A nadie le gustan los aumentos en impuestos o derechos, excepto a quienes los recaudan, por supuesto.
Monterrey amanece hoy con una decisión que por ningún lado la gente lo verá como algo positivo, aun y cuando se esgriman argumentos creíbles o que rayen en lo razonable.
La verdad es que, aunque disfrazada de progreso, la noticia del aumento en el cobro de los parquímetros para el ciudadano huele, sabe y se siente como recaudatoria.
Pero es algo ya imparable porque el Cabildo aprobó aumentar el costo de 2.50 a ocho pesos por hora. Esta subida del 220 por ciento ya nadie la detiene.
El tesorero municipal calcula que con este cambio se recaudarán 70 millones de pesos adicionales al año. Nada mal si este nuevo ingreso se canaliza de buena manera y regresa al ciudadano.
El ciudadano ya paga con su cartera lo que cobren si no tiene opción.
Pero, ¿qué hay de la paciencia que debe tener ante los baches?, ¿qué se le puede explicar al ciudadano cuando en pleno centro de la ciudad le roban con el clásico modus operandi llamado cristalazo?
Ya entrados en preguntas, ¿se acabará el también tradicional doble atraco que representan los franeleros? Esos dueños de la calle que te exigen dinero a cambio de cuidar tu coche (cuando incluso ellos son el primer peligro).
Además del incremento también se anuncia que se colocarán parquímetros en nuevos puntos como los alrededores del Hospital de Ginecología y la avenida Venustiano Carranza.
Este tipo de decisiones son difíciles para los gobiernos, porque saben que el costo que hay que asumir es alto, porque afectan el “termómetro social”. Así que debe haber un plan, una razón de peso.
Seguro mejorarán la seguridad del centro, seguro más limpio, banquetas en mejor estado, seguro así regresará el recurso al ciudadano, que comprende la modernización y lo que cuestan sus beneficios.
Bien por acciones como el transporte implementado por la alcaldía regiomontana, no todo es cuestionable. Sin duda será positivo para la gente de a pie.
A lo que sigue.