A Carlos Augusto Audirac Camarena
Este próximo 16 de noviembre, del año en curso, se cumplirán 82 u 87años del fallecimiento de Antonio Audirac y Alfonsín, fundador, director, profesor, promotor e investigador del “Liceo Teziuteco”. Institución Cultural y educativa que fue el crisol formativo de cientos de alumnos de la región serrano-costeña con sede en uno de los corazones del Totonacapan: Teziutlán-Mexcalcuautla.
Escribí en una de mis colaboraciones pasadas: “En lo consultado en fuentes orales y documentales se nos refiere: Antonio Audirac Alfonsín. Hijo de Juan Audirac Fareu y Carmen Alfonsín Murillo. Nació en Xalapa en enero de 1864 y falleció en la ciudad de Teziutlán en 1930 (el cronista de Hueytamalco, Miguel Ángel Bello Pérez da como la fecha de su muerte, el 16 de noviembre de 1935 y el lugar del deceso a la ciudad de México). Invitado por su hermano Eduardo, llegaron a Teziutlán procedentes de Xalapa (ambas brillantes joyas educativas y culturales del Totonacapan), imbuidos y formados en las técnicas y metodologías del maestro Rébsamen, a fundar el principal centro cultural y educativo en la región serrano-costeña Puebla-Veracruz (e inclusive impactando jironcillos de Tlaxcala e Hidalgo), a principios del siglo XX, al que denominaron “Liceo Teziuteco”. Y cuyo hecho histórico-educativo, por su importancia, trascendencia y relevancia, consideramos que es justo homenajear” (“Notivox de Puebla”:Víctor Bacre).
Bello Pérez, señala en entrevista que “Antonio Audirac efectuó sus estudios en Xalapa. Inició los de Ingeniería Civil pero por cuestiones económicas se cambió a la normal del estado, donde se recibió como profesor con notas altas y gran aprovechamiento”. “Laboró en escuelas de Teocelo y Coatepec -nos continúa diciendo Miguel Ángel- y, por la relación e influencia con su hermano Eduardo (que también fue un gran pedagogo y un destacado impulsor de la educación normalista en el estado de Veracruz); quien, por razones políticas y por cambio de gobierno en la capital veracruzana tuvo que “buscar otros aires y lugares”. Ese lugar fue la llamada “Perla de la Sierra”: Teziutlán. Eduardo, fue invitado a trabajar a la ciudad de México y dejó en su lugar a su hermano Antonio.
“Ahí -nos sigue relatando Miguel Ángel-, contrae nupcias con Carmen Galvez en el Santuario del Carmen y, junto con los docentes Enrique Rodríguez Tránsito Gallo y Eulalio Rodríguez integran la base del primer equipo de profesores y maestras que empieza a crecer. Pronto, empezaron a llegar alumnos de muchas leguas a la redonda: de Zacapoaxtla, Tetela de Ocampo, Cuetzalan, Tlatlauquitepec, Tlapacoyan, Martínez de la Torre, San Rafael, Gutiérrez Zamora, Papantla, Poza Rica, Misantla, Altotonga, Jalacingo, Xiutetelco y, de las mismas familias de Teziutlán”
“Pero -nos señala finalmente Bello Pérez-, Antonio Audirac y Alfonsín, no sólo se dedicó a la educación y aprendizajes, sino que estableció su granja experimental (agri-cultura) a la que llamó “Quinta Francia” donde trajo los mejores frutales de importación y realizando adaptaciones e injertos hizo florecer y expandir la fruticultura por toda la región serrano-costeña, principalmente para los climas templados-fríos y para la zona de transición”.
Nuevamente, les compartiré fragmentos de las aportaciones que Augusto Audirac-otro de sus egregios familiares-, nos obsequia en su trabajo “Historia de un Colegio” con su excelente y pueblerina prosa que hacen referencia a las anécdotas y personajes centrales de aquel, añorado y homenajeado por él, “El Liceo Teziuteco”.
Escribe Augusto Audirac: “Los casos de Benigno Viñas y Luis Viñals, además de su trato social y bien hablar, nos admiraban con sus trabajos(…)Y entre los otros más aplicados, se encontraban, Rafael García, Fernando Diez, Luis Santiago, Roberto M. Levet, Vicente Murrieta, Carlos Díaz Pumarino, Carlos Balcázar, Rosalindo y Florencio Cerda, Manuel Ávila Camacho, José Ma. y Carlos Bracho, Luis Balcázar, Vicente Lombardo Toledano, Pedro de Noriega, Luis Lombardo Toledano, Elias e Isaac Huici, Ignacio Macip(…)Luis Llaguno, Maximino Ávila Camacho, Ruperto Agüeros Parra, Ildelfonso Cabada, Alberto Casazza, Clemente Viveros, Gorgonio Quesnel, los hermanos Foglia, los Saqui, Los Macip, Máximo García, Ernesto Bello y tantos otros condiscípulos(…).
Algunos de ellos ya no viven(…)Los más están alejados de mi y de mis recuerdos; pero bien quisiera tener a mano los registros y nombres del colegio para reencontrar esa vieja amistad que ahora siento que se me acerca y me envuelve, como entonces; como en aquellos días en que, entre el aroma del “axocopan” y el “ocoxale” prodigado en las fiestas populares y el apremio de los estudios, se abría nuestra vida a los primeros deleites y los primeros dolores de la juventud” (Audirac, A. “Historia de un Colegio”, México, 1949).
Y, Luis Audirac también nos dice: “He considerado siempre que lo más grande y preciado que podemos atesorar en nuestros corazones y espíritus es el recuerdo para nuestros seres queridos y para el lugar donde hemos nacido y donde fuimos felices(…)Y me permito dedicarlo a la memoria de mi padre, Don Antonio Audirac, eminente maestro de varias generaciones en esta extensa región, con mi devoción filial” ( “Teziutlán”, Audirac, L. México, Octubre 1959)