En un mundo cada vez más digitalizado, el reciente anuncio del alcalde de Nueva York, Eric Adams, sobre el impacto perjudicial de las redes sociales en la salud mental de niños, niñas y adolescentes resuena profundamente no solo en Estados Unidos sino a nivel global, incluido México. Apoyado en un informe del Departamento de Salud Mental de la ciudad, Adams comparó la amenaza de las redes sociales con los problemas históricos relacionados con el tabaco y las armas, una analogía que subraya la gravedad de esta crisis emergente.
La evidencia es alarmante, 77% de los estudiantes de secundaria en Nueva York pasan tres horas o más frente a pantallas diariamente y aunque no se establece una correlación directa, el impacto negativo en la salud mental es innegable. La desesperanza, las tendencias suicidas y la erosión de la autoestima y habilidades sociales son solo algunos de los efectos devastadores. Esta problemática, por supuesto, no es exclusiva de Nueva York o de Estados Unidos. En México, la situación es igualmente preocupante, si no más, dada la penetración y el crecimiento exponencial de las redes sociales entre los jóvenes.
El contexto mexicano comparte similitudes preocupantes con el descrito por el alcalde Adams. Un estudio de la UNICEF sobre el uso de internet por niños y adolescentes en México revela una creciente dependencia de las redes sociales, lo que plantea serios riesgos para su bienestar emocional y psicológico. Los jóvenes mexicanos, al igual que sus contrapartes estadounidenses, enfrentan un flujo constante de estímulos digitales que pueden socavar su salud mental y emocional.
La sobreexposición a las redes sociales ha sido vinculada a una variedad de problemas psicológicos, incluida la ansiedad, la depresión y la baja autoestima.
Estas plataformas fomentan la comparación constante con los demás, la búsqueda incesante de validación y una distorsión de la realidad que puede ser especialmente dañina durante la adolescencia, un periodo crítico para el desarrollo de la identidad personal y la autoestima.
Además, el impacto de las redes sociales en la gestión del tiempo y las relaciones sociales es un tema de gran relevancia. La constante conexión digital puede llevar a una disminución de las interacciones cara a cara, erosionando las habilidades sociales necesarias para desarrollar relaciones saludables y significativas. Mientras que el anuncio del alcalde Adams destaca una crisis en Nueva York, resuena como un llamado a la acción para todos nosotros, incluyendo a la sociedad mexicana. Las redes sociales tienen el potencial de conectar y enriquecer nuestras vidas, pero solo si reconocemos y abordamos sus pelig ros inherentes. Es hora de unirnos y trabajar hacia un futuro donde la tecnología sirva para mejorar la salud mental y el bienestar de nuestros jóvenes, no para socavarlos. La tarea es grande, pero el futuro de nuestros niños y jóvenes merece no menos que nuestro esfuerzo colectivo y comprometido.