Construir una refinería en el mundo actual, no sólo parece un proyecto altamente costoso, sino además lleno de riesgos, debido a que el mercado de los energéticos va a la baja por el ascenso de las energías limpias; por la conversión a los autos eléctricos y porque basta ver los precios de los energéticos desde 2014, para darse cuenta que invertir en petróleo es invertir en el pasado y dejar a un lado las apuestas futuras que podrían ser más rentables para el país.
Lo anterior se entiende mejor con un ejemplo: es como si un gran empresario invirtiera hoy su dinero en instalar cientos de tiendas de discos en todo el país.
Porque aunque si bien aún la gente compra discos en físico y siguen existiendo tiendas de discos, incluso grandes conglomerados como MixUp, lo cierto es que desde hace unos años ese mercado va a la baja; cada año se venden menos discos y las tiendas existentes van cerrando sus puertas, porque ahora la música es predominantemente digital, de hecho, ya muchos jóvenes no adquieren propiamente un disco, sino que se suscriben a grandes bibliotecas.
Por ende, a partir del ejemplo anterior, es claro que los mexicanos usamos gasolina, que hoy su consumo es relevante y a pesar de que la mayor parte de las compañías planean dejar de producir carros con motores de gasolina en los próximos 15 años, es previsible que en México siga habiendo gasolineras por mucho más tiempo.
Lo que no se puede negar en ningún caso, es que, de aquí en adelante, habrá menos demanda de gasolina para los siguientes años.
Además, se debe considerar que la inversión en una refinería es tan grande, que los años de recuperación de la misma van de 20 a 30 años, precisamente el periodo en el que la venta de gasolina cada vez será más difícil, porque las refinerías actuales de los Estados Unidos, que tienen mejor desempeño que las de PEMEX, buscarán colocar su producto bajando los precios y ofreciendo mejor calidad, por lo que Dos Bocas, más que una necesidad, parece una crónica de un fracaso anunciado.
@victorsanval