Mientras miles se lanzaron a la carretera y otros tantos se entregaron a la liturgia del descanso, hay quienes siguen ahí: firmes, discretos, necesarios. No aparecen en las postales, ni en los spots de gobierno. No presumen selfies frente al mar. No están en los centros comerciales ni en los spas. Están donde siempre han estado: sosteniendo al país.
Ellos no vacacionan. No por devoción, sino por necesidad. Porque si se detienen, todo colapsa.
Ahí están los choferes del transporte público que siguen circulando en ciudades vacías. Las enfermeras que atraviesan turnos dobles mientras otros agradecen “los días santos”. Los marinos, soldados y elementos de otras corporaciones policiacas que a pesar de sus carencias o desventajas ante un enemigo que no tiene piedad, siguen patrullando y velando por la ciudadanía.
Las madres que trabajan vendiendo en la calle porque el descanso no entra en su presupuesto. Los recolectores de basura. Los que no pueden parar porque, si paran, no comen.
Estas vacaciones de Semana Santa, mientras el discurso oficial presume “nacionalismo y transformación”, hay un México y un Tamaulipas invisible que se levanta antes del amanecer y se acuesta sin certezas. Que no se toma fotos porque no tiene tiempo. Que no aparece en las dádivas institucionales, que no aparece en los discursos del poder, pero sin el cual no habría país que presumir.
Una sociedad víctima de las desapariciones y cuyas familias viven su propio viacrucis o de la juventud que está expuesta a las ofertas del crimen organizado a través de redes sociales, en particular de Tik Tok, con atractivos salarios que al final son un espejismo fatal.
No son mártires. No buscan compasión. Solo piden que se les respete, que se les pague lo justo. Que alguien, aunque sea por un instante, los incluya en la idea de país y del estado.
Porque mientras unos pasean en yates y otros desfilan en procesiones, hay millones que reman en silencio, sin descanso, para que México y Tamaulipas no se hundan.
Posdata: En Tampico, un paseo por el río Pánuco cuesta mil pesos por persona. Hubo promoción de 2x1. Aun así, para quien gana salario mínimo, eso equivale a trabajar cuatro días sin gastar un solo peso. Parece que algunos solo aman al pueblo cuando se asoma desde la orilla.