Mientras los habitantes de Tampico y otras regiones costeras de Tamaulipas se preparan para enfrentar las posibles afectaciones de la tormenta tropical "Francine", una tormenta diferente -aunque igual de preocupante- se ha formado en el ámbito social y político del estado.
No se trata de una amenaza meteorológica, sino de las declaraciones de Marte Alejandro Ruiz Nava, diputado local de Morena, quien afirmó que si una mujer le levanta la voz a un hombre, no le hace el lonche o no comparte una noche con él, eso también es una forma de "microviolencia".
Además, propuso la creación de un "Instituto del Hombre". Estas palabras, lejos de pasar desapercibidas, han desatado una oleada de reacciones que evidencian una profunda indignación.
En un contexto donde la violencia de género sigue siendo uno de los problemas más graves en México, las declaraciones del legislador no solo minimizan la realidad de las mujeres que enfrentan situaciones de abuso sino que, como una tormenta, amenazan con retroceder los avances en derechos humanos.
El Instituto Nacional Electoral (INE) respondió con una postura clara: las palabras de Ruiz Nava envían un mensaje de descalificación y no motiva a que las mujeres denuncien la violencia de género.
Lejos de ser beneficios, como sugirió el diputado, los recursos y políticas para las mujeres son garantías de sus derechos fundamentales, no favores ni concesiones.
El llamado del INE fue contundente, exhortando no solo a erradicar este tipo de expresiones en el debate público, sino también a capacitar a los legisladores en materia de derechos humanos con perspectiva de género.
Esta "tormenta social" -como podríamos llamarla- tiene un impacto tan peligroso como una tormenta tropical. Mientras "Francine" podría dejar daños materiales y afectar a la infraestructura de nuestras ciudades, las palabras del diputado pueden desatar un daño a largo plazo en nuestra cultura y nuestra sociedad.
La desinformación y la falta de sensibilidad en temas tan graves como la violencia de género son un riesgo real. Así como nos preparamos para enfrentar el embate de una tormenta, protegiendo nuestros hogares y a nuestras familias, también es necesario que como sociedad nos preparemos para enfrentar este tipo de discursos que erosionan los derechos conquistados.
En Tamaulipas, las tormentas no solo llegan del mar; también se gestan en los espacios de poder.
