Al igual que quienes se dedican a ser recicladoras o costureras, las personas trabajadoras sexuales se ganan la vida sin contrato, sin seguridad social y sin derechos, alertaron activistas y organizaciones civiles en el marco del Día Internacional de las Trabajadoras Sexuales.
Criticaron que, a diferencia de otros oficios, el trabajo sexual se tiene que seguir ejerciendo en la informalidad, en muchas ocasiones en la clandestinidad con el fin de salir adelante en medio de la precariedad, a pesar de que gracias a este tipo de empleos se sostienen familias, hogares y proyectos de vida.
Cada 2 de junio, desde 1975, se celebra el Día Internacional del Trabajo Sexual, para promover la reflexión sobre la importancia de reconocer y respetar los derechos humanos de las personas que lo ejercen.
“El trabajo sexual es mi trabajo”, declaró Sandra Montiel, activista, trabajadora sexual del Colectivo Esquina Libre y sobreviviente de violencia ácida, en un comunicado de prensa del grupo Tejiendo Pueblos.
Este grupo ha apoyado a la comunidad de trabajadoras sexuales visibilizando sus luchas, dignificando y exigiendo condiciones de vida y trabajo justas, así como ser libres de violencia, estigma y discriminación.
Paradigmas para reconocer el trabajo sexual
Las activistas Sandra Montiel, del colectivo Esquina Libre, y Aline Rincón, de Justicia Histórica Trans, además de las voces de otras asociaciones, compartieron cinco paradigmas para entender y reconocer el papel que han tenido las trabajadoras sexuales trans para lo que hoy es el movimiento LGBT+.
Bajo este contexto, la activista Sandra Montiel dijo que la esquina es su lugar de trabajo, un lugar que les ha dado a muchas trabajadoras sexuales los medios económicos para apoyar a que sus hijos, hermanos y sobrinos tengan oportunidades que, aseguró, “nosotras no tuvimos”.
Cabe señalar que el trabajo sexual no es solo una labor, es parte de la historia no contada de este país; "una historia escrita con sangre, miedo y lucha". Por lo que las sobrevivientes declaran que “siguen en pie”, con su piel marcada, pero “la memoria intacta”.
Todas ellas exigen lo que nunca se les ha dado: “justicia, reparación y respeto”, por lo que hacen un llamado a la defensa de la memoria del trabajo sexual.
“Por las que seguimos y por las que ya no están. Porque sin memoria no hay historia y sin justicia no hay dignidad”, agregó Aline Rincón, del Colectivo Justicia Histórica Trans.
En México y otras partes del mundo también existen ejemplos de “madres” del movimiento que, como trabajadoras sexuales trans, impulsaron los derechos humanos de toda la comunidad.
"Sin la resistencia de las trabajadoras sexuales no habría movimiento LGBT+", Marsha P. Johnson y Sylvia Rivera, ambas mujeres trans y trabajadoras sexuales que fueron clave para la liberación del movimiento LGBT+ en Estados Unidos después de los disturbios de Stonewall.
EHR