Después de la tormenta se dice que reina la calma, pero no es una regla general, mucho menos una ley.
Dos días de intensa lluvia dejaron a su paso ese claroscuro que por un lado nos deja alegría y por el otro las secuelas propias de un estado donde la sequía nos daña y la tormenta nos lastima.
Ahora toca al Estado pasar de administrar escasez a administrar abundancia, vaya dificultad la nueva. Parece un problema que cualquiera desearía, pero es fácil caer en el engaño.
La abundancia no es sinónimo de riqueza o de que todo está bien o estable. En realidad, el reto es administrar el exceso, algo para lo que no siempre se está preparado o consciente.
Así, mientras la sequía nos mataba de sed, Alberto rebasó las expectativas y con las presas llenas será la prueba de fuego para quienes nos gobiernan. En efecto, gobernar es administrar en la escasez y en la abundancia, haciendo que ambas sean buenas noticias.
El domingo en Cambios, el doctor Aldo Iván Ramírez, director del Centro del Agua del Tecnológico de Monterrey, sostuvo que la autoridad debe trabajar en el control y detección de fugas, en campañas de concientización, así como en el reúso de agua tratada. Debe ir viendo proyectos a largo plazo como el Pánuco y desalinizadoras.
El especialista advierte que hay que ser prudente ante la solicitud de algunos ganaderos tamaulipecos que piden trasvases desde la presa El Cuchillo, porque aún falta el verano.
Así que después de la tormenta, lo de menos es la calma; sigue una gestión inteligente del agua, seguir operando como en tiempos de crisis y no abandonar los proyectos.
Administrar la abundancia de la mejor manera.