Entre las creencias, tradiciones, costumbres, devociones, fiestas, mercadotecnia, publicidad y consumo la dupla de diciembre-enero encierra, además de algunas religiones y en la cultura occidental -principalmente en Europa y en América- las festividades mayores en el conglomerado con sus habitantes (pese a la presencia de la pandemia y el covid19); así, diciembre significa el mes con el mayor número de reuniones y celebraciones desde el primer día hasta “la fiesta del Fin de Año”. Pasando por el 8 de diciembre, Día de la Purísima Concepción y festejo de la Virgen de Juquila, en Oaxaca y en todos sus altares a lo largo y ancho de la República Mexicana. Y, en México, las posadas van del 16 al 24 de diciembre. Y qué decir del 12 de diciembre, día de “La Morenita del Tepeyac”, “La Patrona de México y Emperatriz de América”. Escribí aquí, hace unos meses:
“De la Villa y Puebla de Guadalupe, Cáceres; después de haber sido encontrada por el pastor Gil Cordero la Virgen Negra de Guadalupe-del árabe Wad (río) y Lupum (lobo)-. Posteriormente, se trasladó la imagen de esa pequeña escultura a la Nueva España”. “Otras acepciones más actuales señalan también del árabe: Wuad al Luben o Wuad al Hub. Se tiene que pueden ser sus significados: “río oculto” o “río de amor”).
“Ya aquí, entre la leyenda y la historia, se dice que se le apareció cuatro veces al indio Juan Diego Cuauhtlatoatzin, quien se la llevó impresa en su ayate, cargado de rosas y de fe, al después primer obispo de la Nueva España, fray Juan de Zumárraga, quien la aceptó y la declaró imagen de Santa María: “Morena y con rasgos indígenas”. (Existe la versión de que fue dibujada, la Morenita, por el pintor Marco Cipac. Pero el documento Nican Mopohua escrito en vida del indio Juan Diego, defiende el rito de las apariciones de la Guadalupana, como un hecho indiscutible).
“El 12 de diciembre de 1531 se instituyó como el día de la ‘Tonatzin’ y de la ‘Coatlicue’ de todos los mexicanos y se le construyó su basílica en el cerro del Tepecayac, sito en las afueras de la Ciudad de México y ahora alberga el Santuario mayor de América localizado en el actual Distrito Federal del México independiente”.
“Se afirma que Hidalgo, al portar su imagen en el estandarte que enarboló al dar el grito de libertad y emancipación, allá en Dolores, Guanajuato, exclamó: “‘Sí con ésta nos conquistaron, con ésta nos vamos a liberar’. El sacerdote jesuita Enrique Maza nos decía: ‘Déjenos a la Guadalupana. Es lo único que nos queda, a nosotros y al pueblo de México. Jesús su hijo, nos enseñó que Él fue un hombre libre. También nos enseñó-como ella- a aprender a amar, a combatir y a luchar por la libertad’”.
“De la Conquista a la Colonia e Independencia, la Tonatzin-Guadalupe jugó un papel fundamental en la conformación del nuevo ser nacional que a su vez, entre peninsulares, criollos, mestizos e indígenas, esclavos negros y otras etnias, originó, después de luchas, pactos, imposiciones y consumaciones lo que actualmente es México. En esta derivación, la devoción mariana junto a las victorias de los liberales y republicanos, son los fundamentos del nuevo país”.
Fray Servando Teresa de Mier, gran luchador por nuestra independencia y uno de los regiomontanos más brillantes y trascendentes para nuestra patria, dijo en un discurso por el que la valió ser desterrado a instancias de la jerarquía católica de entonces, a la propia Europa: “Detrás de la dulce niña de Belén, de la Madre Dolorosa del Calvario, está el vientre milagroso mesoamericano, las grandes madres de América exclaman: la Virgen de Guadalupe es nuestra nueva Tonatzin, nuestra nueva Coatlicue, nuestra Virgen, luchadora, siempre persistente, Coyolxahuqui”.
Víctor Bacre