Sociedad

La distópica derecha de la 4T

“De sus lecturas, y en especial de las de Orwell y de Hannah Arendt, había extraído una filosofía política que no daba la razón ni al comunismo ni al fascismo, negando al primero sus mejores intenciones y tomando en consideración solo los resultados de ambos sistemas, es decir, la instauración de regímenes totalitarios. Discutiendo un día con un comunista, el dogmatismo y la estrechez de mira de este último lo habían exasperado. Esto no le impedía admirar a las grandes figuras revolucionarias, identificarse instintivamente con los perseguidos y, sin llegar a amar a la Unión Soviética, odiar a los burgueses aterrados por ella”.

Así describe Emmanuel Carrére las posturas políticas de Philip K. Dick en Yo estoy vivo y vosotros estáis muertos, la adictiva biografía de uno de mis autores consentidos traducida al español por Anagrama. No solo porque escribió Fluyan mis lágrimas, dijo el policía, una novela que se adelantó al control de la identidad ciudadana mediante la base datos y el culto desbordado a las celebridades de talento gaseoso. También sugestionó uno de los discos mejor calibrados de Sonic Youth, Sister XXX, inspirado en la hermana siamesa de K. Dick que murió a los pocos días de nacer.

El párrafo sobre las inclinaciones políticas de Philip K. Dick es un luminoso paliativo. Por un lado, solo así pudo encontrar la libertad necesaria para relatar distopías sólidas de lógica. Creíbles a cada pulso. Perspicaces e ingeniosas que no dan margen a la analogía instantánea en la que toda rivalidad nacionalista remataba en la guerra fría. Para Dick, cualquier país tiene el potencial de volverse totalitario y odioso cuando la nación es un concepto de doble filo casi indispensable en la formación e historia de los países. Luego es un alivio saber que los matices en los espectros políticos no son esos disfraces para la cobardía que algunos radicales quieren hacernos creer en días como los que transcurrimos.

Si osas en describirte como apolítico en tiempos de la 4T, lo siguiente es que te acusen de militar hipócritamente en la derecha. Debes asumirte de izquierda o de lo contrario no eres más que un conservador enajenado con la familia pequeño burguesa. Si reconoces algún logro de la 4T de chairo no te bajan. Lo esquizofrénico es que muchos de los que asocian lo apolítico o apartidista con una debilidad derechosa contribuyeron en la fundación de un partido no solo de derecha y conservador, sino apabullantemente religioso: el PES. Cuyas bases políticas, de origen evangélico, van en contra de los derechos que supuestamente pertenecen al discurso de izquierda.

Escuchar los mensajes del PES sobre lo que es normal según los mandamientos evangélicos en radio es el resultado de la limítrofe alianza entre el PES y el resto de los partidos que llevaron a la 4T a la presidencia. Abiertas declaraciones de homofobia que llegan en plena incertidumbre sobre la adquisición de antirretrovirales para los siguientes meses.

Las inserciones en la radio mexicana del Partido Encuentro Solidario contra el aborto y la adopción homoparental son efectivos mensajes conservadores que solo tienen cabida en el espectro de la derecha. “Por la vida y la familia” es lo que reza su frase de identificación, en radio y redes sociales. Lo desesperante es cuando te das en la madre al ver que la homofobia del PES está anclada en la tradición de la familia. A la que los mismos homosexuales quieren pertenecer y formar. Es como una distopía de Philip K. Dick donde no hay escapatoria: la izquierda solo era una estricta farsa ideológica para reforzar el totalitarismo de una derecha apoteótica construida sobre valores de cemento que enaltecen la familia y la nación como único orden posible. Y la disidencia solo puede concretarse en la sodomía antirreproductiva mientras suena Schizophrenia de Sonic Youth a todo volumen: “Mi futuro es estático, de algún modo ya lo he vivido”. Como la derecha, que nunca se fue, ni con la izquierda de la 4T.

Wenceslao Bruciaga


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Wenceslao Bruciaga
  • Wenceslao Bruciaga
  • Periodista. Autor de los libros 'Funerales de hombres raros', 'Un amigo para la orgía del fin del mundo' y recientemente 'Pornografía para piromaníacos'. Desde 2006 publica la columna 'El Nuevo Orden' en Milenio.
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