Como una persona que trata de ser lo más sencilla y clara con la gente, y un servidor público que se preparó para eso desde 1989, Eugenio Montiel Amoroso, director de Fomerrey y del Instituto de la Vivienda, se define como un apasionado del servicio público, de la política, de la convivencia familiar y de su área sagrada: la cocina y el asador; y de su especialidad, las carnitas michoacanas.
Hijo del doctor Gilberto Montiel Fernández y Martha Lucía Amoroso, ambos ya finados, Eugenio nace el 27 de septiembre de 1966 y viene a cerrar una familia de siete hermanos, cuatro hombres y tres mujeres, la cual se desarrolló dentro de la clase media, y que, dijo, gracias al esfuerzo de sus progenitores creció con los mayores logros académicos.
Y en el mes de julio del 2018 celebró su 25 aniversario de bodas con María del Consuelo Gálvez, matrimonio del que han nacido sus tres orgullos: Bernardo Eugenio, Rodrigo y Mauricio.
Sin embargo, en todo ese trayecto de 52 años, el funcionario estatal admite que ha vivido buenas experiencias, pero también episodios tristes, los cuales comparte a continuación.
¿Cómo fue su niñez?
Muy buena, muy feliz, yo tuve la fortuna de vivir en un Monterrey tranquilo, donde podías andar en la calle a todas horas y te la pasabas en la calle con la canica, la hulera, la lagartija, el árbol, las porterías de piedra.
Ochentera totalmente, de las cintas, de Blue Star, Black & White, Black Heart Music, Arturito Music.
¿Y cómo era en ese entonces?
Por mi estilo y mi carácter siempre fui muy franco, muy abierto, decía lo que pensaba y eso me generaba ciertas fricciones, ¿peleonero?, no, pero si me provocaban me encontraban, pero normalmente pacífico; me la pasé increíble, los fines de semana no me veían ni el polvo.
¿En este trayecto de vida, algún episodio triste que recuerde?
Cuando a mis 15 o 16 años se dio la separación, momentánea, de mis padres, en ese momento yo no entendía lo que sucedía y sí fue algo doloroso en ese momento.
¿Y hay alguna anécdota significativa para usted?
En 1997 me fui a trabajar a México, a la Secretaría de la Reforma Agraria, y ésa para Chelo y para mí fue de las mejores épocas de nuestra vida matrimonial, porque fuera de la familia, a mil kilómetros de distancia, te hallas porque te hallas como matrimonio: teníamos ocho años de casados y con los tres huercos, de cinco, de tres y de un año; fueron épocas maravillosas.
¿Qué dejó para usted el 2018, la familia?
Es mi centro y mi motor, yo trabajo, pienso y vivo para ellos, le dedico mucho tiempo a mi trabajo, mi esposa me lo reclama, pero porque me gusta que ellos vivan bien, estén bien.
¿Es feliz?
Muy feliz, muy contento, en el ámbito familiar principalmente veo desarrollarse a mis hijos, muy plenos, los tres muy buenos estudiantes, y ellos se están desenvolviendo, y que sean hombres de bien nos hace muy felices a mi esposa y a mí; y en la parte laboral estoy cerrando ciclos, que permiten desarrollarme plenamente, y en lo que espero morir, que es el servicio público.
¿A qué le tiene miedo?
Al fracaso, es algo que no me gustaría enfrentar… a la muerte, quisiera que ésa se postergara un poquito y prepararme para eso.
¿Cuál sería el valor humano que define a Eugenio Montiel Amoroso?
Honestidad.
Con todo ese trajín de vida, de trabajo, de familia, también debe haber tiempo para la persona, y en ese sentido, ¿cuáles son sus gustos, sus aficiones, sus pasiones, en fin, a qué dedica su tiempo libre?
Mucho en la convivencia familiar, en cocinar, además nos gusta mucho a Chelo y a mí ir al cine, somos cinéfilos, al menos dos veces a la semana, ya a las últimas funciones, y todos los días hacemos clase, desde 2007, de spinning, y la lectura, obviamente, mucha historia.
¿Qué es lo que más le gusta cocinar?
Las carnitas michoacanas me quedan de maravilla, mis suegros son originarios de Michoacán, me enseñó mi suegro a hacerlas y creo que ya hasta lo superé; la paella, la carne asada, la discada.
¿Cuál sería el siguiente paso en su vida profesional?
No descartaría volver a la trinchera legislativa, creo que hay mucho por hacer, mucho por construir en las leyes de Nuevo León y de México, y bueno, el servicio público me encanta