A lo largo de la vida nos enfrentamos a un sinnúmero de situaciones positivas y negativas, malas o buenas y muchas otras en un punto intermedio en donde las anteriores no tienen cabida. Es así como se forja el carácter.
Al transcurrir de los años, también volvemos a cruzar caminos con viejas amistades que al paso del tiempo continuaron un andar distinto, para después reencontrarnos y tener la buena fortuna de coincidir nuevamente. De la misma manera, el tiempo nos da la oportunidad de conocer nuevos amigos cuya cercanía enriquece nuestra historia de vida de una forma increíble.
Gente amable, de sentimientos nobles, siempre atentos a tender sus manos cuando los tiempos oscuros nos acechan y golpean nuestro entorno y todo lo que hay en él de una manera devastadora.
Puedo asegurar que muchas personas (me incluyo), hemos recibido diversas expresiones de solidaridad de forma desinteresada, de gente bondadosa, la cual en estos tiempos es difícil de encontrar, de ahí lo noble de sus expresiones de resiliencia.
Gracias a su ayuda y apoyo, se presenta un punto de inflexión para darle vuelta a la página, buscar nuevos comienzos, sin olvidar los malos momentos que sirven para enriquecer las experiencias personales.
Para la gran mayoría es más complicado subir la cuesta de forma solitaria, sin un sostén y sin el respaldo de las amistades.
Los malos, difíciles y críticos momentos, además de nublar el horizonte, sirven como experiencia y aprendizaje una vez disipados y así comenzar a escribir una nueva crónica de vida.
En algunos casos el periodo de crecimiento podrá ser doloroso, para algunos más y para otros menos, lo importante es la oportunidad que se abre para alcanzar una nuevo estado de desarrollo y eso es lo más importante.
En mi opinión, debemos sentirnos privilegiados cuando hemos recibido diferentes muestras de apoyo, porque tarde o temprano nos tocará corresponder a lo que hemos obtenido y para ello debemos estar preparados. Porque así y solamente así, podemos seguir creciendo.
Dedicada a ustedes con gran aprecio y cariño.
Víctor Hugo Martínez
