Comunidad

“Enbase de plástico o de vidrio”

Dedicada a Lalo González

Alrededor de las 5:45 de la tarde, día con día, en la redacción de Notivox Tamaulipas comenzaba a escucharse una melodía distante que poco a poco aumentaba su volumen conforme Lalo subía las escaleras.

Así iniciaba una jornada más de trabajo.

Las canciones siempre variaban de época, y no solo anunciaban su llegada, sino que eran el preludio de las risas, los consejos y las charlas interminables que solo él sabía generar. Lalo no era solo un compañero; era un engranaje esencial en la máquina llamada redacción.

A lo largo de mi vida profesional, tuve interacción con él por el manejo de la información de negocios y, posteriormente, trabajé de cerca editando Notivox Tamaulipas.

Gran conocedor de la historia musical de diferentes épocas, no perdía oportunidad para mostrar, de manera humilde y sin pretensión alguna, su amplio conocimiento del tema.

En dos ocasiones logré “ganarle” a Lalo en temas musicales. La primera, al coincidir en la entrada del edificio, me preguntó si conocía al grupo que escuchaba en ese momento en su celular. Para su sorpresa, le dije: “A Flock of Seagulls”. Su comentario fue el de un mentor: “Sí sabes de música”.

La segunda vez fue en torno a la canción “The Crying Game”, de la película del mismo nombre. Mientras hablábamos, le mencioné que esa versión la cantaba Boy George, pero que la canción era autoría de Geoff Stephens e interpretada originalmente por el cantante de rock inglés Dave Berry, en julio de 1964. Con sabiduría y humildad, me respondió: “No sabía”.

Más allá de estas coincidencias en gustos musicales, en las que siempre estuve superado por Lalo, trabajar con él fue pasar de lo complicado al aprendizaje total. Era una persona sumamente preparada, con un bagaje de conocimiento y cultural impresionante.

Lalo ha sido de las pocas, o quizá la única persona, que cumplió a cabalidad la frase: “No es personal, solo trabajo”.

Recuerdo un diciembre de 2023, tras una diferencia editorial causada por un tercero. Al despedirme de él durante el saludo navideño, le dije: “No es nada personal, Lalo”. Él respondió lo mismo, y nos dimos un fuerte abrazo.

Durante los meses que siguieron, llevamos una buena relación. Fui su vecino en la redacción, y con frecuencia intercambiamos “opiniones periodísticas” sobre los trabajos.

Me quedo con la imagen de Lalo: un tipo sumamente capaz e inteligente, un padre amoroso, rayado, comprometido con el buen periodismo y con su inmenso conocimiento musical.

Estoy seguro de que ahora disfruta de la compañía de todos los héroes del rock que se adelantaron y que tanto admiró.


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Víctor Hugo Martínez
  • Víctor Hugo Martínez
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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