Desde que comenzó su gestión, el Presidente de la República Andrés Manuel López Obrador, instauró a las seis de la mañana todos los días una reunión con el gabinete de seguridad, para analizar y atender los riesgos de seguridad pública del país. Se trata de una iniciativa que es positiva y a pesar de ello parece haber dado pocos resultados.
De hecho, hace unos días un reportero lo cuestionó al respecto en una de sus conferencias mañaneras, cuando el Presidente mencionó que nunca antes se habían hecho reuniones diarias del gabinete de seguridad, el periodista reviró que a pesar de ello no se están observando buenos resultados.
Se trata de una pregunta válida, ya que en principio es positivo que el Presidente tenga una actualización diaria de los retos en seguridad y pueda en conjunto con su equipo girar instrucciones para su atención, pero ante la falta de resultados, cabe preguntarse si quienes están al frente de los esfuerzos en la materia no se enfocan más en esas reuniones en sí, que en los problemas que en ellas se tratan.
Es decir, ir a esas reuniones implica un proceso de preparación tanto de los funcionarios y sus equipos y sabemos que el tiempo es un recurso por definición limitado, por ende, tener reuniones con tanta frecuencia puede potencialmente implicar que se le ponga más atención a la forma, es decir a las reuniones, que, al fondo, esto es los temas que son tratados en las mismas reuniones.
Por tanto, en un escenario contra factual quizá convendría preguntarse sobre la idoneidad de realizar las reuniones de manera más espaciada, por ejemplo, una vez cada semana, para dejar que los diferentes equipos tengan más tiempo disponible para desarrollar sus estrategias, enfocarse en las prioridades y dar resultados.
Porque si se sigue aplicando la misma receta a los mismos problemas, no debe sorprendernos que siempre se llegue a idénticos resultados, por ende, no es descabellado pensar en ajustes.
@victorsanval
