Este fin de semana caminaba por los pasillos mágicos de Val´Quirico, un lugar mágico en el estado de Tlaxcala con un toque especial repleto de rincones medievales que me inspiraron tanto, al tiempo que me detuve un momento solo a observar y reflexionar.
Me senté en un café y contemplé el caminar de las parejas, familias, niños, todos portando cubrebocas y avanzando en su andar. Mientras los veía pasar, pasaban por mi mente las cientos de miles de pérdidas humanas con nombre y apellido que han dejado familias que hoy les lloran. Muchas de estas familias han perdido a sus principales proveedores y han dejado a decenas de miles de huérfanos que no tuvieron que pasar por esta situación tan terrible.
Al mismo tiempo reflexionaba sobre los aprendizajes y oportunidades para quienes seguimos en este camino. Observo que la exigencia de este nuevo sistema o ‘’nueva normalidad’’ nos ha vuelto mucho más conscientes del valor de la vida, de nuestras amistades, familia, amores, trabajo, del aprovechamiento del tiempo y evidentemente de la importancia de nuestra salud, sin la cual no podríamos gozar de nada de lo anterior.
Ahora sabemos como nunca antes que la vida se puede ir en un instante y eso ha generado que muchos resignifiquemos nuestras prioridades. Tengo amigos que finalmente conocieron a la persona con quien decidieron casarse, otros fortalecieron sus relaciones más importantes, pero también otros quienes finalmente encontraron la fuerza y el valor para soltar a una persona o situación que ya no les funcionaba o llenaba.
Para mi ha sido un tiempo aleccionador. Modificar rutinas, dejar de ver amistades y conocer nuevas, extrañar y disfrutar cada vez a mi familia aunque los vea mucho menos de lo que quisiera; todo esto ha cambiado sin duda la manera en la que me relaciono con el mundo y conmigo misma.
Aprendimos a guardarle mayor respeto a nuestro cuerpo, a los médicos, a la ciencia, al cambio climático y a capitalizar las experiencias ante el nuevo futuro. Aunque pareciera que todo se detuvo, seguimos avanzando en nuestra evolución individual y colectiva.
Estamos ante un escenario que pone a la luz lo mejor y lo peor de la libertad humana, y como toda crisis, representa una oportunidad para elegir nuestro comportamiento ante la incertidumbre. ¿Seremos menos individualistas y más conscientes del bien común? Yo espero que sí, porque esta experiencia nos debe hacer ver que sólo juntos es que podemos resolver algunos de los grandes retos de la humanidad. Empezando por la pandemia; o todos nos protegemos o nadie está seguro. Pero lo mismo pasa con el cambio climático, las migraciones masivas y el crimen organizado o la pérdida de empleos ante la automatización y la digitalización. O empezamos a enfrentar estos temas de forma colectiva o me temo que perdemos de forma individual.
Pareciera que aún no es tiempo para balances ya que seguimos aturdidos en esta pandemia, pero valdría la pena detenerse a recapitular sobre nuestras decisiones y hacia donde vamos. No haber aprendido nada al día de hoy, sería preocupante y desalentador.
Verónica Sánchez Saldaña