Política

Un viaje que cambia la vida

  • La pluma en el mapa
  • Un viaje que cambia la vida
  • Verónica Sánchez

Recuerdo aquel otoño de 2018 cuando el tiempo parecía detenerse; había terminado una relación de pareja intensa que me dejó rota y desarmada. La nostalgia me rebasaba, lloraba la mayor parte del día y sentía la necesidad de hacer un viaje hacia adentro. Mis opciones eran la playa, la montaña, ver a mi familia, o meterme a un curso de autoayuda. Pero por alguna intuición que la razón no entiende, decidí ponerme en servicio e irme como voluntaria a la casa de la Madre Teresa en Varanasi, India.

Conservo frescas las memorias de aquel largo trayecto para llegar; horas y horas de vuelo, autobús, traslados en tuk-tuk (taxi local en la india) y un buen tramo a pie. Cuando finalmente caminaba por las calles de esa ciudad repleta de gente, de olores desagradables, ruido, caos, vacas y monos; llegué al río Ganges, Estaba desbordado de piras funerarias ardiendo en llamas las 24 horas del día en los campos de cremación, ya que se cree que en ese lugar se liberan los ciclos de reencarnación.

Ahí entendí el porque muchos enfermos y ancianos deciden pasar sus últimos días en Varanasi, donde el ritual de muerte consiste en cremar los cuerpos y lanzar sus restos al río Ganges.

Cuando entré a la casa de la Madre Teresa me quedé paralizada al ver tantos enfermos en cama, algunos delirando; ellos me miraban y me parecía una eternidad. Aún me esperaban 11 días en ese lugar. ¡La tentación de volver a casa era grande! pero más grande era mi necesidad de escuchar lo que la vida tenía que decirme.

En ese lugar el idioma es poco importante, los enfermos en Varanasi no entienden casi nada de ingles, menos de español. Yo de hindi tampoco, pero cada cosa se conectaba y encontraba un significado.

La rutina era asistir a misa a las 6 am con las hermanas, desayunar té chai, pan o fruta para tomar fuerzas y sobrellevar lo que vendría en las 8 horas de voluntariado por día: preparar y servir alimentos, barrer, trapear, limpiar y tender camas, lavar platos, cortarles las uñas, o simplemente ESTAR cerca de ellos.

Independientemente de la actividad que me asignaran, la experiencia de convivir con enfermos terminales sabiendo que en cuestión de días u horas sus cuerpos estarían cremados a unos metros en el Rio Ganges, me recordó lo breve que es nuestro paso por este mundo, y que así como llegamos sin nada, nos iremos de este mundo sin nada.

Mientras pasaban los días el cansancio físico aumentaba, pero el descanso llegaba al ver las miradas de gratitud y felicidad de cada persona enferma que atendía. Fueron sobretodo los pequeños gestos y detalles de cariño los que me hicieron darme cuenta que a pesar de presentarme como voluntaria para servir, la servida era yo, aumentando con ello mi serenidad.

Abrazar a una mujer sin brazos y sentir cómo ella me abrazaba, fue conectar con algo muy profundo de mi humanidad. El intercambio de perspectivas y de visiones sobre la realidad fue sumamente revelador y aprendí que en la aceptación a los demás encontramos la nuestra. Al final todos queremos ser y sentirnos amados y en la medida que damos, nos damos a nosotros mismos.

Después de esa experiencia como voluntaria en la India, me resulta esperanzador reconocer la labor que hacen muchas personas de manera libre y desinteresada como una forma de participar en la sociedad acompañando las realidades de otros.

Concluyo que el voluntariado mueve consciencias y transforma perspectivas, pero para ello es necesario soltar creencias y juicios para encontrar desde las acciones una buena reflexión. Todos podemos hacerlo y no hace falta ir tan lejos, ‘’solo se necesita un corazón para amar y las manos para servir’’ como decía la madre Teresa.

Considero que es bueno reflexionar sobre la necesidad de promover el voluntariado como una forma de responsabilidad social especialmente en un mundo donde abunda la desigualdad, pobreza y violencia. El Estado no lo puede hacer todo, debemos asumir retos donde seamos participes de una esencia solidaria y comprometida fungiendo como agentes de cambio.

Es cierto que nos ganamos la vida con lo que recibimos, pero ganamos mucho más con lo que damos.

Verónica Sánchez

Verosanchez_tv

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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