Por momentos, parecen astronautas o virólogos. Llevan trajes especiales de pies a cabeza, con guantes, caretas, cubrebocas de última generación y botas herméticas.
Pero después, justo cuando parece que van a iniciar una investigación científica, es cuando uno entiende de qué se trata. Llevan en las manos crucifijos, rosarios y Biblias.
Son sacerdotes en busca de enfermos y, en algunos casos, moribundos. Es el escuadrón Cristo-covid, un grupo de 16 párrocos de la Diócesis de Celaya que hace frente al covid-19 llevando apoyo espiritual a víctimas del virus Sars-Cov2 desde el pasado 15 de mayo aún en zonas rojas, es decir, en unidades de cuidados intensivos, en donde el riesgo de contagiarse es elevado.
Pero ante el peligro, dicen atender un llamado.
"Es fundamental, creo que llevar la misericordia y amor de dios a la persona que está en una necesidad sumamente importante porque está en ese tránsito hacia la casa del padre y también brindar atención a las familias de los enfermos de covid19" explicó Pedro Saul Guerrero, Coordinador de Cáritas en la Diócesis de Celaya.
Este proyecto de ayuda nació en marzo dando alimentación en comedores populares, donde pueden acudir familiares de pacientes, o cualquier otra persona que lo necesite.

Pero después, evolucionó y surgió la iniciativa de llevar los santos óleos a los enfermos terminales de covid-19. Por eso, decidieron buscar a las autoridades de la Secretaría de Salud a fin de conocer los protocolos de manejo, cuidado y atención personal en zonas rojas, con alta prevalencia del virus.
"Ellos nos hicieron conocer tanto los riesgos que implicaba y la necesidad del manejo de equipos de protección por persona, como los que ahora cada uno de nosotros tiene para aportar en el momento necesario y además de esto, brindamos una serie de talleres.
“La ventaja que nosotros tenemos es que la coordinadora de la pastoral de la salud, la hermana Electra Perianes Díaz, es médico internista, entonces ella sabe perfectamente y tiene un equipo de colaboradores que ayudaron para hacer realidad los talleres que se estuvieron brindando" platicó el vicario.
En tres sesiones de 2 horas diarias aprendieron a conocer el manejo adecuado del equipo de protección personal y se prepararon espiritualmente. Eso implicó, entre otras cosas, la celebración de la eucaristía, aún sin presencia de fieles.
Cuando acuden a los hospitales, los sacerdotes se protegen con botas, cubrebocas, un tyvek que cubre todo su cuerpo, guantes, mascarillas N95, careta y goggles.
Miguel Ángel Álvarez , vicario en Apaseo el Grande, forma parte de este grupo de sacerdotes que ha visitado hasta el momento a 6 pacientes covid19, de los cuales 2 ya perdieron la batalla. O, como diría él, fueron llamados a otro reino.
"Recuerdo la primera vez que fui, ya cuando estás adentro en la sala, precisamente respiratoria, es impactante, pero también reconocer y saber que vamos siempre en nombre de dios. Sinceramente no me da miedo: creo que para eso nos ordenamos. Para entregar la vida para con los demás a semejanza de que Jesucristo", platicó.
Según el día que se le asigne, deben tener su equipo preparado, llegar al hospital donde ofrecen confesiones, brindar la unción a los enfermos para fortalecerlos, dar comunión espiritual y hacer oración con ellos.
-¿Es impactante?
-Impactante es que el enfermo se queda tan fortalecido y que pudiéramos pensar que estaban ahí solos aislados. A lo mejor nos podemos deprimir, pero nos han dejado una gran lección. Al menos a mí deber que se quedan tan fortalecidos llenos de dios.