Sociedad

Sus gustos musicales no son del total agrado de los usuarios

En la parte baja del siguiente puente peatonal, a un costado del edificio de la compañía telefónica, una mujer carga a su pequeño de unos 4 años y solicita el servicio con aquella tradicional seña por todos conocida

El viento de este mediodía se cuela por la ventanilla abierta y se estrella en rostros sonrientes, arrugas delatoras y sonrisas de complicidad.

La dirección del transporte colectivo es hacia la zona centro de la ciudad, aunque algunos descenderán en la parada del Hospital General y otros un poco más allá, en el mercado, la Victoria o la presidencia municipal. 

Al ser un día de religioso asueto, para quienes profesan la religión católica y para quienes solo ven estos días como una especie de descanso del trajín diario, las activades escolares han sido suspendidas, al igual que las laborales en algunos sitios.

Resulta increíble que la muerte de un hombre, más de 2 mil años después, siga impactando conciencias a unos y provocando alegrías en otros; aquellos, porque aseguran que era el hijo de Dios y le deben la vida porque murió para salvarles del pecado, a los otros porque tienen oportunidad de visitar a la familia, pasear y divertirse.

El chofer de esta naciente tarde no entiende la diferencia.

Puro escándalo

La señora abordó justo enfrente de Plaza Universidad. Se le nota incómoda y se cubre medio rostro con una especie de pañoleta a tono con el rojizo deslavado del vestido y sus flores naranjas y amarillas porque es primavera y sí, hace demasiado calor.

En algún momento y gracias a la acción de la velocidad, el artilugio usado para ocultar la mitad de su cara se desprende y muestra la razón para usarlo.

La parte inferior del ojo izquierdo palpita sin detenerse, casi al ritmo del reguetón con que dl joven al volante “deleita” a los usuarios en esta travesía, aunque la mayoría no presta mayor atención a la música porque están entretenidos revisando redes sociales o enviando mensajes a través de sus teléfonos móviles.

En la parte baja del siguiente puente peatonal, a un costado del edificio de la compañía telefónica, una mujer carga a su pequeño de unos 4 años y solicita el servicio con aquella tradicional seña por todos conocida.

El vehículo se detiene y ahí empieza el concierto de llanto y gritos porque el chavalito, incapaz de entender que la agudeza de sus chillidos resulta bastante molesta, ordena a la joven madre abordar en la parte frontal de la unidad al lado del chofer, exigencia que, por supuesto es rechazada por la mujer quien, mediante caricias, cariños y palabras amorosas de esas que solo en la voz de una madre tienen sentido, trata de calmarlo, aunque el pequeño está empecinado en ir adelante porque quiere ver los carros.

La joven parece sentirse un tanto apenada por el comportamiento del chiquillo y de alguna de las decenas de bolsas en su maleta saca una retroexcavadora de juguete que ofrece un ambiente aunque, maldita sea la hora, una vez no fue suficiente…

Así está bien

El transporte está a punto de concluir su recorrido y reiniciarlo una vez más desde la base de su ruta, allá por la mina, muy cerca del barrio Españita.

Ahora está ya en el mercado Primero de Mayo y por fin, la señora y su pequeño engendro bajan ahí, para fortuna y complacencia de todo el universo alrededor.

Un poco tarde, el amigo del volante se percata que sus gustos musicales no son del total agrado de los usuarios y, por fin, cambia la música para poner una recopilación de cumbias hecha por un tal DJ quién sabe qué.

Algunos empiezan a tararear porque es un clásico de Los Ángeles Azules en la voz de Ximena Sariñana “es fácil para ti el abandonarme/es fácil para ti el abandonarme/llevándote mis sentimientos/llevándote mis sentimientos…”.

El señor del bastón pide bajar “poquito antes del Salón Pachuca” y entrega una moneda de cinco pesos y una credencial rota para poder recibir el descuento. El chofer no recibe la moneda, “no se preocupe, así está bien”. 

Pasan

un par de minutos hasta que el don logra bajar y ponerse a buen resguardo en la banqueta. Ni las señoras que venden verduras y huevos de rancho, ni sus clientes, hicieron algo por ayudarle.

Alguien lanza un “weeeeeeeeeey” metros atrás del vehículo; el chofer observa a través del retrovisor y hace señas al hombre para que se apure aunque en realidad no necesita detenerse porque hay demasiado tráfico, “a vuelta de rueda” sería una expresión demasiado benevolente para ese momento de la 1 de la tarde. 

El tipo se acerca y abre una pequeña hielera para que elija. El chofer se decide por un refresco de cola en envase plástico de 600 ml y pretende pagar, pero no le aceptan el dinero. 

El vehículo empieza a avanzar y justo adelante de la icónica cantina, hay una señora esperando su turno para dejar la basura en un contenedor. A ella entrega el refresco y le dice que se cuide, que no pase mucho tiempo bajo el Sol, que le verá mañana...

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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