado. Poco después su cuerpo fue encontrado con heridas en tórax y abdomen.
María Fernanda, una niña de ocho años, vivió para contarlo. El 3 de agosto de 2022 fue atacada por un cocodrilo en la laguna La Aguada, en la colonia Nuevo Madero, de Altamira. En ese momento la menor acompañaba a su padre, quien intentaba pescar para llevar algo a casa. De pronto, un cocodrilo de dos metros salió repentinamente y clavó sus colmillos en el antebrazo, hombro y espalda de la menor.
El papá de la pequeña, Fernando Martínez, reaccionó de inmediato y luchó durante aproximadamente 25 minutos con el reptil para liberar a su hija del hocico del animal, logrando rescatarla y pedir ayuda a los cuerpos de emergencia.
El padre de familia es zapatero, pero la necesidad en aquel momento lo empujó a buscar unos pesos extra y se le hizo fácil ir a la orilla de la laguna a pescar. El agua apenas le llegaba a los tobillos a María Fernanda. Traicionero, el reptil se acercó por la espalda.
"Estuve luchando con el cocodrilo como 25 minutos; varias veces jaló a mi hija para sumergirla, yo le trataba de abrir el hocico para que la soltara. Le mordió la espalda y un brazo, pero en un momento el animal trató de respirar bien y fue así que la soltó y yo aproveché para quitársela", recuerda el señor Martínez.

Como si fueran perros
En Tampico, los cocodrilos han intentado ser hasta domesticados. “Yo he tenido crías de cocodrilos como mascotas, pero ya cuando empiezan a crecer los echo a las lagunas”, confiesa Gerardo Rodríguez, habitante de la colonia Borreguera.
Empero, la convivencia, sin regulación, abre una puerta peligrosa.
La secretaria de Desarrollo Urbano y Medio Ambiente del estado (Seduma), Karina Saldívar, reconoce que hay una sobrepoblación de cocodrilos en Tampico, Madero y Altamira.

Su creciente presencia en zonas urbanas se ve agravada por las lluvias, admite la funcionaria, quien ha anunciado desde monitoreos, censos y hasta propuestas para modificar la ley, con el fin de tener una intervención más directa sobre la especie protegida, evitando con ello riesgos a población y turistas.
Ante los avistamientos de cocodrilos en temporada de lluvias, Protección Civil ha emitido recomendaciones básicas: no ingresar a cuerpos de agua, no alimentarlos y no intentar tocarlos. Solo reportar su aparición al 911.
Sin novedad, por ahora
El biólogo César Cedillo, de SOS Cocodrilo, asegura que pese a las lluvias recientes, no se han visto saurios en las colonias inundadas de Tampico.
“Nosotros hemos estado monitoreando con Tampico todos los cauces, todas las zonas inundables y no ha habido presencia de cocodrilos, se sigue monitoreando”, expresa.
Pero en Madero, agrega, “a cada rato hay reportes”. Tan es así que en solo 24 horas capturaron a 20 ejemplares. Y es que la ciudad tiene alrededor de 14 lagunas y canales fluviales a cielo abierto, refiere.
Los vasos lacustres con mayor población de cocodrilos son: la laguna del Carpintero, en Tampico; las lagunas Nuevo Amanecer, Los Patos, Ilusión y Chipús, en Ciudad Madero; y Santa Elena y Nuevo Madero, en Altamira.
Lógicamente, las colonias aledañas a estos cuerpos acuáticos están expuestas a encuentros cercanos con los reptiles. Pero no se trata solo de asentamientos irregulares, sino que también en zonas de desarrollo habitacional en regla, como la Ampliación de la Unidad Nacional, en Madero, sus habitantes se han topado con cocodrilos en banquetas y cocheras al desbordarse los canales cercanos.

Los pendientes en prevención
En torno a la laguna del Carpintero, que se encuentra rodeada de la mancha urbana, se han desplegado una serie de medidas preventivas como señalización de advertencia y cercado, pero en Madero y Altamira falta infraestructura de seguridad.
La asociación Cocodrilo SOS propone que cada municipio tenga su propio Grupo de Primera Respuesta, el cual atienda de manera integral toda la problemática derivada de la población de saurios en su ciudad.
“Ya lo hacen los bomberos, pero se requiere un grupo bien conformado porque la parte operativa la asumen Protección Civil y Bomberos, pero hay una parte legal y administrativa que se tiene que atender e integrar a especialistas y brigadas comunitarias”, explica Cedillo Leal.
También se ha sugerido la realización de simulacros para practicar el protocolo de actuación en caso de ataques, pues los cuerpos de emergencia suelen resolver el problema a su modo y se sabe además de ciudadanos que han atrapado cocodrilos por su cuenta.
El Código Cocodrilo, un protocolo de emergencia, aún no se implementa plenamente e implica la actuación inmediata de personal con competencia directa en el tema.
Éste se activa cuando se reportan avistamientos de los reptiles en calles, escuelas, parques o cualquier sitio público, así como en ataques a personas o animales e ingreso de los saurios a domicilios.
Pero sin recursos ni coordinación, la estrategia ha quedado sin aterrizar a 100%.

¿Dónde los ponemos?
En una reunión nacional realizada en Tampico por la organización Cocodrilo SOS, expertos en el manejo de esta especie discutieron el tema y compartieron su experiencia sobre los momentos de interacción con esta fauna.
En tanto, el gobierno de Tamaulipas ha puesto sobre la mesa una posible reubicación de los saurios en una Unidad de Manejo Ambiental (UMA) en el municipio de Casas, en el centro del estado, cerca de Ciudad Victoria, la capital.
Sin embargo, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) ha declarado que no se justifica la medida, pues considera que la mayor parte de la especie no representa un riesgo directo para la población y solo hay que respetar su hábitat natural y tener precaución.
Antes de ello se propuso la creación de un santuario de cocodrilos en una isla de la antigua compañía petrolera El Águila, ubicada a un kilómetro de la Casa de la Naturaleza, dentro del sistema lagunario y fuera de la zona conurbada.
Sin embargo, el proyecto se descartó por falta de presupuesto. Costaría 50 millones de pesos desarrollar la infraestructura necesaria.
Otro plan ha sido activar una Unidad de Manejo Ambiental en Altamira, pero al día de hoy se espera que sea Seduma quien marque la pauta sobre esta problemática que involucra coordinación interinstitucional, disponibilidad de recursos y regulaciones ambientales.

Llámenlos Juancho
El Crocodylus moreletii, como se le conoce científicamente, es una especie protegida en nuestro país por la NOM-059-SEMARNAT-2010. Cualquier acción relacionada con este animal debe contar con aval de Profepa y Semarnat, bajo un enfoque de conservación y no exterminio.
En los años setenta, los cocodrilos se hicieron populares en México bajo el nombre de “Juancho”, por una caricatura de Hanna-Barbera que tenía a este ejemplar como personaje central.
Hoy, esa animación ha tomado forma real: los visitantes compran llaveros, peluches, figuras de madera y hasta pan con su silueta… pero también guardan distancia.

Porque el cocodrilo que antes era un dibujo animado, hoy puede acechar desde una banqueta mojada, un canal oscuro o la orilla tranquila de una laguna urbana en el sur tamaulipeco, donde esta fauna ha crecido sin control y ha provocado que la convivencia forzada con humanos entrañe cada vez mayores riesgos.