Sheinbaum ha anunciado la construcción de 1.7 millones de viviendas para enfrentar la crisis habitacional que asfixia al país. Una crisis, conviene recordarlo, originada por las decisiones de Fox y Calderón, quienes engañaron a los trabajadores con casas baratas en periferias sin transporte, escuelas ni servicios básicos.
La propuesta de la Presidenta me entusiasma pues representa un paso firme en la dirección correcta.
Sin embargo, preocupa que operadores políticos sin escrúpulos estén distorsionando las condiciones de implementación de la iniciativa para simular una mayor probabilidad de éxito. Criminales de la vivienda.
El problema central está en los predios elegidos para la nueva vivienda. Como pidió la Presidenta, todos cuentan con servicios básicos, pero eso no los vuelve automáticamente deseables, ni dignos. En demasiados casos, los predios están dentro de los mismos vecindarios distópicos creados en tiempos de Fox y Calderón, con la diferencia de que ahora, por el paso de los años, ya disponen de infraestructura mínima.
En Jalisco, el INFONAVIT ha decidido iniciar el plan de vivienda económica de Sheinbaum en Tlajomulco. No podría haberse elegido un sitio peor. Tlajomulco es el epicentro de la crisis habitacional de Guadalajara: acumula más de 77 mil viviendas abandonadas, concentra fosas clandestinas y es la zona metropolitana con los traslados más largos y agotadores. Apostar por ese municipio es caminar, otra vez, hacia el mismo error que se pretende corregir.
En Quintana Roo, el fraccionamiento Paraíso Maya vuelve a encender alertas. Se trata de una colonia marcada por la violencia, donde la justicia por mano propia se ha vuelto común y que, además, se ubica a grandes distancias de la zona hotelera. Una elección que, lejos de resolver la crisis, podría profundizarla.
En Sinaloa, la construcción avanza en Nuevo Horizonte, una tolvanera que debía ser espacio público y terminó como tianguis improvisado. La colonia enfrenta escasez de agua, basureros clandestinos y carencia de espacios públicos. El año pasado incluso se reportó que colapsó el drenaje. Levantar vivienda ahí es perpetuar el abandono urbano en lugar de revertirlo.
Lo más preocupante es que no existe certeza de que haya empleos cerca de los nuevos fraccionamientos. Se da por hecho que los habrá porque están próximos a los llamados polos de desarrollo, pero esa es una apuesta incierta. Lo responsable sería ubicar la vivienda en lugares donde ya existen fuentes de trabajo comprobadas, no en sitios donde se espera que algún día lleguen.
Temo que, de seguir este camino, el plan de Sheinbaum termine no solo en un escándalo de corrupción, sino en un error imperdonable de volver a cometer los mismos crímenes de la vivienda, pero en versión moderada.
En el fondo, el problema radica en que no podemos seguir creyendo que la crisis de vivienda se resolverá edificando en terrenos baratos o regalados. El gobierno debe tener el valor de expropiar predios de alto valor y cambiar el uso de suelo para impulsar vivienda vertical social en zonas céntricas. No hay atajos.