“Poca gente lo sabe, pero me capacité como Promotora de Salud Comunitaria y gracias a eso pude conocer a mucha gente y dar lo mejor de mí en comunidades de la Sierra Norte”, cuenta en entrevista con Notivox Puebla, Olga Méndez Juárez, presidenta de la Cámara Nacional de la Industria de Restaurantes y Alimentos Condimentados (Canirac) en Puebla.
Aunque de profesión es contadora, su propósito en la vida es que las personas amplíen su panorama: “Me gusta hacerles saber que pueden tener proyectos de vida diferentes, que no importa si nacieron o crecieron en entornos complicados, que si quieren pueden salir de esa situación”.
A decir de Olga, para evitar la repetición de patrones de vida negativos es necesario hacer un cambio; por ello, se dio a la tarea de estudiar un diplomado en Consejería Familiar.
“A mí me gusta ser mentora de la gente, amo el servicio social, antes me iba a muchas comunidades a dar pláticas a mujeres, me preparaba y hacía mis presentaciones, tocaba temas como: las 4D para triunfar y también iba a jornadas de salud comunitarias”.
Entre sus pláticas, Méndez aborda el tema de revalorar a la mujer y eliminar la baja autoestima, porque considera que esta última es un factor para justificar la violencia doméstica.
“Recuerdo que una vez hice una dinámica de exfoliación de manos con mujeres, yo les decía: ‘Al principio raspa la piel, como que duele, pero tienes que sacar todas las impurezas; lo mismo pasa en el corazón: hay que sacar la amargura que impide mostrar el potencial de nosotras’. También tengo una técnica del espejo, les pido que se miren y me digan lo que ven y casi siempre me dicen que la arruga, la cana, la lonja y les cuesta mucho trabajo estar tres minutos frente al espejo sin emitir una crítica negativa y eso es porque crecimos con muchas etiquetas”.
Cuando Olga va a la Sierra Norte aprecia la gratitud de la gente, y cuenta que si le ofrecen una naranja o algo, lo acepta, porque es una forma de pertenecer a la comunidad. Al inicio, señala, le daba pena porque no quería quitar el alimento de una mesa, sin embargo, más tarde comprendió que era un gesto de correspondencia.

Orígenes
Teziutlán fue la tierra que la vio nacer. Es un municipio de costumbres arraigadas y a Olga le tocó ver de cerca el machismo. Recuerda que era normal que las mujeres se casaran y se dedicaran solo al hogar: “Hasta mi tía Elvira me decía: ‘es tu cruz’, y yo respondía ‘esa cruz está muy fea’”.
La comida fue un elemento importante para la familia de Olga:
“Mi madre me enseñó a cocinar el chile seco y chileatole, porque mi padre, que trabajaba como operador de un camión de trascabo en la minera Autlán, era muy riguroso en la mesa, donde la comida debía ser muy elaborada como el pipián o el mole, pues la carne asada para él era comida de flojos”.
Sus padres se separaron cuando ella tenía 15 años, pero cuenta que tuvo una niñez feliz: “Siempre he sido un poco la consentida, soy el sándwich, hay tres hermanos arriba y tres más chicos abajo, pero no sé por qué Dios me ha dado gracia y he sido la consentida, aunque fuéramos seis hermanas y un hermano, yo me sentía la consentida de papá.”.
La etapa escolar fue afortunada, sobre todo en la primaria. Olga soñaba con ser maestra, se postuló para estudiar en la Normal Rural “Carmen Serdán”, ubicada en Teteles y aunque pasó todas las pruebas para ser aceptada, se arrepintió.
“Recuerdo que mi hermano y mi mamá me fueron a dejar y cuando vi el internado sentí como si llegara a una cárcel, incluso en los dormitorios había una hilera de camas, entonces dije “yo no me quedo aquí”.
Después, intentó ir a la normal de Tlatlauquitepec, pero esto implicaba viajar todos los días desde Teziutlán y llegar a casa a las 10 de la noche, cosas que no aprobaron sus padres por lo que entró al turno vespertino de la Preparatoria Federal por Cooperación “Antonio Audirac”.
“Tenía unas compañeras que eran muy latosas y me juntaba con ellas. Un día nos sacaron de la clase de Contabilidad, el maestro nos expulsó como un mes, nosotras nos pusimos detrás de la ventana a tomar clase y dijimos: ‘ahora vamos a ser contadoras’, fue como un reto. Salimos de la prepa y Lucana y yo nos metimos a la carrera de Contaduría, yo estudié en la UAP, soy orgullosamente UAP”.
El cambio de vivir en la Perla de la Sierra a la capital fue fuerte, pero Olga pudo adaptarse y considera que gracias al rigor con la que fue educada, pudo abrirse las puertas en un mundo de hombres, con quienes pudo hacer equipo.
Vida profesional
Su primer trabajo fue en un despacho y ganaba 70 pesos mensuales. Recuerda que no se le hizo pesado, porque mientras estudió la carrera tuvo un año de experiencia en otra empresa, donde aprendió mucho.
A inicios de los 90 tenía la responsabilidad de verificar la contabilidad de varias empresas, entre éstas al restaurante María Bonita. Un día requirieron a una persona de tiempo completo en este lugar y la recomendaron, allí cambió su vida.
En marzo de 1992 se abre el Restaurante La Noria y ella se hizo cargo también de la contabilidad. En el 2006 la invitan a ser socia directora de Restaurante La Noria y eso la motivó a seguir trabajando y crecer con su equipo.
Olga fue elegida como presidenta de la Canirac Puebla y al mirar su camino cree que lo mejor fue conocer a gente nueva que le hizo crecer mucho más, gente que incluso le manda mensajes en la semana para compartir sus logros y le demuestra que todos podemos tener una mejor vida.
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