Pasadas las 15:30 de ayer, llegó un mensaje WhatsApp al celular de Eliezer que estremeció su jornada laboral y estabilidad mental.
Era un mensaje ácido en el que se informaba a los reporteros y fotógrafos de su medio que una integrante de prensa de gobierno estatal resultó positiva por covid-19; en el texto le señalaron que quienes cubrieron la rueda de prensa de actualización de casos de covid-19 en Nuevo León entre el 15 y 30 de mayo, debían realizarse la prueba.
Rápidamente le llegó otro texto, más ameno, cerca de las 16:00. Un colega le compartía que los drive thru y las clínicas estarían abiertas hasta las 18:00.
Eliezer tomó sus toallas desinfectantes, su gel antibacterial, su grabadora e identificación, y bajó las 10 cuadras desde su casa para esperar un taxi o un camión que lo dejase cerca del Auditorio San Pedro.
Pese a su trato amable, una de las enfermeras le indicó que como no llevaba automóvil no podía realizarle la prueba, ya que las personas no pueden caminar por donde se supone transitan los coches.
Eliezer le agradeció, se dio la vuelta y pidió un taxi de plataforma, pues el reloj marcaba las 17:00, y solo quedaba una hora para llegar al Centro de Salud La Fama; por lo que el conductor “voló” y llegaron 40 minutos antes del cierre.
Al arribar, la clínica parecía desierta, solo había un portón abandonado; sin embargo, en la entrada había una lona con la leyenda “Centro covid-19”.
Eliezer recobró el aliento.
Mientras buscaba una entrada, una señora le gritó “ahí es, hasta adentro”, por lo que entró como Pedro por su casa, buscando su prueba.
“Buenas tardes, joven, quédese ahí”, lo frenó una enfermera.
Después del saludo, le tomaron la temperatura dando 36.2 grados, quizá porque caminó de un lado a otro buscando la entrada al sitio, quizá por los nervios, quizá por la ansiedad.
La enfermera lo cuestionó sobre los motivos que lo orillaban a realizarse a prueba. Una doctora de inmediato se colocó su bata, sus goggles, guantes y protectores para zapatos para iniciar el procedimiento médico.
“Te vas a sentar, te recargas y volteas hacia arriba, no tardaré, ¿listo?”, le indicó la doctora.
Un cotonete perforó su nariz, por lo que Eliezer comenzó a estremecerse; tosió tres veces y pidió disculpas por algún improperio que se le escapó. Al terminar le entregaron un papel en el que explicaban que el resultado llegaría por correo electrónico o vía telefónica a más tardar el miércoles.
Eliezer pensaba en su familia y sus notas pendientes. La hora de cierre lo esperaba.