La Universidad Anáhuac México, a través del Instituto de Salud Pública, es parte de la Red para Prevenir la Violencia por Armas de Fuego y participa de forma activa en todos los proyectos de esta red para enriquecer el movimiento y avanzar hacia soluciones reales mediante investigación basada en ciencia.
Gracias a métodos de análisis con fundamentos científicos, se ha vuelto menos complicado identificar el tipo de armas que cruzan la frontera norte de México, así como las rutas usuales para este propósito. Los tipos de armas que a menudo están involucradas en el tráfico ilícito entre los Estados Unidos y México son rifles de asalto, pistolas de asalto y pistolas estándar de alta capacidad. Las variaciones de los rifles de tipo AK y AR parecen ser especialmente atractivas para los traficantes. Además, un aspecto importante del tráfico de armas de fuego es el papel de los compradores falsos, personas con antecedentes limpios que compran armas legalmente a comerciantes de armas con licencia, solo para venderlas a personas que no pueden comprar armas por sí mismas. Esencialmente, los traficantes han descubierto cómo evitar las verificaciones de antecedentes con relativa facilidad.
Además de las armas de fuego, los traficantes a menudo contrabandean componentes improvisados de granadas, lanzagranadas y ametralladoras. Tal como lo ha publicado Notivox de forma reciente, cada vez es más común encontrar fragmentos o partes de armas en decomisos que con un entrenamiento básico, podrían ensamblarse para ser armas.
Los modos de transporte van desde automóviles hasta aviones comerciales y transporte marítimo; a veces, los peatones intentan cruzar la frontera con los artículos traficados. Los traficantes también pueden emplear medios más elaborados para evitar que las autoridades los detecten, por ejemplo, falsificando documentos de venta y envío, utilizando seudónimos o identidades robadas, borrando números de serie y diferentes puntos de salida.
Estados Unidos tiene un reto consigo mismo, ya que es el mayor productor de armas de fuego; cada año, producen de ocho a diez millones de armas de fuego. Debido a que los controles de aduana limitan las exportaciones de armas de fuego de los Estados Unidos a medio millón, el excedente de armas de fuego en el país aumenta sustancialmente cada año. Este excedente, combinado con regulaciones de tráfico insuficientes, ha facilitado el contrabando de armas hacia México. Un indicio del compromiso que tiene Estados Unidos para afrontar el problema de armas es eTrace, un sistema que facilita el rastreo electrónico de armas de fuego basado en marcas que deben colocarse en un arma durante su fabricación, ha permitido a las autoridades rastrear la cadena de custodia de un arma e identificar rutas de tráfico.
Para ilustrar la gravedad del problema, los datos de la Comisión Mexicana de Defensa y Protección de los Derechos Humanos, indican que se exportaron de Estados Unidos a México más de $35 millones en armas de fuego, componentes y municiones en 2019. Esto coincide con una mayor militarización en el país, además, las tasas anuales de pérdida o robo de armas de fuego han aumentado, lo que genera un mayor riesgo de que dichas armas ingresen al comercio ilícito.
Las tasas de homicidio en países de Centroamérica como El Salvador y Guatemala han aumentado desde que comenzó la guerra contra las drogas en México y en correspondencia, con el aumento de las exportaciones de armas a la región desde Estados Unidos. Para mitigar estos problemas, se debe prestar más atención al tráfico de armas: verificación del usuario final debe ser obligatorio y aplicado de manera uniforme; los datos sobre exportaciones e importaciones de armas deben estar a disposición del público; debe imponerse la supervisión civil de la industria de armas para evitar un conflicto de intereses que involucre a los líderes militares; y se debe implementar una reforma de la justicia penal para reducir los niveles de impunidad.
Es urgente promover la creación de entornos seguros para las víctimas comunes de la violencia armada, la creación de registros públicos de delincuentes y la apertura del diálogo con la sociedad civil para asesorar sobre la ejecución de reformas. Otras propuestas que podrían resultar útiles son: crear un registro civil para rastrear con mayor precisión las armas, mejorar las técnicas de investigación balística en las escenas del crimen y ejercer una mayor supervisión sobre el mercado legal de armas. Sin embargo, el simple hecho de instituir leyes no hará una diferencia por sí solo: tiene que haber reformas en todos los niveles de la sociedad para crear un entorno más seguro para todos _
Víctor Andrade Carmona