Ricardo tiene 11 años, sus días de infancia los vive entre la tierra, descalzo y en un entorno lleno de contaminación desde su lugar de trabajo en una ladrillera, ahí llega todas las mañanas en su bicicleta desde que tenía 7 años, el día del niño, para él, pasó desapercibido pues debe de trabajar para ayudar a su papá.
"Le ayudo a mi papá a levantar tabiques. De repente me empezaron a mandar al almuerzo y pues me empecé a quedar aquí a ayudar. De primerito si tenía miedo, pero si me impuse, me tomó un tiempo andar aquí, una vez me corté un vidrio en el pie porque ando descalzo" platicó el pequeño.
Pareciera una regla de etiqueta el trabajar sin zapatos, y es que según explicó esto ayuda en el proceso del ladrillo, para separarlos, caminas entre ellos y para evitar que se quiebren, facilita el ir avanzando descalzo.
Como él, existe más niños que viven el mismo panorama en la Colonia Ladrilleras del refugio, la mayoría de los habitantes son los trabajadores de la ladrillera que se encuentra a un costado, ahí nace, crecen, aprenden el oficio, y lo convierten en su forma de vida desde muy temprana edad, dejando de lado su infancia.
"Me levanto, recojo la cama, me espero a que mi mamá haga de almorzar, me vengo en la bici y le traigo a mi papá y aquí comemos y ya me quedo aquí a ayudar", relató.
Pese al coronavirus, el llamado de las autoridades que invitan a la población a quedarse en casa, y pese a ser el día del niño para Ricardo y su papá no existen fechas ni momentos especiales, porque saben que, si no trabajan, difícilmente podrían salir adelante.
"En lugar de estar trabajando, me gustaría, andar jugando allá con mis primos a las atrapadas, al balón y al chute" concluyó.
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