En los últimos procesos electorales se ha incrementado de forma preocupante la cantidad de atentados en contra de candidatos, dirigentes de partidos, gobernantes y militantes de alto nivel, muchos de los cuales terminan en asesinatos y otros no logran su cometido, pero sin duda causan terror entre quienes compiten por un puesto de elección popular.
Si bien el asesinato y los atentados contra actores políticos es problema grave por sí solo, también se trata de un síntoma de un problema mayor, que es la penetración del crimen organizado en los asuntos electorales y la cooptación de autoridades en varias regiones del país, donde los atentados son el medio para asegurarse que sus intereses se mantengan intactos y lleguen a los puestos sus aliados, en detrimento de quienes no lo son.
Dicho de otra forma, en las zonas del país en donde se registran asesinatos en contra de candidatos, podemos estar seguros de que existe una presencia del crimen organizado en el ámbito político y fuertes intereses que buscan defender.
Por ejemplo, el hecho de que tengan alcaldes en su nómina, que los protegen y ponen a su servicio a las policías municipales.
Por ende, si ven que los candidatos de otros partidos van avanzando y amenazan con arrebatarles alguna posición, la vía que elijen es el asesinato para descarrilar dicho proyecto o al menos un atentado, que provoque miedo en dichos candidatos, en sus equipos y simpatizantes, para evitar que sigan operando y eso haga inviable su triunfo.
Aunque se trata de un problema que ha ido creciendo de forma acelerada, lo cierto es que se ha hecho muy poco, por no decir nada para contenerlo, porque las campañas apenas van a comenzar y 16 aspirantes a puestos de elección popular han sido asesinados y otros más han sido blanco de atentados, lo cual nos avizora un proceso violento en varias regiones del país, que puede generar distorsiones entre la verdadera voluntad popular y los resultados finales.
@victorsanval
