Benito Antonio Martínez Ocasio mejor conocido como Bad Bunny en “Titi me preguntó” canta sobre su tía que le pregunta si tiene novia por qué no hay boda.
Es un fenómeno, por lo menos, muy latino: las fiestas familiares como el escenario para las preguntas incómodas: ¿Cuándo sientas cabeza? ¿Para cuándo los hijos? Pero he comprobado que para miles de trabajadores de la salud la pregunta más incómoda era otra: ¿Cuándo te dan tu base?
El fenómeno es el siguiente. Durante los años del Seguro Popular, los gobiernos de los estados contrataban personal sanitario sin fuente de financiamiento. Es decir, por honorarios, con contratos eventuales que además eran precarios, mal pagados y sin seguridad social.
Cuando a una de estas personas trabajadoras; doctoras, enfermeras, químicas y otras categorías de atención, que estudiaron y se prepararon para dar un buen servicio pero que no tenían la certeza de llegar a fin de mes con su contrato renovado. Vivían en esa situación durante muchos años. A veces 5, 10, 15, 20 o más años en la angustia laboral.
Sin embargo, con IMSS Bienestar el tiempo de espera por fin terminó, pero, ¿cómo se pudo llegar hasta este punto?
El presidente López Obrador es conocido por no cesar en una causa cuando la identifica como justa. Por eso, después de la pandemia y de la vacunación nos instruyó crear una nueva institución que diera atención médica a las personas sin seguridad social. No una entidad financiadora y rotuladora como Seguro Popular; sino una institución federal con sus propios hospitales, centros de salud y, desde luego, sus propios trabajadores.
Y aunque esa idea parecía una posibilidad lejana y hasta un sueño, hoy hemos avanzado mucho.
Aquí he contado cómo hemos recuperado servicios que se encontraban privatizados, cómo rehabilitamos centros de salud, compramos equipamiento que no se actualizaba en décadas y terminamos hospitales en todo el país.
Pero de nada serviría todo el equipo y todos los hospitales remodelados sin lo más importante; el personal comprometido en salvar vidas y cuidar la salud. Teníamos que hacer justicia laboral de una forma muy concreta: la basificación.
El proceso comenzó en 2023 en Nayarit, Tlaxcala, Colima, Campeche, Zacatecas y Morelos con 2,676 trabajadores. Para 2024 comenzamos en Sonora con 1,018 bases, en Tabasco fueron 339, en Veracruz 3,328, en Puebla 2,667 y Tamaulipas 916.
Lo que sigue para este año es entregar 1,145 bases en Sinaloa, 461 en Baja California Sur, 5,798 en Ciudad de México, 4,775 en Chiapas, 2,288 en Guerrero, 493 en Quintana Roo, 665 en Hidalgo, 378 en San Luis Potosí, 579 en Baja California y 9,270 en el estado de México. En Michoacán y Oaxaca estamos conciliando los registros.
En total son: 36,796 trabajadores de la salud con una base. No son todos, aún falta una parte muy importante, pero decidimos comenzar con el personal de atención médica directa que trabaja en Hospitales y Centros de Salud con más años de antigüedad y que no tuviera otra base en alguna institución de salud. Y un elemento adicional: justicia de género, 70% son mujeres.
Laura Flamand publicó recientemente en la Revista de la Universidad de México el artículo Trabajo en el sector salud, empleo precario y desigualdades de género. Ahí señala: “Para que el sistema de salud mexicano ofrezca servicios efectivos y de calidad para la población, debe crear condiciones de empleo dignas para el personal de salud tanto en el sector público como en el privado. Sus demandas ya no pueden esperar”.
Ya no están esperando. Los estamos contratando con una base federal en una institución de atención médica para personas sin seguridad social.
A ellos, a ellas: gracias por su esfuerzo, por su paciencia y, sobre todo, por confiar en una nueva institución como IMSS Bienestar.