Meses después de concluir mi trabajo en un Ayuntamiento, me enteré de que una ex compañera de la administración municipal comentaba: "lo que más extraño es el poder, el poder de mandar".
Esta observación refleja una realidad inquietante: el poder puede nublar la mente y exponer lo peor de las personas. Aunque existen excepciones, donde algunos mantienen su integridad, estos casos son la excepción más que la regla.
En la actualidad, un gran porcentaje de funcionarios federales continuarán en el proyecto de la Cuarta Transformación, mientras que otros se incorporarán al “sistema financiero”, es decir, pasarán a ocupar cargos en la banca, esperando un nuevo acomodo.
Lo mismo ocurrirá con senadores, diputados federales, locales y toda la estructura municipal. Muchos de ellos, desde hace meses y especialmente durante las campañas, han "comprado su boleto de salvación", cambiando de lealtad o saltando a nuevos proyectos políticos, todo en nombre de “construir una gran nación”.
En Tampico, algunos políticos no sentirán nostalgia por el poder político, aunque el respaldo de un Ayuntamiento sigue siendo valioso. Otros, como algunas diputadas, continuarán en sus cargos, pero en circunstancias distintas. Los errores, especialmente aquellos relacionados con el abuso del poder, tienen consecuencias que no pueden evitarse.
Además, seremos testigos (espero no víctimas) de la llegada de “nuevos cuadros” políticos, hombres y mujeres que inicialmente llegan con la idea ingenua de servir al pueblo. Sin embargo, sus acciones estarán supeditadas a los intereses de su partido o proyecto, y deberán cumplirlos al pie de la letra para evitar una breve experiencia en el poder.
En Tamaulipas y en la zona conurbada, veremos cómo el manejo imprudente del poder deja una estela de consecuencias que ni el más hábil político podrá evitar.
A pesar de las dificultades actuales, los ciudadanos tienen la responsabilidad de ser observadores críticos y exigir un comportamiento político transparente y orientado al servicio público.
